2. El extraño en mi ventana

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Forcejeé contra el chico mientras me subía arriba de el para que no escapara. Extrañamente, el no opuso resistencia. Estaba sudando frío y sentía mucho coraje.

Agarré la capucha que le cubría la mitad del rostro y la tiré para atrás de un tirón. Ambos teníamos la respiración agitada.

No puede ser.

¿Qué carajos?

—¿Damián? —murmuré retrocediendo para salir de encima de el—. ¿Cómo mierda...? ¿El de las notas... eras tú?

—Puedo explicarlo —habló en voz baja poniéndose de pie también—. No saques conclusiones aún...

—Que mierda, Damian. En serio... —lo miré frunciendo el ceño, ¿todo este tiempo había sido el...? Tomé la nota sobre la cama y la abrí sin dejar de mirarlo a los ojos. La leí.

'No fue tu culpa.'

—¿Como es que tú sabías de todo esto? —Arrugué la nota y la tiré al suelo, él la miró unos segundos antes de volver a mis ojos.

—No puedo decírtelo.

—¿Me has estado espiando? —Lo miré enojada, sentía mis mejillas comenzando a enrojecerse por la rabia—. ¿Eres de la manada de Brick?

Se quedó en silencio los segundos suficientes como para que yo pudiera deducir algo más. La respiración se me aceleró.

—Estuviste pasándoles información sobre mi todo este tiempo.

—Eh... —tartamudeó negando con la cabeza.

—¡Responde! —grité abalanzándome a empujarlo contra la pared. El se echó para atrás, nuestras caras estaban a centímetros—. Si no respondes voy a gritar y llamaré a la policía por allanamiento a la morada.

Damián me miró de reojo y suspiró para asentir con la cabeza. Lo solté lentamente.

—No, no soy un hombre lobo. Tampoco soy de la manada de Brick.

—Entonces... como sabes acerca de los hombres lobo y todo eso... No lo entiendo. Más te vale que no me mientas.

—No puedo decírtelo... Alissa.

—¿Y esas notas? ¿Para qué me las dejabas? —Lo rodeé para apoyarme en la ventana en caso de que quisiera escapar—. ¿A qué estás jugando?

—Tenía información sobre ciertas cosas... Sabía que estabas involucrada e intenté prevenirte, pero no me hiciste caso.

—¿Como iba a hacerlo? No sabía quien carajos eras. ¿No era más fácil hablarme como una persona normal?

—No podía revelar mi identidad... esto no debió pasar...

—Claro que no debió pasar —lo interrumpí molesta—. Jamás debiste irrumpir en mi cuarto, ¿sabes el susto que pasé con la primera nota? Pensé que eras Brick, que entrarías a mi cuarto de madrugada para matarme, ¿acaso estás loco?

—Lo se... perdón. Intenté dejar claro en las notas que estaba de tu lado.

Me quedé en silencio, ¿debería creerle?

La ausencia de la bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora