PRÓLOGO

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QUERIDO MATHIAS:

Todos los días desde que cumplí los quince años se han sido repetitivos a mi parecer, no lo digo porque mi rutina haya sido la misma, no, amaba mi zona de confort. Me refiero a lo que sucedía al momento de cruzar palabras con alguien del género masculino.

Puedo contar exactamente qué sucedió desde después de mis quince años por el hecho de que cambié de tal forma que parezco un imán de muchachos sin cerebro. Acostumbrados a lo fácil, sencillo y casual llegan a mí por ser diferente. No veo nada en mi que me vuelva distinta al resto pero supongo que ellos sí.

Los chicos en la secundaria se trataban de acercar a mi, no solo porque conozco a todos los estudiantes, no es de esa forma, sino por el cambio que he desarrollado.

Decian que solo querian conocerme para una simple, inocente y sencilla amistad pero a millas podia ver sus intenciones.

Todo era igual, aburrido, constante y predecible. Siempre las mismas tontas preguntas que me hacian rodar los ojos y perder la paciencia sin importar el momento:

"¿Se puede saber porque una princesa tan hermosa como tú no tiene un príncipe azul a su lado?

Uhmm, creativo.

"¿Y por qué una chica tan linda como tú no tiene novio?"

Sobrevalorado.

"¿Cómo es que estás soltera?"

¿Por qué no habría de estarlo?

"¡Eres perfecta! ¿Por qué no tienes pareja?"

Nadie es perfecto.

"¿Sigues sola, cómo es posible?"

¿Por qué no lo sería?

Siempre pienso esas cosas cuando me preguntan tales estupideces pero obviamente no pierdo mi tiempo gastando palabras en métodos tan baratos de conquista por lo que mi respuesta siempre, sin importar el individuo ha sido la misma.

Nadie es digno.

¿Quien diría que las preguntas no estaban mal en realidad? Sino la persona que las hacía.

¿Quien diría que al darte la misma respuesta no reaccionarias igual a todos? Sino que hiciste todo lo contrario.

Tal vez fueron la circunstancias, no lo sé.

Al momento de conocerte no lo habría imaginado, no habría entendido porque de tantos te elegí a ti pero hace un tiempo lo entendí, al igual que yo…

tú eres diferente

Nadie es dignoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora