· • ❝〔Capítulo 8〕❞ • ·

183 32 2
                                    

—¡Jaemin! —La voz de Haechan apareció lejos, junto a la puerta de entrada que apenas había cerrado para introducirse al departamento y como impulsado me levanté del piso y salí de mi habitación.
Miré a Haechan.

—Hola —musité.
—¿Dónde está Jeno? —preguntó, dejando su bolso sobre el sofá.
—Se fue.
—¿Cómo? ¿Vino y se fue?
—Sí. —Me encogí de hombros—. Me dijo que lo disculpara contigo pero que tenía que irse. —Tragué saliva escandalosamente.

—¿Estás bien?
—¿Yo? Claro, ¿por qué no he de estarlo? —farfullé, queriendo sonreír.
—Pues, te conozco y pareces nervioso.
—¿Nervioso? ¿Yo? —Reí—. No, para nada.

—Jaemin. —Me miró, con esos grandes ojos color chocolate que me acusaban conjeturantes— Ay, ¿sabes qué? Olvídalo. —Manoteó restándole importancia al asunto—, vengo muy cansado hoy. —Bostezó y luego miró hacía la mesita de centro—. ¿Y esta rosa?
Abrí los ojos como platos.

—Eh... emm... —tartamudeé.
—¿Te la dió Jisung? —especuló con el rostro ansioso.
—Jeno —solté.
—¿Te la dió Jeno? —Su ceño se frunció, y la voz se le bañó radicalmente de un matiz de confusión.
—Emm... ¡No! Quiero decir que Jeno te la dejó a tí, es para tí —dije, mientras sentía que la fierecilla pataleaba y gritaba: ¡Mía, mía, mía!

—¿Hizo eso? —Su semblante cambió de nuevo y se volvió tierno y dulce, como era— Aww, qué lindo es. —Se acercó a la rosa y la tomó para luego percibir su aroma—. Tengo que ponerla en agua —Sonrió y yo suspiré, aliviado y con pesar.

Aliviado porque había salido del lío que por poco y se iba a armar, y con pesar porque la rosa ahora estaba en las manos equivocadas, que irónicamente eran en las que deberían de estar.

Me senté en una de las sillas del pretil mientras veía cómo Haechan sumergía el tallo de la rosa en el agua de un florero pequeño.
—¿Y qué tal tu día con Jisung? —preguntó mi amigo.
—Genial —musité con aplomo.
—Ay pero lo dices como si no te hubiera gustado. —Su aguda voz se acercó cuando él se sentó a mi lado.
—No, es que estoy cansado, ya me conoces. —Sonreí.

—No es justo, ¿sabes? —dijo.
—¿Qué cosa? —Lo miré.
—Que no pueda pasar tiempo contigo. Dios, ¡eres mi mejor amigo y casi ni hablamos! Yo con mi trabajo y con... Jeno.
—Pero Haechan, vivimos en el mismo departamento, como queríamos desde pequeños, ¿recuerdas?
—Sí. —Sonrió—, y aun así casi ni te veo. No es justo.

—Está bien. Tenemos los domingos —dije.
—Un día de siete. —Hizo un mohín.
—Me gustaría pasar más tiempo contigo, Haechan; como cuando éramos niños, pero ya no lo somos. Tú tienes trabajo y yo muchas cosas que hacer. Pero al menos lo compartimos y eso es lo que cuenta.

—Me siento muy afortunado, ¿sabes? —Suspiró— Tengo el mejor amigo del mundo y el novio más apuesto del planeta. —Rió—. Además del trabajo que quería —agregó.
No sabía por qué me sentí culpable cuando él dijo "el mejor amigo del mundo" y celoso cuando dijo "el novio más apuesto del planeta".
Sonreí y lo abracé. Si había un amigo excelente, ese era Haechan. No yo.

—Tengo que dormir, Haechan —dije.
—¡Ay, no! —exclamó, como niño pequeño— ¿No vas a cenar?
—Estoy cansado.
—¡Vamos! Cena conmigo, ya van varias veces que me dejas cenando solo. —Hizo un puchero y me reí.
—Está bien. ¿Qué cenamos?
La sonrisa de Haechan se expandió alegre por su rostro.

Miré a través de la ventana el cielo completamente oscurecido y conté las escasas estrellas que había esa noche. Miré luego el reloj, iba a ser la una treinta de la mañana y yo aun no podía dormir. Me acurruqué entre la cobija y suspiré.

𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗣𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 ✘ ⁿᵒᵐⁱⁿ ᵛᵉʳ⋅ ❲𝚊𝚍𝚊𝚙𝚝𝚊𝚌𝚒𝚘́𝚗❳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora