ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 3 - "ᴇʟ ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏ"

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Cuando por fín habíamos llegado a la S.M.P. todos se dispusieron a bajar del autobús, los empleados tomaron las maletas y bla, bla, bla. La cosa es que nos dieron un recorrido agotador y estúpido por la escuela, y finalmente nos mostraron nuestras habitaciones que eran en un edificio más o menos alto que estaba al lado del edificio en donde dormían los profesores.

La secundaria si que era enorme y sé que me voy a perder varias veces hasta que me acostumbre al lugar.

Todos lo que habitan éste sitio tan abrumador son países, única y exclusivamente países, solo los encargados de la limpieza y el comedor u otras facciones eran humanos comunes y corrientes, pero lo que más me llamaba la atención es que todos los adultos del lugar iban con trajes elegantes que de seguro eran reglamentarios.

Debo decir que son muy estrictos con todo. Incluso con pequeñas cosas sin importancia como por ejemplo:

• Todas las alumnas tienen que llevar tanto el uniforme como el peinado reglamentario. No se les permite llevar ningún tipo de joyas o pinturas de uñas, pero la excepción es que si pueden pintarse sus labios (pero solo de color rojo).

• Todos los varones tienen que llevar tanto el uniforme como el maldito pelo acomodado hacia atrás. No se permite llevar ningún tipo de joyas.

Y hay más, pero si me pongo a nombrarlas todas voy a estar hasta pasado mañana.

Nisiquiera es el primer día de clases y ya me siento agobiado de tantas reglas.

A todo ésto se había hecho tarde, cosa que me encanta. Porque puedo ir a mi habitación y estar solo, sin ruido y en paz. Ya quiero llegar a mi cuarto.

Miraba a mi alrededor en busca de el pasillo que me llevaría hacia los dormitorios. Seguí caminando pero todos los caminos que tomaba me dirigían al mismo MALDITO LUGAR. Me rindo, definitivamente estoy perdido.

A través de una ventana pude visualizar un paisaje precioso, con un puente que cruzaba hasta la mitad de un lago en donde se reflejaba el atardecer. Las tonalidades de esa escena eran cálidas y reconfortantes. Me apoyé en ella observando tal escenario de la naturaleza.

A lo lejos pude ver que había un hombre caminando por aquél puente. A mi lado había una puerta que daba a ese lugar, así que me empeñé en abrirla y dirigirme hasta su lado, me daba curiosidad de quién podría tratarse.

Al llegar me dispuse a hablarle. - Qué honda. - Dije sin pensar.

- ¿Así te diriges a tus superiores? - Contestó con una voz incluso más grave y demandante que la de mi padre. Se me erizó la piel al escucharla.

Giré la vista para ver de quien se trataba y me encontré con él, con unos ojos de color celestes tirando pa' blancos con bordes negros, y pareciera que tuviese detalles como figuras en ellos, eran perfectos y penetrantes tal y como me gustan. Tenía unos labios rojizos y carnosos que tan solo mirarlos me daban ganas de saborearlos. Con un físico espectacular, se notaba que hacía ejercicio a menudo. Y con cabello cedoso acomodado hacia atrás de color blanco con reflejos azules y rojos, lo hacía verse muy sensual.

La verdad era un muy buen partido. Rápidamente me arrepentí de lo que había dicho.

Quise salir de esa incómoda situación con un piropo improvisado. - Ojalá fuera el sol para darte todo el día - Juro que fue lo primero que se me vino a la mente.

- ¿Ahora te crees Romeo?, tsk. - Con mirada fría dió media vuelta, pero antes de comenzar a caminar dijo. - Si estás buscando el edificio en donde se encuentran las habitaciones de los alumnos necesitarás ésto. - Extendió su mano hacia mí, en ella se encontraba un papel doblado a la mitad el cual tomé y abrí. - Es un mapa de la S.M.P. - Sin decir nada más se dirigió hacia la entrada a la secundaria.

Me había dejado con la palabra en la boca. Por lo general mis piropos eran más inteligentes pero NO SÉ QUE ME PASÓ.

Era la primera vez que me rechazaban y no me iba a dar por vencido hasta conseguir que se rindiera a mis pies, mi orgullo no me permitía el rechazo. A regañadientes empecé a buscar mi dormitorio guiado por el mapa que me había dado aquél hombre tan guapo.

Al encontrarlo ingresé la llave, (que me dieron al principio con un número correspondiente al dormitorio), en el cerrojo y la giré abriendo poco a poco la puerta e ingresando dentro del cuarto.

Todas mis maletas están aquí, al menos me ahorré el trabajo de traerlas.

Al ver una cama no dudé en lanzarme a ella y relajarme, se sentía tan bien al fín poder estar en silencio y con un ambiente calmado. De repente me llegaron varios pensamientos de aquél estadounidense con el cual había metido la pata. Un acostón solucionará todo. Al menos eso funciona con las mujeres.

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⏰ Última actualización: May 17, 2021 ⏰

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