Quisiera poder decir verdaderamente que sé qué estoy haciendo, pero lo cierto es que no sé, al menos ha sido una noche callada, sin accidentes, cubierta de una fina capa de calma que se sinte incluso muy palpable, los grumos que se forman en la oscuridad me invitan a arroparme en ellos, a descansar mi mirada en su irregularidad, a mirar a través de ellos, y quizás descubrir un poco de luz detrás.
Son las 3AM es tiempo muerto, alguna vez me dijeron eso y desde entonces me pongo muy nerviosa a esa hora, y más si solo tengo a la oscuridad de compañía, aunque si he de pensarlo mejor, no creo que necesite a alguien más. Se escuchan voces al fondo de la habitación, cuando vuelvo a ella, de escalar sobre asteroides en llamas, ya no las escucho, mis ojos se cierran lentamente, siendo cubiertos por algo muchísimo más profundo que los grumos percibidos en el techo, me cubro de mi propia oscuridad, y le doy las buenas noches a mi mente, que trata de mantenerse callada, esta noche no tendremos invitados.
El despertador suena sin ninguna clase de compasión en mi oído, siento punzadas al rededor de mi cabeza, hasta ahora, una mañana común, me baño rápidamente y me visto de apariencias, como todos. Abajo en el comedor un silencio se alarga el doble del tamaño de la enorme sala de mi casa, cruzo un par de miradas con mis padres, mi hermana, ellos me miran, no dicen nada, en realidad, por las mañanas nadie dice nada, me despido sin mucha emoción de mi familia y me encamino a otro día en la facultad.
Evito mirar a la gente a los ojos en la universidad, todos parecen un mundo, pero cuando entras, es solo un patio lleno de malesa, ya no me tomo el trabajo de jardinera, las cosas cambian, cambiaron. Camino apresuradamente a mi primera clase, grito un par de saludos y un destello de luz me deja sin vista por un momento, trato de mantenerme pero no encuentro apoyo, casi puedo saborear el dulce sabor del cemento en mi cara por las mañanas cuando unos brazos se interponen en mi camino hacia el suelo, siento la calidez de unas manos sobre mi abdomen y no reacciono.
-reflexión -Una voz femenina corta el hilo de mis pensamientos, alzo mi mirada y me encuentro con unos ojos miel que me miran divertidos, hago una mueca de confusión y ella ríe.
-La física hace malas jugadas de vez en cuando -me pregunto por qué no me suelta, ya era capaz de mantenerme en pie sola, ella parece notar mi incomodidad ante el contacto y se separa de inmediato, su mirada era turbia, y no puedo decir con claridad si denota seguridad, o miedo, honestidad o falsedad, era una mezcla entre miel y ambigüedad, incluso ambos términos sintiéndose insuficientes.
-El bote metálico de basura que está frente a ti -señala la basura que he visto todos los días desde hace dos años, yo aún no entiendo de qué me habla. -Esa es la causante de tu desequilibrio matutino -Sonríe, y a mi me empieza a doler la cabeza con su presencia, su sonrisa era aún más indescifrable que su mirada, quería cortar la conversación cuanto antes, irme y no volver a verla, pero ella no lo ponía fácil. -El sol está saliendo de ese lado -apunta a algún lugar del cielo -Se reflejó en el bote de basura, y luego supongo que el primer haz de luz decidió hacer de tu retina su lindo hogar, ha de ser suerte -Ahí está esa sonrisa otra vez, siento mi cabeza taladrar en voces que no quiero escuchar, una avalancha de recuerdos con sabor a esquizofrenia me bloquean la mente, acaso no ha notado que no he pronunciado palabra.
-Gracias -intento sonar lo más normal posible mientras mi cabeza da vueltas, aún no decido si es el mareo producto de la luz y de los recuerdos.
-Ana -Se presenta
-Alison -Apenas pronuncio, arrepintiendome al instante de revelar dicha información, no quisiera que creyera que puede ser mi amiga, no es nada personal mujer, pero mi mente no soporta el cargo de tu presencia.
-Ya te veré por ahí, solo intenta mantener tu cabeza lejos del piso -Se despide sin más y desaparece en medio de un pasillo atestado, dejando la sensación de no haber estado ahí, quizás, no lo estuvo.
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Tiempos de lluvia
FantasyCierto mundo se forma bajo nuestros pies, imperceptible, sigiloso, cargado de silencio, un poco de luz es apenas lo menos que se puede pedir, pero siempre será difícil acostumbrar los ojos a la claridad del mundo real una vez más