24 5 12
                                    

El constante tamborilero frenético de su corazón no menguaba, las recientes palabras de Iwaizumi habían calado en lo más profundo de su ser

"...yo siempre estaré para ti." 

Caminó con una boba sonrisa hacia la cabina, simplemente Iwaizumi no podía ser más perfecto y aunque muy dentro de él, le hubiese encantado que aquella despedida hubiera culminado con un apasionado beso, como ha visto en cientos de películas Hollywoodense, no obstante  aquel gesto podría haber sido contraproducente...Japón pese a su milenaria cultura de tolerancia aún no cedía a las relaciones homosexuales. Pero, ambos contaban con la aprobación de sus familiares, algo que muchos jóvenes japoneses matarían por tener.

— por aquí sr—  guía una de las azafatas, mientras poco a poco el avión comenzaba a llenarse.

8 horas hacia el aeropuerto internacional de Houston, 4 horas de espera para finalmente subir al próximo avión con dirección al aeropuerto de Ezeiza, sin dudas sería toda una travesía.

— papi mirá lo que aprendí a hacer—  menciona con emoción un pequeño niño de rizada cabellera miel, a medida que lograba hacer girar en sus pequeños dedos un balón de voleibol, el cual no lograba rotar más de un par de segundos pero que ante los infantiles ojos pareciere que girara por horas.

— ¡No puede ser! ¿vos aprendiste solo Santi?— cuestiona con exagerada emoción el padre — ¡Hijo sos un crack! — lo abraza emocionado — saliste igual a papá— sentencia con  orgullo, mirando a su esposa la cual se  encontraba concentrada sirviéndose un mate.

— Tenés razón ché, pero sacáme de una duda, ¿vos conocés al papá de Santi? — pronuncia con malicia la atractiva morocha, observando de reojo a su dolido esposo.

— que hija de puta sos Anto— protesta sin dejar de abrazar al pequeño — mirá si somos dos gotas de agua— menciona apegando su rostro al del menor, el cual intentaba rehuir debido a la picazón que le provocaba la reciente barba de su padre— andá Santi ayudáme— pide obteniendo una inocente pero chillona respuesta.

— ¿Mi papá es Messi?

Las carcajadas de la mujer no se hicieron esperar mientras un emfuruñado José Blanco se arrepentía de haberse ido de Japón.

— en Osaka me trataban mejor— protestaba.

Hacía un par de tres semanas que el veterano setter, había regresado a la tierra del cuero y el dulce de leche, para firmar como entrenador del Club Atlético de San Juan. Un equipo para muchos desconocido pero que albergaba a una gran cantidad de promesas del voleibol nacional. Sin dudas era todo un honor para el rubio haber sido considerado para aquel puesto y daría su mejor esfuerzo en traspasar su experiencia si aquello conllevaba contribuir al deporte que amaba.

— no te enojes papi que solo son bromitas — intenta enmendar su retoño, el cual con sus pequeñas manitas intentaba alisar el ceño fruncido de su progenitor, quien fingía extrema tristeza. Sin embargo bastaron un par de segundos para que  el mayor formará una radiante sonrisa, así dejándole en claro a su hijo que todo estaba perdonado.

— ¿por cierto cuando tenés que ir por el chico? ¿Como dijiste que se llamaba Okinawa? — pregunta curiosa su mujer — no me digas que lo arrojarás directamt a los leones dejando que viaje solo hasta aquí— resuena preocupada, debido a la mala fama que suelen tener los taxistas respecto a los extranjeros.

— claro que no ¿A caso me crees un desalmado? aunque tal vez... — medita con un ápice de maldad pero desiste ante la mirada de reproche de su mujer— estoy bromeando, iré por él mañana, debería llegar cercano a las 9 — comenta ante la mirada curiosa de Santi.

— mami ¿quién llega mañana?— cuestiona con genuina curiosidad.

— Un pibe de Japón Okinawa, ¿Querés ir con papá por él, al aeropuerto?— pregunta dejando de lado su mate para tomar con mayor facilidad al chico en sus brazos.

— sí quiero ir — responde con emoción — papi ¿Puedo ir?

— claro campeón pero su nombre no es Okinawa— menciona dubitativo— es Oikawa Tōru... Aunque en Japón los apellidos se dicen primero así que su nombre es Tōru Oikawa — les corrige a ambos.

— To... to... Tofú Oinc- cawa ¿Es así papi? — intenta pronunciar sacando carcajadas en los adultos...

Para el joven castaño el viaje había sido toda una aventura, descubrió que la comida de avión no era tan mala como le habían dicho, así como también comprendió la importancia de inventor en un asiento más grande, porque si debía soportar un vuelo más con las piernas dobladas, se podría a llorar.

El aterrizaje fue tranquilo, agradeció con una reverencia a las azafatas y bajó intentando buscar alguna señal que le indicara donde encontrar su equipaje.

— ¿será un Ídol?

— es bastante atractivo, seguro es un Ídol.

Era el comentario que más se repetía por los pasillos de la terminal internacional, haciendo que Tōru se cohibiera un poco

— ¿Tan extraño me veo?— es una de sus dudas, mientras una chica lo encandila con la flash de su cámara, mientras otra la regaña y se acercan para disculparse en lo que a sus oídos pareciera ser coreano.

El paso por migración tampoco estuvo exento de dificultad, pese a manejar de forma decente el inglés, Tōru tuvo un par de dificultades a la hora  de comunicarse en el departamento de migración, principalmente porque debido a ciertas variaciones fonéticas, costó algo de trabajó ser comprendido  por los agentes migratorios, pero por suerte aquel trámite había acabado.


— ¿cuánto falta? — preguntaba Santi por milésima vez

— tranquilo Ché, ya debe estar por llegar — le  intenta calmar

— Tofú se demora un montón

— es normal es un lugar grande

  — y no tenés una foto... Hay mucha gente no sé quién puede ser — cuestiona el menor— me podés subir de caballito, mirá que soy pequeño— le recuerda mirando con esos enormes ojos pardo que haces que Blanco no se pueda resistir, por lo que alza con agilidad a su hijo el cual con una concentración excepcional comienza a observar la puerta de acceso.

Pasan los minutos Santi está bastante aburrido hasta que de repente grita — mirá papá tu amigo Tofú — chilla emocionado mientas blanco también lo divisa, pero Oikawa ni se percata.

— bajáme pa, que tú amigo se está devolviendo — musita— bajáme que yo soy más veloz— ruega hasta ser escuchado.

Sin una pizca de vergüenza Santi corre entre medio de las piernas de los adultos los cuales a duras penas lo evaden — Ché Tofú, Ché Tofú— grita hasta finalmente alcanzar con su manita la del confundido castaño, el cual curioso le observa sin comprender de donde a salido aquel niño.

— hola— saluda Tōru— ¿perdido tú estar? — intenta pregúntale al niño

—  ¿Vos sos tonto?— gruñe con irritación — Tú eres Tofú Oinc- cawa o me confundí de taka-taka — responde mientras Tōru pestañea sin comprender nada.

— Querido Iwa Chan...  apenas he pisado tierras Argentinas y me siento completamente perdido... Quizás debí hacerte caso y bajar una app de traducción— es el pensamiento que cruza la cabeza de oikawa, ante la mirada ceñuda de aquel enigmático chico.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 20, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

MamihlapinatapaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora