"Las estrellas que brillan sin importar cuanto se les quiera apagar"
En el gimnasio después de clases las porritas estaban practicando la rutina para el partido del sábado por la noche.
—Titi, querida, ¿Podrías ir al fondo? —dijo en tono condescendiente Becky, la capitana del equipo. Su cabello rubio platino recogido en dos coletas con las puntas pintadas de los colores del colegio, rojo y verde.
La castaña asintió con la cabeza y retrocedió a la parte de atrás de la formación.
—Más —dijo Becky.
Titi fue al final.
—Más —repitió.
Titi se puso detrás de todas las chicas.
—¡Perfecto, Tit!
—Maldita Harley Queen —farfulló Titi.
En ese momento entraron al gimnasio algunos de los miembros del equipo de baloncesto tendrían práctica en un par de minutos. Un rubio al rape, con un tatuaje en el cuello de un león se acercó y besó a Becky en la boca.
—¿Por qué no mueves esos pompones para mí, amor?
—Te encantará la nueva rutina que practicamos para el equipo de futbol.
—Espero que no sea tan bueno como lo que hagas en el mío.
Becky se mordió el labio inferior y dio la señal de empezar la rutina. Todo iba bien hasta que Titi realizo un mortal invertido robando la atención de las piruetas básicas y el baile.
A la rubia se le saltó una vena del cuello, pero no podía gritarle, no frente a los chicos sin quedar como una arpía. Debía fingir que era parte de la rutina, pero la castaña se las iba a pagar luego. Quizás lo que más le molestaba era que Harris no dejaba de ver el tatuaje de un cuervo con las alas extendidas en la cintura de Titi.
—¡Oh bueno! Creo que es suficiente práctica por hoy chicas —gritó atrayendo la atención de todas, incluido Harris—. Que tengan buen entrenamiento —le susurró a su novio.
Becky se acercó lenta y cuidadosa como una fiera asecha a su presa, temerosa de que un movimiento en falso la asuste. Lo primero que hizo contacto con su piel fue la nariz de ella en su mejilla, él cerró los ojos, ella giró su cabeza un poco sin alejarse hasta que sus labios tocaron los de él. Su beso perdió delicadeza, profundo y rápido. Ella dejó caer una de sus manos por la espalda de Harris hasta sus glúteos donde propinó una nalgada.
Harris se balancea sorprendido, sonrojado y avergonzado vio cómo su novia se alejaba de su cuerpo procurando el espacio personal. Hizo caso de las burlas de sus amigos y el jadeo conmocionado que exhalaba.
—Nos vemos, cariño —dijo Becky.
La capitana encabezó la procesión a la salida del gimnasio, los chicos del equipo de baloncesto no perdieron chance para silbar y decirle a Harris en coro:
«Eres un corderito, un corderito, be, be»
Afuera en el pasillo Becky tomó a Titi del cabello estampándola contra un casillero.
—¿Quién te crees? ¿Querías dejarnos en ridículo a todos? Somos un mugroso equipo, compórtate como tal.
—Una mierda de equipo —le dijo Titi con la mejilla pegada al frío aluminio.
—Deberías agradecer que te deje entrar al equipo.
Sus ojos marrones se entristecieron recordando cómo y lo que hizo para poder entrar.
—Beck —interrumpió una voz femenina.
La chica quito su vista de la víctima que tenía en sus manos y miró, frente a ella estaba una de sus mejores amigas, aunque solo la conocía desde hace dos años.
—¿Sher?
Sherly hizo una mueca.
—¿Te ayudo a dejarle las cosas en claro?
Sonrió.
—Sí, ya a mí me tiene cansada darle su dosis diaria de ubicatex.
Sherly y Titi esperaron en silencio que el resto del equipo se fuera por el pasillo. La morena se soltó la coleta y dejando caer su cabello suelto y hecho revoltijo.
—Titi...
—Cállate, Sherly. Tú no eres quien para darme lecciones.
—Yo solo quiero ser tu amiga.
—¿Mi amiga? Deberías empezar por hacerte amiga de ti misma.
La rubia se quedó sin palabras y Titi tomo esa oportunidad para irse por el mismo camino que el resto de las chicas.
En la tarde pocos eran los que estaban en clases, la mayoría realizaba activades extracurriculares y clubes. La mayoría tiene al menos cinco miembros, menos uno, el movimiento por la protección ambiental.
En la parte de atrás de la secundaria hay un árbol alto y frondoso que va a ser talado para expandir la cantidad de canchas que posee la institución, más importa un deporte que un árbol que debe tener al menos doscientos años, a nadie le importa, a nadie excepto Amber Smith. Única miembro del movimiento.
—¡Salvemos a los árboles! ¡Salvemos a los árboles! —gritaba en la entrada de la secundaria donde repartía volantes a los que se iban a sus casas— ¡Los árboles limpian el aire y crean oxígeno! ¡Los árboles purifican nuestra contaminación!
Los chicos agarraban los cartelitos que les entregaba leían la primera línea y lo desechaban.
—Ese árbol es más útil y necesario que personas como ustedes.
—¡Púdrete! —le escupió un chico.
Ella los ignoró.
—¿Quién necesita más canchas de futbol? ¿Es que acaso tenemos dos equipos? ¡Cortar el árbol es un error!
—¿Estás recogiendo firmas? —preguntó un chico a su lado.
Amber dejo de gritar y se fijó en aquél muchacho, lo conocía pero le intrigaba su interés.
—Sí.
—¿Puedo?
Dudó unos segundos, en su brazo izquierdo cargaba un palo que alzaba más arriba de su cabeza un cartel, un fajo de afiches y el sujetador con las firmas. Algunos afiches se escurrieron de sus manos cuando sacaba el apuntador.
Él se apresuró a recogerlos.
—Gracias.
Los apiló con el resto en las manos de ella. Amber se acomodó las cosas en sus brazos, logró sacar el sujetador de páginas y se lo entregó para que firme.
—No llevas muchas.
—No es algo que le interese a todos, Chardell.
—Déjame te ayudo.
—¿Es en serio?
—Sí, ¿Cuántas necesitas?
—Mil.
—Considéralo hecho.
—No pensé que te importara la ecología.
—No me conoces.
—Tu hermana Zoey, dice que no eres capaz de ver más allá de tu nariz.
—¿Tú hablas con esa enana?
—Estamos en la misma pastoral es inevitable.
—Es una pinocha.
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Cretinos
Short StorySon los badboys, los playboys, los modelos, las todas mías... ¡pero solo en su imaginación! Alan, Miles y Chardell son guapos, musculosos y altos gracias a sus maravillosos genes porque jamás han hecho ejercicio en sus vidas. No salen con una misma...