Capítulo 3

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Elsa mantenía su poderosa mirada azul brillando furiosa sobre la de Hans. La risa que profesaba atravesaba estridente sus oídos, y el dragón tras ella seguía su letanía eufórica de gruñidos. Toda esta situación comenzó a bullir rápidamente dentro de su estómago. Se encontraba furiosa.

Realmente furiosa.

Entonces alzó su mano derecha decidida a hacer algo contra el hombre que tenía frente a ella. Pero de su mano salió apenas unos cuantos copos de nieve y pequeños pedazos de hielo. Sorprendida, Elsa miró sus manos. Ninguna magia salía de ellas. En cambio, las sentía torpes y pesadas.

-¿Qué está pasando? – intentó decir, pero de su garganta no salió palabra alguna. Aun podía sentir el calor dentro de ella, eran los efectos que habia dejado el haber estado tan cerca de una poderosa criatura mágica portadora de fuego como lo era el dragón.

Hans al verla intentar inútilmente crear su magia de hielo, volvió su risa aún más estridente. Y eso hizo crecer su ira. Elsa se incorporó flaqueando un poco. A lo mejor no tenía sus poderes en estos momentos, pero su dignidad de reina la empujaba a enfrentarlo de frente. Sus hombros cuadrados, su postura recta y sus manos apretadas en puños fuertemente a sus costados.

Y cuando sentía que estaba a punto de derrumbarse nuevamente por lo débil que sentía su cuerpo, un ruido acercándose hacia ellos los distrajo de pronto.

-¡Reina Elsa! – el muchacho que habia visto la primera vez se acercó a ella, tomándola por los hombros al verla tambalear.

Recargó su peso contra él sin poder evitarlo. Demonios, odiaba sentirse así. Era reina de Arendell, portadora de una extraordinaria magia. Pero en estos precisos momentos no podía sentirse extraordinaria como aparentaba puesto que comenzaba a caer otra vez en un lento desvanecimiento.

Miró al terrible pirata frente a ella antes de cerrar sus ojos, y se extrañó de ver como el semblante burlesco habia sido reemplazado por uno extrañamente serio.

o-o-o-o-o

Hans vio como la rubia se desvaneció en los brazos de Waltz y frunció el ceño.

-¿Por qué esta tan débil?

El menor volvió su mirada carmesí hacia su capitán.

-Son los canalizadores. – habló despacio viendo las pulseras alrededor de las muñecas de Elsa. – Aún siguen acostumbrándose a ella. A su magia. Siguen tomando de su energía. – entonces Waltz frunció el ceño para sorpresa del pirata. – Hans, te dije que la dejaras en paz. Al menos necesitara unos cuantos días más para acostumbrarse a ellos.

El mayor bufó.

-Paz es lo único que esta mujer no tendrá en este barco pirata. – soltó molesto. – Llévala de regreso a mi camarote. – ordenó viendo la frágil figura de lo que ahora era la reina de las nieves. Sonrió a sus adentros sintiendo como una pequeña satisfacción lo recorría al verla en ese estado de debilidad. A ella. A la poderosísima reina de Arendell.

Waltz obedeció sus órdenes y llevando a la rubia en brazos se adentró en el barco, hacia el camarote del capitán.

Hans le dio una última mirada a la enorme jaula en donde el dragón ahora se encontraba más sereno después de haber arrojado su fuego hacia la madera de la cubierta, y regresó al timón. Ahora tendría que cambiar la madera chamuscada por culpa de esa estúpida bestia. Pero, se dijo, al menos tenía que agradecerle el temor que la criatura habia implantado en la rubia. El semblante conmocionado y lo frágil que habia puesto a la reina de Arendell valía cada maldita parte chamuscada de su barco. Sonrió divertido de lado al recordar la furia que la rubia le dedicó después de eso.

Mi Caballero PirataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora