2. Desesperada.

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2.
DESESPERADA.

Wren soltó un quejido cuando el despertador sonó aquella mañana. Se levantó de mala gana y se encerró en el baño con la intención de ducharse, pero esa sencilla acción se complicó cuando abrió el grifo y el agua no salía. Lo cerró y lo volvió a abrir unas cuantas veces más, pero terminó por hartarse y salió en busca de su madre para ver si ella podría hacer algo al respecto.

- ¡Mamá! -gritó a todo pulmón.

Su madre subió corriendo por el susto pensando que le habría pasado algo y soltó un largo suspiro cuando vio que no era así.

- ¿Qué te pasa?

-La ducha no funciona.

Su madre la miró raro y entró en el baño junto a Wren, abrió el grifo y el agua salía a chorros y ardiendo.

-Pues a mí me parece que va perfectamente -dijo antes de soltar un bostezo y abandonar la habitación.

Wren observó atónita cómo ahora sí salía el agua y optó por no darle importancia al asunto. Se desprendió de su ropa y se metió en la ducha después de haber regulado el agua dejándola más templada. Todo parecía ir bien hasta que el agua comenzó a enfriarse haciendo que se acurrucase en una esquina. El grifo no se había movido pero el agua estaba congelada, por lo que decidió ponerlo al tope de caliente para ver si así conseguía que se templara otra vez. Y funcionó, pero, como antes, volvió a enfriarse. Se apoyó en la esquina de la mampara esperando a que el agua regresara a la normalidad, pero poco a poco fue viendo cómo salía menos hasta que se paró por completo. Cerró el grifo, lo abrió, lo volvió a cerrar y así hasta que decidió salir ardiendo y abrasándola por completo.

-Joder -gruñó-, me ha mirado un tuerto.

Diez minutos después ya salía del cuarto de baño envuelta en una toalla y algo colorada por los repentinos cambios de temperatura que había sufrido allí dentro. Se vistió y desayunó a la velocidad de la luz y, cuando quiso darse cuenta, ya había salido de casa con la pesada mochila cargando sobre sus hombros.

El camino siempre se le había hecho largo, pero en esta ocasión todo lo contrario. Tal vez sea por la falta de ganas, pensó Wren mientras recordaba a sus antiguas amigas. Sacudió la cabeza como si ello la ayudara a apartarlo de su mente.

La entrada del instituto estaba a reventar de caras conocidas y, a su vez, de otras que no lo eran tanto. Se abrió paso entre la multitud y desapareció de la vista de las chicas del triángulo eterno que habían estado esperándola fuera.

-No lleva el libro -dijo malhumorada la chica de ojos carmesí.

-Lo sé -escupió la otra-, ¿es estúpida o qué?

La que había hablado primero negó con la cabeza con los labios apretados y los brazos cruzados.

-No, ese es el problema. Que es demasiado inteligente.

- ¿Entramos?

-No podemos -respondió con la furia marcada en su rostro.

-Es verdad -parecía aterrada-, se me había olvidado.

Mientras ellas se alejaban Wren buscaba con la mirada un asiento libre en el aula de literatura, pero todos estaban ocupados. Avanzó sintiendo las miradas de muchos sobre ella, pero intentó mantener su posición y hacer como si no la importara. Porque en cierto modo no lo hacía.

- Eh, tú -chilló una voz femenina-. Cámbiate de asiento y deja que la tía esa se siente aquí. Prefiero tenerla a ella como compañera que a tal insecto como tú.

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2015 ⏰

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