Los días avanzaron, la temperatura bajó un par de grados más y casi todas las mañanas una suave nevada daba los buenos días. Los días ahora eran más cortos y las noches más oscuras, largas y frías; hoy era una de esas noches.
Mirela estaba dando los retoques finales a su obra cuando la cerradura electrónica de su apartamento hizo un "BIP" anunciando la llegada de alguien y los amarillos cabellos de cierto pastelero son lo primero en aparecer tras la puerta.
- ¿Mirela? —Pregunta entrando cautelosamente—
- En el comedor.
El chico cierra la puerta, va hasta donde su amiga y le entrega un plato con una rebanada de bizcocho de limón. Mirela le agradece, frena el trabajo y se sienta junto a Tobías en la mesa.
- ¿No que era el cumpleaños de tu mamá?
- Sí y me regañaron por no invitarte. —Dice mientras se acaricia la mejilla izquierda, lugar donde su madre le había pellizcado con anterioridad— Pensaba venir mañana para traerte el bizcocho, pero mamá me obligó a subir.
La chica toma la ración de torta entre sus manos y antes de dar el primer mordisco dice:
- Deberías darte prisa y bajar para que tu madre no se sienta sola.
- No es necesario, un taxi vino a recogerla hace unos minutos.
Mirela traga y frunce el ceño un tanto preocupada.
- Hubiera pasado la noche aquí, esta es la hora en la que suceden más atracos en la ciudad.
- Me preocupan más los ladrones que intenten robarla, ella tiene un Mongkol negro de grado uno en Muay Thai.
Tobías hace una mueca de dolor y Mirela suelta una carcajada.
- Si ella fuera mi suegra estaría aterrada. —Dice entre risas—
- Créeme, es todo lo contrario a lo que puedas esperar. —Asegura Tobías— Por mi edad, mamá está desesperada así que con sus posibles nueras es todo un amor.
- Si está preocupada imagino que debes rondar los treinta años.
Tobías abre los ojos tanto como puede y boquea con indignación. Mirela, al ver su expresión, sonríe con una mueca de culpa y diversión.
- ¿No? ¿Cuántos entonces?
- Veinticinco —Responde jactancioso— ¿Cuántos tienes tú? Y no quiero escuchar eso de que es grosero preguntarle a una mujer su edad.
- De acuerdo, de acuerdo. Tengo veintiocho.
- ¿Enserio?
- Sí.
- Mi mamá estaría más preocupada por ti —Se burla Tobías—
- ¡Oye! —Reclama la pintora, pellizcando con un veloz movimiento la nariz de su amigo— Más respeto, soy mayor que tú. No lo olvides.
- Lo siento, lo siento —Se disculpa el chico zafándose del pellizco— ya enserio, ¿No tienes novio?
- No.
Mirela sonríe forzosamente y Tobías lo nota.
<<Quizás no debí preguntar>> Piensa lamentando haberse atrevido a saciar la curiosidad de su madre, quien le había exigido preguntar aquello. Los ojos de Tobías vuelan hasta el área improvisada de trabajo de la pintora y tras ver la nueva pintura que sostenía el caballete, ve la oportunidad idónea para cambiar de tema.
- ¿Qué pasó con la pintura de invierno?
- La pausé, dentro de poco tendré una exposición y debo terminar mi portafolio a tiempo. Esa pintura la estaba haciendo por diversión. —Agrega—
- ¿Una exposición de arte? Increíble.
Mirela nota los grisáceos ojos de Tobías deslumbrar de interés y en un impulso, le invita a asistir. Una fuerte ráfaga de viento azota entonces la ventana de la terraza y la abre de parte en par. Hojas sueltas, con bocetos e ideas plasmados, vuelan por toda la habitación y el frío golpea la piel de los chicos. Mientras un ejército de copos de nieve invade la casa, Mirela y Tobías saltan de sus asientos. Ambos corren y cierran la ventana. Los amigos jadean y ríen por lo caótico de la situación y Tobías, mirando a su amiga con una gran sonrisa, responde a su invitación.
- Me encantaría asistir. —Dice sin dudar—
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LA GUERRA DEL LINAJE DIVINO
FantasyLa vida para Tobías era lo más cercano al paraíso que cualquier ser podría haber conocido en siglos de existencia. Un día , su vida se llena de exuberantes matices al conocer a una exitosa artista y no, no es por el amor al arte. Abruptamente, una...