Apestas

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El humano criatura hecha por la evolución, pero no solo ellos fueron creados como especie dominante, de un lado paralelo de la evolución ésta se dividió en dos seres con aspecto humano pero para nada humanos.

Unos con fuerza sobre humana equivalente a 20 seres humanos normales velocidad equivalente a un gepardo visión aguda y un hambre voraz por la sangre tanto humana como animal puesto que en sus cuerpos ésta no corre suelen ser catalogados como Vampiros.

Otros con aspecto humano pero bestial, debido a que pueden transformarse en una enorme y feroz bestia, un lobo, tienen fuerzas monumentales olfato vista instinto de pelea enormes, suelen ser llamados Licántropos.

Aunque ambos son una rama paralela de la evolución una minoría en comparación a la rama principal ambos se odiaban no se toleraba entre si por ende durante milenios se han evitado entre si y evitado a los humanos.

Suelen aislarse en manadas y grupos grandes.

En el sur rodeados de bosque y a kilómetros del asentamiento humano más próximo vivían una manda de Licántropos de unos 50 miembros y un grupo de vampiros de unos 20 aproximadamente.

Dividían su territorio con un manantial pues su agua dividía a la perfección ambos territorios y desemboca en un gran lago a los pies de la montaña desde un punto de vista aéreo era un gran bosque rodeado completamente por montañas que abarcaban kilometros y de dónde solo se podía salir y entrar por el mismo tramo de sendero que llevaba al resto del bosque circundante que permitían la entrada de manadas de animales salvajes caribus jabalíes etc.

Los Licántropos tanto como los Vampiros tenían vidas casi ilimitadas, inmortales se podría decir solo podían morir a manos de uno de sus ramas o de la rama contraria, sus cuerpo impenetrables por armas humanas, inmunes a cualquier virus bacteria o enfermedad conocida.

El líder de la manada de Licántropos era un hombre que durante siglos no pudo concebir con su esposa descendencia alguna hasta hace unos años, lograron concebir una niña quien con el tiempo se volvería líder de la manada una cazadora nata y luchadora de gran calibre.

Era una niña inteligente y fuerte muy audaz para su corta edad apenas con 8 años se las ingeniaba para huir de sus cuidadores que no la dejaban sola ni un solo instante.

Un día huyó de ellos pues quería explorar y conocer todo el territorio, llegó hasta el manantial que dividía su territorio, se sentó en la orilla y sumergió sus pies en la fresca agua, el día estaba soleado y despejado de cualquier nube los rayos de luz traspasaban los árboles permitiendo iluminar todo pero sin el exceso de luz agobiante.

Erika odiaba que la cuidaran tanto, no la dejaban alejarse mucho aunque el territorio era de su manada la agobiaban constantemente, era como si su padre quisiera compensar los siglos de la ausencia de una heredera.

Los Licántropos eran en extremo inteligentes y se adaptaban a todo con mucha facilidad, Erika era en extremo precoz y para tan solo 8 años era capaz de hacer y decir cosas que solo jóvenes mayores que ella hacían.

-Oye realmente apestas.

Una voz del otro lado del manantial se manifestó, Erika dirigió su vista a su contraria era una chica mayor que ella de unos 25 años una jovencita aún, de cabello rubio y ojos azules con una sonrisa altiva que dejaba ver sus blancos dientes, su tes era blanca tan blanca como un papel.

-¿Apesto? -Pregunta levantando su ceja-.

-Si, hueles horrible deberías darte una ducha o unas cuantas -Dice sonriendo-.

-¿Quien eres? -Pregunta sin dejar de sostenerla la mirada-.

-Soy Elsa.

-Soy Erika.

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