Asentí con la cabeza y me di vuelta para ir a buscarla, me paré en seco. No conocía a este hombre ni la relación que tenía con mi abuela. Podría ser alguien intentando estafarme y manipularme para conseguir el collar. Ahora sabía que por alguna razón, es algo muy valioso.
¿Cómo sé que puedo confiar en él?
"¿Qué pasa?" Dio unos pasos hacia mí.
" Necesito que me demuestres que puedo confiar en ti."
Parpadeo incrédulo y dejo escapar una risa. Al ver que no me causaba gracia, dejó de reír. Suspiró y se sentó en la silla de mi escritorio, dando un sorbo a la taza de café que había dejado sobre este.
"Si me das la carta, te lo puedo demostrar."
"¿Cuál era tu relación con mi abuela? ¿Cómo es que la conociste?"
"Okay, okay." Dijo derrotado.
Me senté sobre mi cama y lo observe, expectante. Por alguna causa, ya no sentía miedo a pesar de que hace unos minutos pensaba que me iba a matar. Mi instinto me decía que podía confiar en él, pero mi cabeza me decía otra cosa.
"Margaret tenía un pacto conmigo que era inquebrantable hasta su muerte. Básicamente, ella podía controlarme y yo debía protegerla. El collar que te dejó, la gema que tiene, digamos que es parte de mí. Es por eso que al sostenerla, podía invocarme." Dijo mientras agarraba un mechón de su cabello y lo inspeccionaba.
" Y así fue como me encontraste, te invoqué accidentalmente." Me levanté de la cama al darme cuenta.
"Hmm... eres un poco lenta."
"Sigue." Dije, girando los ojos.
"¿Qué más quieres que te diga? Ya contesté tu pregunta." Soltó el mechón de cabello y volteó a verme.
"¿Eres humano?"
"No, soy Hades."
Me quedé inmóvil, el miedo comenzó a surgir de nuevo. Se me heló la sangre al escuchar ese nombre. El hombre se soltó a carcajadas y le lancé una mirada con odio.
"¿En serio creíste que era Hades?" Dijo entre risas tratando de controlarse.
No me agradaba en lo absoluto, tenía la personalidad de un sociópata.
"No, no soy humano y esa es otra historia. Ahora, la carta." Recobró la compostura y hizo señas con la mano para que fuera por ella.
A pesar de mi disgusto hacia su persona, caminé hacia mi armario y lo abrí. Me agaché y moví la ropa a un lado para revelar una vieja caja de zapatos en el fondo. Estiré mis brazos para agarrarla y la coloqué en el escritorio. El hombre dejó la taza ya vacía sobre este y se inclinó hacia la caja, esperando a que la abriera.
"¿Cuál es tu nombre? Es sólo justo que me lo digas, ya que tú sabes el mío."
"Eres muy molesta." Cerró los ojos y volvió a recargarse en el respaldo de la silla.
No dije nada, abrió los ojos y se me quedó viendo. Resopló y comenzó a dar pequeños golpecitos con el puño al brazo de la silla. No lograba entender por qué era tan misterioso y se rehusaba a dar información.
"Serkan... ¿Puedes ya darme la maldita carta?"
Era un nombre peculiar, no lo había escuchado antes. Quité la tapa satisfecha y revolví el interior de la caja. Vi el sobre con la letra de mi abuela y lo agarré, entregándoselo. Lo tomó desesperado y lo abrió, sacando la carta de su interior. La desdobló y la escaneó por unos breves segundos, la volteó y volteó tratando de encontrar lo que fuese que estaba buscando.
"¿Qué?"
"Shh."
Se paró con la carta entre sus manos, paseando por mi recámara. Su ceño estaba fruncido mientras se concentraba. Me senté en la silla observando sus movimientos. De pronto, se detuvo. Incliné mi cabeza de lado, no entendía qué buscaba.
"¿Qué buscas?"
Me ignoró, su mano se envolvió en llamas. Retuve la respiración por instinto, vi como la acercó lentamente hacia la carta. Me pare de golpe y corrí hacia él tratando de quitársela para que no la quemara. Con su otra mano me detuvo y salí impulsada hacia el suelo cuando de ella salieron llamas. Caí de sentón y vi horrorizada como prendía en fuego la carta.
"¡NOO!" Corrí hacia él.
Traté de arrebatársela para extinguir a tiempo el fuego y salvarla. Sin embargo, al mirar por encima de su hombro, vi que el papel no se estaba quemando. Letras en llamas naranjas comenzaron a rebelarse entre las oraciones que ya estaban escritas. Me resbalé de su espalda y me puse a su lado, contemplando en asombro.
"En verdad no sé cómo puedes ser su nieta, no tienes ni la pizca de inteligencia que tenía ella."
Sonrió de lado, sus ojos brillando de la emoción como aquellos de un niño pequeño. Ignoré su insulto y traté de leer lo que decía. Estaba en otro idioma que no lograba descifrar cuál era.
"¿Qué dice?"
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Bloodstone
FantasyUna gema dada como un pequeño obsequio, un asesino solitario y una chica que se ve involucrada en un mundo del cual ignoraba su existencia.