TRES

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Ya llevaba quince minutos despierto.

Quince minutos solamente sintiendo el perfume de Jungkook entrar por sus fosas nasales.

Quince minutos sobre aquel marcado cuerpo, con su cabeza en su pecho, con la claridad en sus ojos, y con el corazón a kilómetros.

Los mejores quince minutos de su vida.

Tomó asiento en la cama; todo su cabello estaba despeinado, y lo único que hizo es sonreír ante toda la ropa tirada.

Quitó las sábanas y trataba de asimilar todo lo que había pasado.

Se colocó su ropa interior, y se paró para comenzar a vestirse.

Ya vestido, y peinado, volteó a hacia Jungkook.

Dios, ¿Alguien se podía ver mejor?

Decidió acercarse y despertarlo para poder desayunar juntos, pero el hielo hecho agua hicieron que resbale encima suyo, golpeando quién sabe qué parte.

Odió escuchar un quejido.

—Anoche me mordiste, y ahora te caes encima. Comienzo a creer que no te agrada en lo absoluto mí pene.

—Lo siento, lo siento Hyung— ocultó su rostro, estaba muy apenado.

—Está bien, supongo que ninguno de los dos pensó en el maldito hielo ayer.

El menor siguió oculto, y sólo asintió. De pronto la mano de Jungkook acarició su cabeza, precisamente todo su cabello. Sus mejillas comenzaban a arder.

—Adoro cuando tienes el cabello ondulado, es tierno.

—Gracias— su voz sonaba muy de bebé bajo las sábanas.

—Ya te vestiste, ¿Ibas a irte así nomás?

—¡No, claro que no!— saltó—. Iba a despertarte para ir a desayunar, pero resbalé.

Jungkook rió y entonces se levantó, caminando hasta su armario—. Espera, me vestiré.

Jimin observaba cada alrededor del cuerpo de su... ¿Novio? Como si se tratase de una obra de arte.

Quería asesinarse por no haberlo admitido antes. Le encantaba, Jeon Jungkook era su cosa preferida.

Bajaron las escaleras y antes de que el mayor pueda abrir la puerta, Jimin lo detuvo.

—Hyung, ¿No ordenará su cuarto?

—Te lo repito. ¿Alguna vez lo hice?

—Está bien— bufó.






Caminaron hasta el garaje y el pequeño frenó al ver como su mayor se subía de nuevo, en la moto.

—Pensé que se te fue el miedo.

—Pero-

—Sube ya— le ofreció el casco—. Vamos.

Jungkook conducía lento, sólo para que Jimin se sienta seguro.

Cada vez que podía, sus ojos iban hasta esas manos apretando su cintura, y su sonrisa era incapaz de verse por el casco, cuando la cabeza del menor estaba en su espalda.

Llegaron a la cafetería, tomaron asiento juntos y esperaron que los atiendan.

—¿Qué tienes?— preguntó Jungkook al ver como el contrario veía sus manos.

En respuesta, Jimin las tomó, comparando el tamaño, entonces solamente las entrelazó.

Sonrió—. Eres hermoso.

𝗛𝘆𝘂𝗻𝗴, 𝗘𝗻𝘀éñ𝗮𝗺𝗲   ☞ 𝗞𝗼𝗼𝗸𝗺𝗶𝗻  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora