Chris... es Christina

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—¿Me puedes ir a dejar?— pedí a mi padre, Chandler. Tomé mi casaca de cuero negra que colgaba de uno de los ganchos pegados a la pared.

—¿Las palabras mágicas?—refutó con una expresión seria en su rostro.

—Apúrate o si no papá va a llegar y te retará nuevamente por estarme llevando a esas "satánicas competencias"—ocupé el término que usaba mi otro padre, Joey, para referirse a lo que hacía todos los días del año.

Él nunca estuvo de acuerdo con eso. Había tenido suficiente con Chandler en sus momentos de adolescencia pero le dejó hacer lo que quisiera -igual que a mi- con tal de seguir sus sueños y verlo feliz. Nunca lo fue a ver, tenían miedo de que al saber su relación -son gays- a Chandler lo molestaran y ya no le tuvieran el respeto que se había ganado todos sus años de competencia o simplemente lo echaran rompiéndole el corazón.

—Vamos que está por llegar y debo pasar a buscar a tu hermano —apagó el televisor, tirando el control en el sofá— Mataré dos pájaros de un tiro —extendió su mano hacia mi y yo la choqué con fuerza, seguida por el puño.

Papá estacionó a las afueras del lugar, que era simplemente un granero abandonado, el cual por dentro todos los corredores nos habíamos puesto de acuerdo y arreglamos; aunque por fuera seguía con la fachada antigua. La pintura roja de esos tiempos estaba café y cada vez se salía aun más, el pasto ya no existía, solo salía de esa tierra hierba mala, que ninguno de nosotros sacaba.

—Este lugar es una...

—Igual que mi habitación —le corté. Le dí un beso en la mejilla y bajé del auto. Hoy no me tocaba correr. Llegaba un nuevo integrante a esta familia y como tradición le tocaba correr con el mejor de los hombres, Jorge. Nunca me eh llevado bien con él y eso que tenemos muchas cosas en común; ego del tamaño del Everest, amor incondicional por los autos y el poder de todo este lugar. 

Entré abriendo de una sola patada la gran puerta. Tiré mi casaca en un pequeño sofa, pegandole a Rick que dormía plácidamente en él. Seguí mi pasó ignorando su grito de frustración.

—Hey, Montre! —llamó Jorge a gritos desde el otro lado del granero. Su voz era grave, capaz de hacerte imaginar cientos de cosas dicha por esa voz. Llegó a mi lado y saludó con un asentimiento de cabeza, que hizo que su pelo castaño se moviera un poco de su lugar.

—¿Qué pasó Donovan?—pregunté llamandole por su apellido, algo que odia. 

—No me llames así —reclamó haciendo un ligero puchero.— Llegó el pajarito nuevo. Le dicen Chris, viene de otro estado, creo mucho que de California. Averigüé más de...

—¿Chris?—exclamé sorprendida. Se supone que era hombre, no mujer. No tendré que confiar más en este patán.

—Si, tú competencia —me mandó un leve empujón con su hombro. 

Lo miré de mala gana.

—Ken Block es competencia... ella es solo un... un... —empecé a repetir lo último moviendo exageradamente mi mano. Nunca eh sido buena para los insutos, se me ocurren despues de que los necesito.

—Pues Ken nunca vendría a un lugar así —dió la vuelta en el mismo lugar apuntando nuestro "segundo hogar". Enarcó una ceja y se fue. 

Decidí seguirlo, en  minutos debía correr. En minutos conoceré a quien llegó a este territorio. Mi territorio. Ninguna chica desde hace 2 meses se ha atrevido a desafiarme. Y cuando lo hacen pierden. 

Ya todos estaban en sus posiciones; los dos autos, un Mustang Cobra y un Camaro z28. Ambos eran buenas elecciones ya que era en pista recta y se les haría más fácil con esas dos joyitas. La gente de a poco se posicionaba a las orillas de la pista, espectantes por la carrera. Los demás veían con asombro los autos, tal cual yo en estos momentos. Que rabia no tener el dinero suficiente y poder comprar mi propio auto. Vivo de los autos de mis amigas. Si no me lo prestan, se los saco a escondidas. No es robo ya que se los devuelvo, no? 

BIRTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora