Legado

Muerte y nacimiento

Capitulo uno

Tenía tan solo unos 200 años cuando vio por última vez a su padre. Lo recordaba tan nítidamente en ocasiones y en otras podía ver incluso las gotas de sangre que caían por las puntas de las garras del gran general.

Él siguió a su padre, cuando el viejo Myouga se separó de su padre rápidamente fue hacia él y le gritaba que fuera y evitara la tragedia que se avecinaba. Siguió el claro camino que su honorable padre dejaba a su paso, pues ahora eran manchas de sangre más notorias, pues en su forma de bestia su cuerpo era más grande y con su herida pasaba lo mismo.

Cuando llegó al castillo de los humanos podía oír personas que intentaban ponerse en pie y ayudar al humano que gritaba que moriría junto a su padre.

Él no entró al lugar que apestaba a sangre, su camino fue rodear lentamente el castillo que se iba desmoronando.

Cuando decidió irse, oyó a la pulga decir el nombre de alguien, se dirigió al lugar de donde percibía un olor de humano, al estar a unos metros notó que se trataba de una mujer humana y traía en brazos a un bebé, un bebé no humano y tampoco youkai, un bebé mitad bestia. Dentro de él sintió la furia fluir, caminó más lento de lo que ya iba, con su mano derecha estrujaba a Mokomoko intentado calmar sus emociones y su otra mano la preparaba para matar a esa humana, sabía quién era, nunca la había visto ni olido, hasta ahora, pero sabía que era ella la que procreó junto a su padre a esa pequeña cosa que tenía en brazos, la cosa que había manchado a todo su linaje.

No duraría en deshacerse de ellos dos para que no existiera prueba de la deshonra que había hecho su padre, el gran demonio que peleaba en las llamas del castillo humano contra un insignificante humano. La mujer no había notado su presencia aún, cuando estaba a punto de atacarla se escuchó un fuerte estruendo. Volteó consternado de lo que acababa de sentir. Sintió el cómo la gran presencia y poder de su padre se desvaneció en menos de un instante. Al terminar la consternación de pocos segundos a sus oídos llegó el llanto del bebé que la mujer sujetaba.

Sesshomaru no sabía que sentir o hacer en ese preciso momento, su progenitor acababa de morir y la causa de ello estaba a solo unos pasos de él, podía destruir esa aberración a su raza de un latigazo de veneno o tomándolo de los brazos de la mujer y estrangular a ambos... pero, si hacía eso, por lo que murió defendiendo su padre perdería el sentido y su muerte habría sido por nada.

Se tragó la ira que tenía dentro de él hasta lo más profundo de su ser por un tiempo más, y escuchó cómo esa humana llamaba al bebé mitad bestia. >Inuyasha<. Ese fue el nombre que vio en una ocasión en la arena cuando viajaba junto a su padre, fue poco el tiempo que alcanzó a leer lo que él había escrito antes de pisarlo y que los pedazos de kanjis que quedaron se los llevara el mar.

Dio otros pasos hacia adelante, quedando a la vista de la humana, ella le miró asombrada "¿mi señor?" susurró mirándole impaciente. Él no dijo nada y siguió caminando sin un rumbo fijo. Notó que ella llevaba encima de su cuerpo las ropas de las ratas de fuego, ahora iba entendiendo porqué se percibía el olor de su padre tan fuerte aún.

La noche seguía avanzando y los pasos de ambos también. Cuando la luna estuvo en lo más alto, Sesshomaru paró en una cueva y ella entendió rápidamente y con premura entró en ella, él se quedó en la entrada de la cueva reposando su cuerpo, pero sin dejar de estar alerta de lo que fuera que estuviera cerca.

En la mañana, la mujer se despertó cuando los rayos de sol iban asomando, ella se encontraba con las energías renovadas y con las ropas dadas por su difunto señor, acomodó a su hijo y marchó fuera de la cueva.

Él desde lo alto de la montaña vio como la mujer caminaba hacia el bosque y se perdía entre los árboles; con su olfato la fue siguiendo, cuando supo que ella estaba lo suficientemente lejos dejó caer un kimono Junihitoe desde su altura hasta el suelo, no le importó que se ensuciara y partió lejos de esa humana y su medio hermano.