4. (+18)

846 102 87
                                    

─ ¡Ka-Kageyama, mmh!

En los vestuarios del gimnasio de la preparatoria Karasuno, la inusual pareja celebrara una nueva victoria de su equipo en un partido contra el Aoba Johsai.

Había pasado un año desde que comenzaron su relación, tan bonita como inexperta.

A esas alturas, los de tercer año ya se habían graduado, y Ennoshita -su nuevo capitán-, los guiaba nuevamente hacia las nacionales.

Hinata y Kageyama habían construido su relación a base de experiencias nuevas y fascinantes.

Eran dos adolescentes buscando conocer todo del otro, buscando quedarse hasta lo más profundo de sus corazones.

Compartían lo que más amaban en el mundo, y eso ya era una gran ventaja.

Podían estar tardes enteras hablando sobre nuevas técnicas de voleibol, sobre nuevos movimientos por probar, sobre como patearían traseros una próxima vez.

Habían llegado a conocer facetas de la personalidad contraria que nadie más había sido capaz de ver, como exactamente en este momento.

Su primera vez no fue color rosa, ni tampoco hubo mariposas revoloteando.

Fueron largos momentos de juegos previos, preparación mental y física, una que otra discusión por la posición que le causara menos dolor al pelinaranja, besos húmedos en cada porción de piel que sus ojos captaban y en un principio dolor, mucho dolor, para ambas partes.

Kageyama sólo avanzaba cuando el otro asentía suavemente tratando de borrar las lágrimas que no podía detener, situación que preocupaba y tenía de los nervios al pelinegro.

Sumado a que, Hinata lo apretaba como un demonio. Sabía que el menor lo estaba pasando peor, por lo que aguantó lo más que pudo y siguió cada indicación que le daba su novio, prestando especial atención a sus facciones.

Para Hinata, fue casi traumático.

Casi, porque cuando se hubo acostumbrado al tamaño de su novio, fue una sensación que jamás olvidaría y que su cuerpo le seguía pidiendo.

Luego de su primera vez, lejos de dejar de intentarlo, los impulsó a querer hacerlo cada vez que podían, queriendo sentirse nuevamente parte del otro.

Pasaron varios meses de búsqueda por lo que les causaba más placer a ambos, probando cada idea que se les ocurría, que por lo demás, no eran pocas.

Incluso una vez se grabaron, pero los celos incontrolables de Kageyama los obligó a borrar todo el contenido porque Alguien podría ver esto, y me llevarían a la cárcel por sacarle los ojos. Soy joven, no quiero estar preso.

Y así, llevaban un año de novios, conociendo absolutamente cada punto erógeno en sus cuerpos, incitándose mutuamente con sólo una mirada.

Hoy, como algunas otras veces, celebraban teniendo sexo, del duro.

Esperaron a que todos se retiraran a sus hogares, y como era normal que ambos se quedaran a entrenar, nadie protestó.

Sí, claro, entrenar.

Kageyama mantenía a Hinata presionado contra la puerta y su pecho en contacto con la suave y resbaladiza espalda del menor, enterrado hasta la empuñadura dentro de ese cuerpo que lo volvía loco cada vez que remataba un balón.

Dio una estocada y se mantuvo ahí, escuchando los jadeos que soltaba Hinata.

Con una de sus manos presionó en la espalda baja de su novio, indicándole implícitamente que levantara un poco más el trasero para profundizar sus embestidas.

Quizás ♡ KageHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora