Cita.

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—Sube. — Dudé un par de segundos, pero al percatarme de la mirada seria de Akashi-san no rechisté.

Estando ambos dentro del auto, el chofer arrancó; dando paso a mis infernales nervios.

—Uh... ¿a dónde iremos, Akashi-san?

—Al cine, salió una nueva película que acabó siendo éxito en taquillas.

—Creí que usted no iba a ese tipo de lugares... — Y al fin me había mirado, pero también estaba serio y algo tajante, eso no era bueno para mi salud.

—Kouki, estamos saliendo, ¿dónde esperabas ir? — Suspiré, ya lo suponía.

Un auto de marca y un chico espléndidamente guapo con ropa casual de marca frente a tu casa sólo puede significar una cosa como... tener una cita.

Debía tranquilizarme, no quería poner de peor humor a Akashi-san. Ni siquiera sé por qué insistió en esto si no estaríamos cómodos ni yo ni él. Sé que solo lo está haciendo por lo que ocurrió esta mañana.

Llegamos al cine y fuimos por las entradas y comidas. Estaba bien, en lo que podía, hasta que vi a otra pareja al lado nuestro que también compraban los alimentos. Entré en pánico, recordé que, en las películas, cuando dos parejas van al cine, se dan las manos a media película... ¿eso cuenta para mi situación?

—Akashi-san, ¿no es muy grande? — Yo no podría comer tantas palomitas.

—Lo compartiremos. Ten, sujeta los dulces y la soda. — Dos barras de chocolates con maní, mis favoritas, pero supongo que eso él ya lo sabe. — Listo, vámonos. — No pude moverme. — ¿Kouki?

Mi corazón saltó levemente al ver nuestras manos dadas, ocurrió incluso antes de lo que pensaba, no sabía cómo reaccionar o si solamente estaba siendo muy consciente de los detalles.

—Uh... yo creo que primero debería ir al baño. — No respondió por unos segundos los cuales me dejaron más nervioso.

—Supongo que sí, tráeme las cosas, te esperaré en nuestros asientos, no te demores. — Hice lo que me pidió y caminé rápidamente al baño.

—Tranquilízate... — Lavé mi cara reiteradas veces y me miré al espejo, estaba rojo, estaba que me moría por tanta atención y tanto detalle. — Soy deprimente...

Lavé mi rostro un par de veces más y fui a la sala del cine donde veríamos nuestra película. Encontré a Akashi-san, nuestros asientos estaban en el medio de todo el salón. Me acerqué y retiré los dulces y la soda que ocupaban mi asiento.

—Está por empezar. — Al sentarme a su lado no dudó en hacerlo de nuevo.

Tomar mis manos y alborotarme la vida.





(...)





Al final, increíblemente sí pude prestar atención a la película, realmente estaba buena, tanto que logró distraerme de las caricias que la mano de Akashi-san le daba a la mía.

—¡Es enorme! — Ahora estábamos en el acuario y era increíble.

Nunca había venido ya que estaba del otro lado de la ciudad, pero ahora no me arrepentía en lo absoluto.

—Tenemos estos en la cabaña de las montañas. — Akashi-san señaló unos pequeños que estaban nadando en la esquina del gigantesco acuario. Me acerqué para verlos, eran coloridos y bastante tiernos.

—Son muy lindos y pequeños. — Sonreí, eran increíbles.

—Al igual que tú. — Y tal vez estábamos muy cerca, porque al mirarlo su mirada y la mía chocaban.

—Ah... mejor veamos el resto. — Caminé apresurado para seguir nuestra excursión, me estaba poniendo nervioso nuevamente.





(...)





—Se está haciendo tarde... — Al recorrer gran parte del acuario me distraje y para cuando me había percatado la noche ya había llegado.

—¿Quieres ir a cenar? — Lo miré y llegué a la conclusión de que su pregunta era solo por educación, no porque realmente deseara saber mi respuesta.

—Sí... — Pero tampoco podía evadirlo.

Para mi sorpresa no fuimos a un restaurante de primer mundo, si no a uno de comida rápida a unas cuantas cuadras del acuario. Pedí un combo grande y recomendé lo mismo a mi acompañante, que parecía nunca haber frecuentado un lugar como este, me hizo bastante gracia.

—¿Sabe bien? — Pregunté al ver la primera mordida que le había dado a su hamburguesa.

—Es bastante bueno. — Habló satisfecho. — Sin embargo, siento que podría darme un infarto del miocardio catastrófico si lo devoro por completo. — Eché a reír, no podía creerlo.

—No ocurrirá, yo mismo ya lo he comido un centenar de veces y sigo intacto. — Sonreí y empecé a comer el mío también.

La cena en aquel lugar fue mucho más suave de lo que podía haber imaginado. Finalmente, Akashi-san se había relajado y hablábamos de cosas triviales, su aura era tranquila y no manifestaba a mis nervios, fue perfecto.

Hasta que estuvimos de regreso en el auto para volver a casa. ¿Cómo iba a despedirme? ¿tendría que opinar sobre cómo fue el día? ¿quizás nos besaríamos?

Estaba que entraba en pánico.

Llegamos y bajamos del auto y allí me quedé, sin saber cómo mirarlo o qué decir.

—Kouki.

—¿Sí? — Ugh, soné como una niña.

—¿Fue suficiente para ti? — ¿Qué? — No tengo otro método de demostrar que me gustas... así que, por favor, créeme.

Yo... ¿realmente le gusto?

—Ahora mismo es un poco... — Sentí que podría llorar de tantos nervios y debido a los alocados latidos de mi corazón.

—No es necesario que te presiones a responderme, ya fue bastante para ti salir conmigo, supongo. — Me palmeó la espalda y se despidió. — Espero la hayas pasado bien.

¿Eso... es todo? ¿Se irá así sin más? Yo creí que iba ser diferente...

Ridículamente quería algo como las películas.

Me había ilusionado a lo idiota.

Fue todo tan bonito que terminar el día así me dejaba un terrible sabor en la boca.

—¡Akashi-san! — No, no iba a ser como la última vez.

Lo detuve antes de entrar al auto y me abalancé a abrazarlo.

—¿Kouki?

—Lo de hoy fue increíble... — Susurré su oído, solo no quería que viera mi rostro rojo, pero eso no me impidió de plantas un leve beso en su mejilla izquierda y soltarlo. — Gracias.

Sí, era un cobarde, pero es que no creía poder sobrevivir si lo besaba en los labios, sería demasiado hasta para estar en mis sueños.

Pero era obvio que eso a Akashi-san no le importaba, ya que incluso en contra de mi voluntad tomó mi rostro con sus manos y me besó suave, lento y largo... Odio admitir que me gusta.

—Buenas noches, Kouki... — La próxima vez que susurre tan sensualmente sobre mis labios lo demandaré.

Solo asentí, no podía más de lo aturdido y avergonzado que estaba.

Después solo entré corriendo a la casa. 

El Mejor 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora