—Tenemos que convertirte en la favorita del público.
Ya habíamos pasado por muchos altibajos juntos, por demasiados intentos para dar sentido a aquella relación. Y estaba claro que, si lo íbamos a conseguir, aún nos quedaba un largo camino por delante.
No sabía qué significaba aquello para nosotros. O si aún valía la pena preocuparse de ese «nosotros».
—Me dijiste que no confiabas en mí —dije—. El otro día te divertiste humillándome, y ayer básicamente dijiste que te avergonzaba. Y, apenas hace unas horas, cuando te han sugerido que te casaras conmigo, te has puesto hecho una furia. Perdóname si ahora mismo no me siento tan segura de nuestra relación.
¿Estaría yo destinada a decir algo fuera de lugar, a hacer una mala elección?
—Me hiciste sentir orgulloso de ti, America. A veces me sorprenden las cosas que dices, pero no sé por qué. Siempre has sido más fuerte de lo que pensabas.
—¿Desde cuándo ha habido algo en nuestras vidas que sea justo?
Éramos amigos que se habían dado cuenta de que no querían estar el uno sin el otro.
No me daba miedo el rey. Ni tampoco los rebeldes. Sabía lo mucho que me importaba Maxon. Estaba segura de que, de algún modo, todo iba a salir bien.
—Estás ahí tendida, con una herida profunda en el brazo, y encima intentas consolarme. Eres de lo más absurdo.
—America —respondió ella, con gesto comprensivo—, tú siempre tienes malas ideas. Tus intenciones son muy buenas, pero tus ideas siempre son horribles.
—Ve, súbdito fiel, y paga tu deuda para con el rey —dije, señalando hacia los tronos.
Celeste había sido educada para hacer gala de una belleza muy concreta, basada en ocultar cosas, en presentar las cosas a su manera y en procurar estar perfecta en todo momento. Pero hay otro tipo de belleza procedente de la humildad y la honestidad. Esa era la que lucía en aquel momento.
—¿Qué era eso? —le pregunté, haciendo un gesto con la cabeza hacia la puerta.
—Oh, Celeste quería dejarme claro que, si te hacía algún daño, me haría llorar —me dijo con una sonrisa.
Cuando me miraba así, podía olvidarme de todo lo que nos rodeaba. Y lo hice.
—¿Le quieres? ¿Le quieres aunque solo sea un poco?
El rey ladeó la cabeza.
—Qué triste, Maxon. Parece que tiene que pensárselo.
—Dilo, America. Por favor. Dime que me quieres, que quieres ser solo mía.
—Se me ocurren unas cuantas maneras de demostrarte lo que me haces sentir — susurró.
—¿Qué es lo que has dicho?
Sonreí.
—Que te quiero.
—¿Una vez más, por favor? Solo...
Cogí sus manos con las mías.
—Maxon Schreave, te quiero. Te quiero.
<<Dormiría en el suelo, a tu lado, si tú me dejaras.>>
<<Ojalá fuera algo que pudiera conservar y compartir con el mundo para poder decirle al universo entero: así es, esto es lo que se siente cuando te enamoras.>>
<<Me dijiste que para hacer las cosas bien uno de los dos tenía que saltar y lanzarse al vacío. Creo que ya he descubierto el barranco que había de saltar, y espero encontrarte esperándome en el otro lado.>>
—Rómpeme el corazón. Rómpemelo mil veces, si quieres. De todos modos solo ha sido tuyo, desde el principio.
—Te quiero —dijo simplemente—. Debería habértelo dicho hace mucho tiempo. Quizás así habríamos podido evitar muchos errores estúpidos. No obstante —añadió, sonriendo—, a veces pienso que son precisamente todos esos obstáculos los que han hecho que te quisiera tanto.
Al fin y al cabo, esto no es un final de cuento de hadas.
Es mucho más que eso.
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Frases
RandomVoy a publicar tanto frases de libros entre otras que escuche o yo misma piense :)