La suave luz de la mañana se filtraba a través de la ventana, proyectando un resplandor tenue en una parte de la habitación. Eran las primeras horas, alrededor de las siete de la mañana, y ninguno de los dos chicos tenía planeado despertarse tan pronto. Sin embargo, los rayos del sol penetraron directo a los ojos claros del rubio, obligándolo a levantarse de su sueño.
Glam entrecerró los ojos y los protegió del brillo intrusivo. '¿Ya es de mañana?' se preguntó, renuente a aceptar la llamada temprana. El ensayo de la noche anterior lo dejó agotado en su totalidad, y todo lo que anhelaba era descanso y la perspectiva de pasar el día con Ches.
Habían pasado meses desde que el rubio dejó su hogar para vivir con Ches. Todavía se sorprendía por la aceptación incondicional del castaño, agradecido por el apoyo inquebrantable; sentía que nunca podría devolver todo lo que el de ojos oscuros hacía por él. Ches, con un corazón de oro, parecía ser un faro en la oscuridad de la vida de Glam. Podría sonar demasiado sentimental, pero Glam no podía evitar adorar a alguien tan genuinamente bueno como su amigo. Ches se había convertido en su única fuente de afecto y calidez después de quince largos años.
Sus reflexiones fueron interrumpidas cuando sintió un firme agarre, dándose cuenta de que alguien lo estaba abrazando. Mirando hacia abajo, encontró cabello castaño desordenado cubriendo su rostro y boca.
No pasó mucho tiempo antes de que el cutis claro de Glam se sonrojara con fervor. Sus ojos se abrieron, las pupilas se dilataron, y sus labios temblorosos traicionaron la inesperada oleada de emociones dentro de él. Aunque su corazón latía más rápido, no era una avalancha abrumadora. Ches, por lo usual un dormilón pesado, lo sorprendió abrazándolo como a un peluche, reemplazando la usual sinfonía de ronquidos con la lenta subida y bajada de su aliento contra el cuello de Glam. La sensación le envió escalofríos por la espina dorsal, haciéndolo preguntarse cómo no se había dado cuenta de esto antes. Tal vez fue el sueño profundo que enmascaró estas sutilezas. De todos modos, se encontró dando la bienvenida al abrazo, sin molestarse por el calor y seguridad proporcionados por Ches.
La presencia del castaño despertó sentimientos desconocidos en Glam, un fuerte contraste con los sentimientos negativos y dolorosos a los que se había acostumbrado. Ches traía consigo una sensación de paz, felicidad y seguridad, restaurando con gradualidad la confianza de Glam en los demás.
Con cuidado de no molestar a su amigo dormido, Glam movió con cuidado la cabeza de Ches de su brazo derecho, robando un momento para contemplar su rostro. En la tranquilidad del sueño, Ches parecía, de alguna forma inesperada, encantador. La imagen habitual del bromista travieso fue reemplazada por la expresión serena de un chico perdido en sueños. Fue una visión rara del lado tranquilo del, por lo general, animado compañero de ojos negros. Sin ronquidos ni babas, Ches simplemente dormía en paz, una vista que trajo una sonrisa genuina al rostro de Glam.
—Hm, eso es bastante dulce —murmuró para sí mismo, coqueteando con la línea entre sarcasmo y sinceridad.
—Mmhm... —El otro chico sacudió la cabeza, sus ojos se ampliaron en un ritmo lento, haciendo que Glam se sobresaltara. Demonios, deseaba que él no haya escuchado lo que acababa de decir—. Eh... ¿Glam?
—Bu, eh, ¡buenos días! —Glam exclamó, una sonrisa nerviosa jugando en sus labios—. Perdón por despertarte.
—Nah, está bien —Sus brazos seguían envueltos con firmeza alrededor del cuerpo de Glam, todavía medio dormido y ajeno a su firme agarre. Llevó una mano a sus ojos mientras bostezaba al mismo tiempo. No fue hasta que estuvo despierto por completo que su rostro empezó a ruborizarse—. ¡Oh! Glam, perdona si casi te rompo una costilla. ¡Pensé que estaba abrazando a una chica ardiente!"
Glam solo rodó los ojos, soltando un suspiro. No le sorprendió en absoluto.
—Está bien. Es bastante temprano, por cierto, en caso de que te lo estuvieras preguntando.
Ches ignoró por completo esas palabras, sus oscuros ojos entrecerrados observando el pálido rostro de su amigo con ceño fruncido y nariz arrugada.
—Maldición, amigo, si ya parecías un zombi, ahora te pareces a uno que le dispararon con veinte balas.
El más alto se limitó a mirarlo en blanco, y luego añadió:
—Muy gracioso, Chesnok. Qué comediante te despertaste hoy —masculló—. Sabes muy bien que sacrifico mis horas de sueño para no perder ningún ensayo. No quiero lidiar con las rabietas de Lordi.
Ches rió, reconociendo la verdad. El pelirrojo era impaciente, y su corto temperamento solo empeoraba la situación.
—¡Eso es exactamente lo que siento cuando me regañas, rubia! Ahora entiendo, por eso ustedes dos en verdad se llevan bien: las rubias se entienden entre sí.
—Lordi es pelirrojo, tonto... Ve a revisarte esos ojos...
Un bostezo puntuó el comentario del adolescente alto, señalando su rendición al agotamiento. La fatiga había tomado su mente y cuerpo, exigiendo un descanso muy necesario. La vista del chico somnoliento ablandó por momentos breves al castaño, pero la realización del costo que tenía para Glam removió un pellizco de culpa. ¿Estaba dañando inadvertidamente a su amigo? No quería eso.
—Oye, hombre, ve a dormir. Mencionaste que es temprano, ¿verdad? Es lo mejor para ti —intentó un tono apacible, aunque la preocupación persistía en su voz—. Informaré a los demás que nos tomaremos un descanso de dos días. No se aceptan objeciones.
—Es... espera, ¡dos días son muchos! -protestó nervioso el muchacho de ojos azules-. ¡Nos atrasaremos!
—¿No he sido claro? ¡Ve a dormir! Nada malo sucederá, rey del drama.
Resignado, Glam concedió que oponerse a Ches era inútil. Además, el chico más bajo quizás tenía razón; el sueño lo rejuvenecería. Con una nueva tranquilidad, Glam se giró en el colchón desgastado en busca de comodidad. A pesar de su edad, apreciaba tener un lugar para descansar.
De repente, sintió algo arrojado sobre él, una prenda, para ser precisos. Ignorándolo, mantuvo los ojos cerrados, concentrándose en sumergirse en el sueño.
—Pfft. Sí, también creo que luces bastante dulce durmiendo, mapache —comentó Ches con socarronería, cubriéndolo con su chaqueta verde como una manta improvisada.
Las palabras convirtieron el pálido rostro del rubio en un tomate maduro. Casi se volvió para ver a Ches, pero el cierre de la puerta del dormitorio señaló la partida del chico más bajo. Sin saberlo, una sonrisa triunfante adornaba el rostro de Ches.
Mierda, sí había escuchado lo que dijo.
Ese día, Glam durmió más de doce horas, sin olvidar el comentario de Ches, el calor de la chaqueta y el recuerdo del rostro encantador de Ches por la mañana.
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Todo mapache necesita su zarigüeya | Glam x Ches [Metal Family]
RomansEl mundo era duro y difícil, en especial para dos adolescentes que debían enfrentarse a éste, pero... juntos era más soportable. | one-shots/drabbles chesglam | » año de publicación: 2020