Después de la cena con Bruno estaba agotada. Ya era bastante tarde y mañana debía madrugar así que apenas llegué a casa me di una ducha y me puse el pijama para acostarme. Iba a conectar el móvil a su cargador cuando me llegó un mensaje.─"Amber, soy Zack. Solo quería asegurarme de tener bien guardado tu número."
La verdad es que recibir aquel mensaje me sorprendió, pero era comprensible.
─"Zack! Sí, soy yo." ─contesté tecleando rápidamente.
─"Por cierto, también quería decirte que a sido genial conocerte, espero verte más a menudo por aquí."
─"Siempre y cuando me enseñes a hacer skate, no lo dudes :)"
─"Jajaja, tranquila que cumpliré. Deberías plantearte comprarte un skate propio, podemos ayudarte a elegir uno si lo necesitas."
─"Sería genial!" ─la verdad es que no podía depender de sus tablas cada vez que fuera a practicar. ─"Bueno, hablamos mañana."
─"Buenas noches." ─se despidió.
A los pocos minutos vi que me habían agregado a un grupo llamado "El bunker" donde estaban todos. A continuación apagué el móvil y me acosté.
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El día siguiente trascurrió con tranquilidad. Por suerte no tuve literatura universal y tampoco me crucé con Connor en los pasillos. Tampoco parecía haber rastro de Tiffany. Llegó la hora del almuerzo y no había tenido ningún encontronazo con nadie, parecía que la gente ya se había acostumbrado a verme porque no me prestaban la más mínima atención, cosa que agradecí.
Me encontré con Addison y con Anie antes de ir a la cafetería caminando tranquilamente. Cogimos nuestro almuerzo y nos sentamos en una mesa apartada para poder estar a gusto.
Al poco rato, Connor y su grupo se sentaron en la mesa más cercana.
─He oído que la nueva es huérfana. ─dijo uno de los chicos elevando la voz lo suficiente para que pudiésemos oírlo.
No me inmuté. Sé de lo que van estos juegos y cuanto más los ignores, mejor.
─Seguro que su madre se suicidó, yo también lo haría. ─dijo otro siguiendo el ejemplo de su amigo.
─Amber, ¿quieres que nos vayamos? ─preguntó Addison algo preocupada.
─No, quiero ver como acaba esto. ─contesté frunciendo ligeramente los labios, gesticulando una tenue sonrisa.
─Seguro que está aquí porque es la caridad de los servicios sociales. ─insinuó Connor sosteniéndome la mirada.
Todos los de la mesa y algunos cercanos a la zona comenzaron a reír a carcajadas. Connor me miró con satisfacción. La verdad es que finalmente me apeteció seguirle el juego.
─No llores, niñito de papá. Aún que me lo pagasen los servicios sociales no sería muy diferente a vosotros. Que yo sepa el que paga tu estancia aquí es tu papá, tú eres su obra benéfica. ─le reté con la mirada.
En ese momento todos callaron y vi la mirada de recelo de Connor.
─Que os aproveche. ─dije levantándome de mi sitio mientras alzaba mi dedo corazón.
─¡Joder! ─exclamó Addison. ─Los tienes bien puestos, Amber.
Las tres salimos de la cafetería con la cabeza alta y nos dirigimos a nuestra próxima clase sin detenernos a escuchar ningún otro comentario.
No tuvimos más incidentes ese día. Probablemente Connor y su grupo tendrían el orgullo por los suelos y eran conscientes de que no debían retarme o bien estaban intentando preparar otra demostración de su masculinidad frágil.
Por la tarde tenía que volver a encontrarme con Connor, cosa que no me hacía especial ilusión, pero en el fondo sabía que esta podía ser una gran oportunidad para conseguir información relevante para el caso.
Al llegar a casa no hice gran cosa, me puse al día con algunas tareas y decidí descansar un poco. Algo después decidí cambiarme para no ir con el uniforme a la biblioteca. Me puse unos pantalones de chándal anchos de color gris y un crop top blanco. Me calcé mis Air Jordan 1 y cogí una chaqueta fina por si hacía frío a la vuelta. Agarré mi mochila y me dirigí al lugar de encuentro mientras escuchaba mi música favorita.
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Llegué a las escaleras de la biblioteca a las seis menos cinco, puntual como siempre. Decidí entrar para poder ir preparando mi portátil y acomodarme antes de que Connor apareciera. Para mi sorpresa, al llegar a donde habíamos acordado, él ya se encontraba allí sentado leyendo tranquilamente.
─Pensaba que no vendrías. ─le dije mientras me acercaba a él.
─Pues aquí estoy. ─bufó. ─Date prisa, cuanto antes terminemos, antes podrás dejar de verme la cara.
Su hostilidad me impactó.
─¿Por qué estás tan enfadado? ¿Aún te duele lo de la cafetería? ─pregunté con malicia.
─No eres tan importante en mi vida, Grace.
─Llámame Amber, Grace no me gusta. ─dije. ─En cualquier caso, deberíamos ponernos a trabajar como has dicho. Lo primero es elegir un libro. ¿Alguna sugerencia?
─Haremos lo que tú prefieras. ─dijo de mala gana.
─Connor, sé que no somos amigos, pero necesito que te tomes esto en serio.
Connor suspiró.
─Está bien. Me gusta cualquier obra de John Green. También estoy abierto a otro tipo de géneros.
─Me sorprende que leas novelas con un trasfondo romántico, no parece que vaya contigo. ─observé.
─Las leo por diversión, el amor no existe. ─dijo.
—Suenas como un amargado. —critiqué levantando una ceja.
—Soy realista. El amor es una reacción biológico-química adictiva. Pero, al igual que una droga, su efecto dura poco. Más que amor es atracción. El amor perfecto que se proyecta en las novelas es inexistente. —argumentó con seguridad con una tono de superioridad como si se tratas de la cosa más obvia del mundo.
—Tranquilo, Einstein. —reí ante su seriedad. Rápidamente vi como su mirada se tornaba más oscura. —¿Por eso te codeas con una chica cada noche?
—¿Qué más te da, Grace? —dijo jocoso.
—Solo curiosidad, volvamos al trabajo.
Alrededor de una hora después, el proyecto estaba acabado y, sorprendentemente, nos habíamos compenetrado bastante bien durante la realización del mismo.
Ambos salimos de la biblioteca en silencio. Al llegar al pie de la escalera lo miré.
—Nos vemos en clase. —me despedí cortésmente.
—Adiós. —respondió toscamente y comenzó a caminar.
Saqué mis auriculares y reproduje una de mis playlists. Al comenzar a andar camino a casa me di cuenta de que ambos íbamos en la misma dirección. ¿Viviría cerca de mi apartamento? Francamente, lo dudaba mucho, seguro que vivía en la zona más cara de Nueva York.
Un movimiento ágil frente a mí me sacó de mis pensamientos, poniéndome alerta.
—Grace, eres una acosadora, ¿lo sabías? —dijo Connor, quién se había girado quedando frente a mi.
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Secretos de una infiltrada
RomanceAmber es una joven que trabaja para una empresa de espionaje. Su jefe le encarga una misión en la cual su papel es fundamental y debe mudarse a Nueva York para poder cumplir con lo exigido. Allí, se debe infiltrar en los negocios de Hans Bennet, un...