El Muero de Viento estaba por caer, la fuerza del otro lado no era débil ni fuerte, tampoco mucha; pero eran varios por lo cual la cantidad supero la calidad.
"Sigan atacando, los traidores morirán pronto", grito el padre de Shuvi.
La lluvia de fuego no paraba de cesar, los ataques eran más fuertes que antes.
"Lleva a mi hija y déjame", dijo Shuvi.
No sabía porque era importante, pero la vida de su hija era primero; más importante que su vida.
"No puedo hacer eso", dijo el Tigre.
No podía, si lo hacía las cosas serían más complicadas que antes.
El brazo de Shuvi estaba casi conectado, a pesar de la recuperación superior dada por la magia de God Slayer y la recuperación de la fatiga dada por la magia de Dragon Slayer, se estaba efectuando tres hechizos en forma simultanea algo muy difícil para cualquier gato normal o alguien como el que todavía era un niño.
El tiempo pasaba y el muro estaba por romperse, los vientos que encarnaban el muro se destruían y Shuvi estaba por curarse por completo.
"El muro a caído, maten a los traidores", grito el viejo mientras se arrancaba los pelos restantes de la calva que tenía.
Más de 300 Teigus, más de 500 humanos estaban reunidos solo para matar a una madre y su hija.
Las alas negras de los Teigus se agitaban en el aire, pero luego de que el Muro de Viento se cayera ellos se arrodillaron al ver lo que había en el.
Un Kitsune, una mujer Kitsune había en ese lugar.
Detrás del Kitsune había dos mujeres de cabellera negra una mujer mayor y una niña.
Los humanos miraron al Kitsune, no sabían como había llegado y no miraban al Byakko por ningún lugar.
Vistiendo un kimono blanco con mangas cortas y anchas que lucen patrones cuadrados a lo largo de las mismas. El kimono lleva una faja en forma de falda corta alrededor de su cintura que termina en la mitad de sus muslos. Viste unos calcetines largos hasta las rodillas con cintas de adorno, y calza unas chanclas japonesas.
Esa era la vestimenta del Kitsune, pero lo que más llamaba la atención era la cantidad de colas que tenía en la espalda.
Nueve.
Nueve colas que se movían con ligero viento de la noche, nueve colas que representaban prestigió, orgullo, poder y arrogancia contra todos los Yokais sea la especie que fueran.
Con cabello blanco como la luna que brillaba en todo su cuerpo, sus colas de igual color; todas ellas bailaban con la brisa del viento mientras era mirada por todos los presentes.
Desde viejos a ancianos, desde humanos a Yokais; ella era observada.
"Un Kitsune, no te metas en esto. Esto es sobre mi familia", dijo el viejo.
Estaba enojado, la había encontrado y el cachorro de Byakko había protegido con un muro de viento para que el no pudiera matar a la traidora del Clan Himejima y al engendro nacido de ella y un extranjero.
"El que de un paso sera considerado un traidor a Amaterasu y toda su familia será asesinada incluso si no tiene nada que ver, principalmente tu que has ofendido y manipulado a varias por tus malos ideales y deseos propios", dijo suavemente la Kitsune.
Si era el gato, ese mismo usando Animal Soul; no tenía mucha magia en su cuerpo para ejecutar alguna otra cosa y ser un Kitsune era beneficioso para el momento donde había varios Teigus y personas de las familias sagradas de ese lugar.
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Soy un .... gato??
RandomProtegiendo mi casa de extraños, defendiendo a mis dueños de extraños, jugando con ladrones (matándolos), ganando fuerza para proteger mi casa. Las aventuras de un hombre que se convirtió en un gato y cuida su casa defendiendo a sus dueños.