1

99 28 0
                                    

Mark entro al orfanato como todos los días, con una mochila sobre su hombro derecho en la cual guardaba varios libros de clases, desde libros de química hasta unos de historia, también traía dentro el mismo chocolate de todos los días, porque sabia que si no lo traía las cosas se complicarían. Se encontró con su madre en el escritorio de recepción, esta solo le dio un tierno beso en la frente y lo dejo ir a aquella habitacion con el numero 17 en la puerta, una habitacion que ya la conocía de memoria. 

Dentro de aquella habitacion hay un puñado de recuerdos que fueron ocurriendo al rededor de estos años que pasaron, como por ejemplo un maratón de películas, peleas de almohadas o simplemente charlas que duraban toda la noche. Aquellos recuerdos iban desde risas, bromas hasta llantos y peleas, esa habitación de cuatro paredes es el testigo principal de como la amistad de aquel niño que sostenía el helado de palito y el castaño, se hacia día a día mas fuerte

Dio leves golpes a la puerta para escuchar una dulce voz desde adentro que le permitió la entrada, asomo su cabeza con una media sonrisa, ganando un cansado bufido desde adentro que lo hizo sonreír divertido. Todas las mañanas sucedía lo mismo, llegaba al lugar, tocaba aquella puerta y se ganaba un bufido por parte de la persona dentro de aquella habitacion.

"Hoy no tengo ganas cejitas" hablo la persona desde dentro haciéndolo reír por aquel apodo que se volvió bastante familiar para el. El chico estaba acostado en su cama, tapado hasta la cabeza y con una computadora frente suyo. Mark pudo escuchar como voces salían de aquella computadora por lo que supuso que el menor estaba viendo alguna serie. El pelinegro negó lentamente cerrando la puerta detrás de el y caminando hacia el chico en su cama cerrando la computadora ganándose una mirada de enojo, cosa de todos los días "Odio cuando haces eso" gruño empujando la computadora hacia un costado "Ya te dije que no tengo ganas hoy dejémoslo para mañana" Mark negó.

"Sabes que mi madre me mataría si no te doy tus tutorias Ángel" el chico frunció su ceño ante el, ya odioso, apodo de Mark hacia el. Hace años lo venia llamando de esa forma, cuando tenían unos cortos cinco años fue la primer vez que aquel apodo salio de los labios del pequeño Mark, y hoy en día, ya con unos 17 años de edad en Mark y 16 años de edad de aquel chico con piel morena y cabello castaño, seguía siendo el mismo molesto sobrenombre.

"Cientos de veces te dije que no me gusta que me llames de esa forma Mark" gruño quitando sus sabanas de encima suyo, sentándose en la cama afrontando al pelinegro que reía cortito "Mi nombre es Donghyuck, Dong-hyuck" separo en silabas. Mark negó divertido "¿Algún día dejaras de llamarme así?" pregunto entrecerrando sus ojos. Mark se lo pensó un rato antes de responder.

"¿Tu dejaras de llamarme cejitas?" respondió con una pregunta, a lo que el chico, que llevaba el nombre de Donghyuck, negó extrañado pero muy seguro de su respuesta.

"Jamás" contesto cruzándose de brazos sobre su pecho. 

"Entonces ahí esta tu respuesta Ángel" sonrió grande ante el disgusto en el rostro del castaño "Jamas dejare de llamarte así" acerco su rostro hasta el del moreno susurrando aquello, a lo que Donghyuck poso sus manos en el pecho de Mark empujándolo lejos de el con una cara de un notorio asco. Mark sonrió al ver las cejas del menor fruncidas.

"Ya entendí, no te acerque así" se quejo saliendo de su calentita y cómoda cama, arrastrando sus pies por toda la habitacion "No se porque todavía estas aquí, ya te he dicho que no tengo ganas hoy de tus extensas y para nada entretenidas tutorías, que lo único que logran es quitarme bostezos" dijo con obviedad, Mark rodó los ojos al verlo agarrar sus auriculares del estante, rápidamente se los quito de la mano, ganando un quejido.

"Ya te dije porque, mi madre me matara si no te las doy, así que deja de hablar y siéntate en el escritorio" Donghyuck alzo su ceja y bufo molesto al ver como el canadiense  parecía decidido en darle aquellas clases, odiaba que Mark intente darle ordenes, y Mark lo sabia por eso de mala gana saco el chocolate de la mochila y se lo dio al moreno, quien sonrió con superioridad.

Ángel -Markhyuck-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora