Han pasado exactamente setenta y dos días desde que decidiste marcharte. Aún intento buscar una razón, eramos solo los dos y nos iba muy bien.
Desde ese día solo llegaron a mí miles de interrogantes para tener momentáneamente una justificación, preguntas como: ¿qué sucedió?, ¿fue por mí?, ¿te cansaste?, llegan e invaden mi mente.En este tiempo aprendí que las ideas y pensamientos pueden matarte por dentro, pueden dejarte tan rota y cambiar tu forma de ser muy rápido, cual si fuera una competencia, si así fuese no quiero ganar. También aprendí que las personas deprimidas llegan a llorar en silencio, sin lágrimas, solo llegas a un punto en el que te cansas de llorar y abrazar a tu almohada para consolarte en las noches. Te acostumbras a ese llanto silencioso y desgarrador, ese llanto que se encarga de llevarse una parte de tu alma y te deja con una increíble migraña, cada vez me acostumbro más a esa migraña. Cuando por fin logró quedar dormida, llego a creer que mi cuerpo descansará, pero apareces en mis sueños todas las noches, en ellos están nuestros recuerdos y cuando logro abrazarte solo despierto. Al verme abrazando la almohada el dolor aumenta y me hace desear no haber despertado.
Te extraño, jamás creí que me podía doler tanto que esto acabara. Mis amigas dicen que se trata de un proceso pero cada día el dolor es mayor, en las noches mi alma se quiebra, y la felicidad ahora es momentánea.Te contaré que es lo que ha sucedido en estos setenta y dos días, nunca voy a saber si llegas a leer esto, solo espero que cuando lo hagas no sea demasiado tarde.

ESTÁS LEYENDO
Desde que te fuiste
RomanceAunque llevo intentándolo desde hace un tiempo, aún no encuentro la razón de tu adiós. Comenzaste pidiendo tiempo para ti, pero acabaste todo esto diciendo "espero que te vaya bien". No critico tu decisión pero realmente duele en el alma. Cuando te...