ㅡEl restaurante de mamá abre la semana que viene, al fin ㅡdijo el niño con cansancio, moviendo sus pequeños hombros de arriba a abajoㅡ. Las reformas han durado taaanto tiempo. Mamá estaba muy estresada.
Todos los sábados, Hoseok se despertaba antes de que saliera el sol y salía de su casa con un cubo lleno de cosas varias y una caña de pescar. Llevaba cerca de cinco años siguiendo aquella rutina religiosamente, nada más la incumplía de estar muy enfermo o cuando la carretera estaba llena de nieve y no podía hacer nada al respecto. Era relajante estar en su pequeña barca bien temprano en la mañana, con sus pensamientos, el ruido de algún animal que recién se despertaba, un pescado luchando por soltarse de su anzuelo. Dos años atrás, su rutina solitaria se convirtió en cosa de dos. Aunque no podía disfrutar de mañanas tranquilas inmerso en sus pensamientos, tener compañía no era tan malo. Además, su compañero de pesca sólo venía cuando tenía las ganas suficientes de levantarse antes que el sol. El viaje en coche hasta el lago empezaba cuando salía de su casa e iba a recoger al niño a la suya; casi siempre, venía medio dormido y se echaba una siesta en los asientos traseros. A veces, cuando estaba más animado, iba desayunando lo que le hubiera preparado su madre y le contaba sus aventuras a Hoseok.
Son Jooheon tenía diez años. Era el niño más dulce que Hoseok conocía, con sus mejillas regordetas y sonrojadas, su cabello ondulado y la sonrisa más tierna. La mamá de Jooheon, Hyunja (dueña de uno de los pocos restaurantes de la zona) y él eran amigos desde pequeños. Se llevaban tan bien que se consideraban como hermanos, tanto así que Jooheon le llamaba tío y él era padrino de aquel pequeñajo. Un par de años atrás, Jooheon había insistido en acompañar a Hoseok en una de sus escapadas de sábado y, aunque se durmió en el coche y vomitó en la barca nada más subirse, Jooheon decidió que iría siempre con su tío a pescar.
Y ahí estaban ese sábado, un par de truchas en el cubo, y Jooheon hablando sin parar mientras se veía más que adorable con su gorrito, su chaleco salvavidas y su caña entre sus dedos rechonchos. Hoseok rió cuando Jooheon se quejó porque llevaba más de media hora sin pescar nada. (Pescar con Jooheon había puesto al límite la paciencia de Hoseok, porque aquel niño podía ser demasiado quejicoso. Sin embargo, pescar con él también había enseñado a Jooheon a esperar, a que no siempre se conseguía lo que se buscaba, que había que dejar al mundo hacer lo suyo. Si un pescado se iba a enganchar en su anzuelo, pasaría cuando tuviera que pasar, no cuando a Jooheon le pareciera conveniente).
ㅡEstoy triste, Dodo noona ya no va a volver al restaurante.
ㅡ¿Tu madre ha encontrado ya a alguien que sustituya a Doyeonie?
ㅡSí.
Jooheon miró a Hoseok a los ojos, con la boquita apretada y las cejas juntas. Hoseok puso un dedo en su frente para que relajara la expresión.
ㅡ¿A quién ha contratado y por qué pones esa cara?
ㅡHa contratado al señor raro que vive en la Casa Encantada del Otro Lado del Lago.
La Casa Encantada del Otro Lado del Lago era un edificio de dos plantas que estaba, como bien decía su nombre, al otro lado del lago, y no, no estaba encantada. Aunque formaba parte del pueblo, ese lado del lago estaba más bien deshabitado. La casa en cuestión, llevaba vacía desde que Hoseok tenía memoria. Cuando Hoseok era incluso más pequeño que Jooheon, la casa ya tenía el apodo de la Casa Encantada del Otro Lado del Lago (o la CEOLL, como Minhyuk insistía en llamarla, aunque sólo él la llamaba así). Hoseok recordaba que los chicos mayores le metían miedo con historias de fantasmas que vivían allí; de los asesinatos que ocurrieron allí; de que si te acercabas demasiado, acababas atrapado para siempre allí. Hoseok solía llorar cuando la barca de su padre llegaba cerca de la otra orilla, sintiendo miedo de acabar muerto por culpa de los fantasmas o algo por el estilo. Ahora, con más de treinta años (casi cuarenta, pero eso no era importante), Hoseok no lloraba con solo ver la Casa Encantada del Otro Lado del Lago, pero sí le tenía mucho respeto. Nada se le había perdido cerca de ese lugar, así que estaba tranquilo al saber que no tenía ningún motivo para ir.
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Made me feel like I belonged 》WonKyun《
FanfictionUn profesor de primaria y un camarero. Una casa (no) encantada con sus dos fantasmas, un lago y pesca en sábado por la mañana; o la historia de un romboide que no encajaba entre un montón de rectángulos.