· • ❝〔Capítulo 11〕❞ • ·

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El chillido del tocino sobre la casuela caliente tronaba en mis oídos y el aroma que éste desprendía hacía que mis tripas se quejaran de hambre. Apenas había conseguido sobrevivir ayer, tenía que admitir que me dolía bastante el corazón al verlos reír y abrazarse, y ni hablar de cómo se me partía cuando se besaban.

Serví el tocino sobre el plato amarillo en donde ya estaban un par de huevos revueltos, me senté a comerlos, tratando de no traer a mi mente los recuerdos de ayer, porque dolía, de verdad dolía.

Cuando terminé de comer, lavé mi plato y salí del departamento; hoy tenía que ir con Chenle a contarle todo, porque aunque yo le llevara algunos años de diferencia, él era increíblemente maduro, su manera de pensar me fascinaba y me dejaba sorprendido, y yo le tenía la confianza suficiente como para ir y contarle mi secreto inconfesable.

Lo saludé en cuanto lo ví, su polera amarilla fue lo primero que capté en la oscuridad del laboratorio antiguo, pero luego su cara de ángel atrajo mi atención.

—Me tienes abandonado —me dijo, bromeando.
—Lo sé, lo siento.
—¿Trajiste material nuevo? —Me sonrió, entusiasmado.
—No, en realidad no traigo fotos ahora —vacilé—. La verdad tengo algo que contarte.
—¿Jisung preguntó por mí? —Sus ojos destellaron encanto.
Reí.
—No la última vez, pero sí lo hace.
—Oh… —musitó.
—Vayamos a tomar un café, ¿quieres?
—Claro —aceptó.

Salimos y recorrimos algunas calles, hasta que nos sentamos en un café cercano.

—Bueno, dime, que me estoy muriendo de la curiosidad —me instó, palpándome el brazo.
Sonreí nervioso y la expresión me cambió al instante.
—¿Por qué esa cara? —me preguntó, preocupado.
Pensé que decirlo así, sin tantos rodeos, era la mejor opción, así que hablé rápido y sin tropiezos.
—Estoy enamorado del novio de mi mejor amigo —dije, atropellando las palabras.
—¡Q-q-qué dices! ¡Oh! Cuéntamelo todo, ¿eh? —Su bello semblante de ángel se puso atento, inclinándose hacía adelante un poco— Tengo bastante tiempo.

Me le quedé mirando, sorprendido y divertido por su reacción. Él interpretó perfectamente mi silencio.
—Oh, lo siento —dijo, tranquilizándose—. Cuéntame —Volvió a recargarse en el respaldo de la silla.

Le conté la historia desde el principio, el tiempo nos sobraba a ambos y, desahogarme con Chenle me resultó más sencillo de lo que esperaba. Él era un chico que me entendía y comprendía más de lo que lo hubiera podido hacer Mark o Jisung. En el transcurso de la charla, lo veía hacer expresiones de sorpresa y otras de que estaba sumamente atento; todo eso me recordó a Jisung, ambos tenían un rostro expresivo pero de ángel.

Cuando terminé de contarle, el silencio que guardó me hizo sentir nervioso y comencé a enrollar mis dedos entre el blanco mantel de la pequeña mesa redonda.

—Es el chico de las fotos, ¿no? —preguntó.
—Sí.
—Lo sabía —dijo y sonrió con autosuficiencia.
—¿Qué sabías? —pregunté, confundida.
—Jaemin, los ojos se te veían brillar cuando hablabas de él, y vaya que es apuesto el muchacho, ¿eh? —Soltó una risotada.
—¿En serio? —dije, afligido. Si él lo había notado, ¿Jeno se habrá dado cuenta de cómo es que late mi corazón cuando está cerca?

—Lo amas —puntualizó.
—¿Amarlo? ¿Estás loco? ¡Claro que no! —Chillé, escandalizado. No había llegado hasta ese punto, aún.
—Claro que sí, Jaemin, se te nota. Amar y enamorarse no es lo mismo; enamorarse es disfrutar de todas aquellas sensaciones que se sienten al ver a la persona… “especial” —Hizo las comillas con los dedos—. Pero cuando amas, ya empiezan a doler.

Me quedé en silencio, sopesando sus palabras y al comprender, se me cayó el mundo encima. Él tenía razón. Yo… lo amaba. Dejé salir un leve gemido.

𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗣𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 ✘ ⁿᵒᵐⁱⁿ ᵛᵉʳ⋅ ❲𝚊𝚍𝚊𝚙𝚝𝚊𝚌𝚒𝚘́𝚗❳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora