Los días habían pasado rápido, ya eran dos semanas desde que estaba huyendo de ciudad en ciudad, aviones privados, autos, trenes, está harto de pasar tanto tiempo en viajes, solo quería saber algo de Guillermo, quería saber que estaba pasando, si debía llorar su muerte o seguir con el plan, necesitaba saber si lo esperaría el resto de su vida con café recién hecho sobre la mesa y un sándwich especial como a le gustaba; aun no tenía la menor idea de cómo lucia su destino final, no sabía si viviría en una pequeñísima casa a las afueras del pueblo o si los planes habían cambiado a ultima hora y ahora viviría corriendo de un lado a otro el resto de lo que le quedaban de años, nadie le decía nada y estaba cansado de ser tratado como un idiota.
Y ahí estaba otra vez, sentado en la cabina privada donde fue subido bajo la excusa de siempre "Señor Vegetta, este tren lo llevará a su futuro hogar, le va a encantar el lugar que Guillermo eligió para usted" la misma frase una y otra vez, ya la había memorizado a la perfección, todos hacían las mismas pausas y ponían la misma sonrisa que se supone que debía tranquilizarlo, confortarlo.
Dirigió sus ojos amatistas adornadas por bolsas y círculos oscuros a la gran ventana de la derecha, todo era muy verde, los suelos llenos de cultivos dorados por el trigo y un imponente mar que se podía observar a lo lejos adornado por la anaranjada puesta de sol, y lo supo, sabía que este era aquel lugar del que tanto hablaban en las noches de pesadillas o insomnio, lucía tal como en las promesas.
Su estómago dio un vuelco por los nervios y apretó sus piernas con sus manos, sus palmas estaban comenzando a sudar y sus ojos se llenaban de lágrimas, recordó como Guille le contaba el plan y le relataba lo felices que serían ahí, libres de todo, como sería por siempre suyo, lo precioso que era el lugar con las vistas verdes y doradas, las montañas llenas de flores, como se imaginaba que pasarían las tardes en la arena blanca corriendo o en el mar turquesa nadando juntos, pero ahora, no estaba seguro de si todas esas promesas podrían ser cumplidas algún día.
La voz del alto-parlante resonó indicando que era la última parada, era la hora de enfrentar su más grande miedo, tener que avanzar y comenzar una nueva vida sin su Willy.
Había órdenes estrictas de que nadie debía saber el último paradero de Samuel, todos sus hombres de seguridad pensaban que el lugar a donde lo enviaban era en el que se quedaría, ni siquiera podían saber su verdadero nombre, así que lo llamaban por aquel patético apodo que le había puesto Willy cuando iban juntos a la escuela. Estaba muy agobiado, solo quería volver a escuchar su voz llamarle entre risas, sus brazos enredándolo y sus besos en la frente, lo único que deseaba era que al final de aquel pasillo estuviese él esperándole con los brazos abiertos, listo para decirle que no siguió el plan, que decidía ser feliz con él, que decidía quedarse a su lado.
Tomó la maleta y camino hasta el lugar que tenía indicado, vio a dos policías y su corazón se detuvo por unos segundos, podría jurar que se volvió tan blanco como un papel, sentía que se iba a desmayar en ese momento.
-¿Samuel De Luque?
Y ahí fue cuando sentía su mundo caer por segunda vez, estaba acabado, nada había salido bien, jamás iba a poder ser feliz con Guille.
-El famoso Vegetta, tío.- el oficial más bajito rió despacio y le regalo una sonrisa cálida.- Fargan me ha contado mucho de ti y de su otro amigo Willy.
Sus sentimientos a flor de piel causaban las manos temblorosas y las lágrimas acumuladas en las esquinas de sus preciosos ojos. Su voz temblaba y las palabras se atoraban en su garganta sin poder salir, quería ponerse de rodillas y llorar, suplicar por que le dijeran algo de Guillermo, suplicar por su vida como no puedo en aquel momento.
-Hombre que debes de estar hambriento, mírate, estas muy pálido. Te llevaremos a tu casa y pediremos algo de comer. -Fargan le quito la maleta de las manos para pasársela a Alex y darle órdenes para que se adelantara al auto de policía, cuando por fin estaba a una distancia prudente como para no ser escuchados por su compañero de turno, se inclinó hacía el y susurró con una sonrisa preciosa.- Estas a salvo aquí, Samuel, todos tus secretos lo están.
Caminaron juntos hasta el auto en el que ya los esperaban y Fargan condujo hasta una gran muralla de piedra con enredaderas, una enorme puerta de madera resaltaba para sus ojos purpuras que, en ese punto, no lograban distinguir la nueva casa a causa de los rayos del sol, el cual se estaba escondiendo justo detrás de la imponente fortaleza de piedra.
-Debemos bajar aquí, te mostraremos todo.- el de ojos amarillos salió del auto rápidamente y abrió su puerta para que bajara sin problemas, el muchacho del casco bajó el bolso del maletero. Dieron unos pasos hasta llegar frente a la puerta.- Aquí están las llaves de su nuevo palacio, alteza, todas están etiquetadas para que no olvides de donde son.- sacó del bolsillo de la chaqueta un gran juego de llaves para entregársela con una gran sonrisa.
Tenía muchos años que no era habitada la mansión Díaz, desde que los abuelos de Guillermo fallecieron y se la dejaron, la limpiaban a profundidad dos veces por mes para mantenerla en excelentes condiciones y nadie en el pueblo conocía al actual dueño ni quien era el que contrataba a la compañía de limpieza, todo lo manejaban muy silenciosamente por ahí.
Abrió la puerta y tuvo que empujarla con más fuerza de la esperada, cedió con un fuerte chirrido, dejó pasar a los agentes delante de él, las estatuas, las antorchas ardiendo, las gigantescas escaleras que se erguían a los costados de la torre del centro, los preciosos jardines llenos de preciosas rosas rojas con enormes espinas que rodeaban todo el muro. No podía evitar imaginarse a Willy ahí a su lado con una sonrisa que provocara que sus ojos se vean aún más pequeños, con su traje que lo hacía lucir cien veces más imponente de lo que ya lo hacia su estatura y su precioso cabello blanco.
-Por este lado, aquí está el ascensor.- La voz calmada de Fargan lo trajo de nuevo a la tierra y camino despacio detrás de ellos, subiendo las pequeñas escaleras para entrar en el precioso y moderno ascensor con las paredes de cristal, en verdad estaba maravillado.-Y este es el destino.-Movió su cuerpo a un lado dejando ver un puente de piedra que daba a una enorme puerta y los muros con guardias en la cima.
La puerta fue abierta dejando ver lo que parecía otro mundo, con una cascada y un riachuelo, arboles, sembradíos, gente de mantenimiento y corrales con animales; la imponente mansión de color crema y ventanales violetas se veía aun más magnifica que cualquier cosa que pudo haber imaginado,era todo un palacio y era todo para él.
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Partners in Crime | Wigetta/Rubegetta | KarmalandAU
FanfictionDonde Willy mete a Vegetta en negocios ilegales y necesitan usar su plan de huida. O donde Vegetta encuentra a alguien más para hacer su nueva vida; pero si Vegetta no es suyo, no sera de nadie. Wigetta💜💚/Rubegetta💜💙 en un AU de Karmaland. Liger...