El Metro

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Eran 10:23 de la noche, muy tarde, todo estaba en silencio y soledad absoluta.
Salí de trabajar, algo excitada, un trabajador se cogió a la Secretaría del jefe, quien no se la a cogido, y le hicieron
Un vídeo, lo vi.
El tren pasó y me subí, había una chico
Masturbandose, yo estaba sentada enfrente de el, tenía lo ojos cerrados, mientras, se veía movimiento dentro de sus pantalones. Podía escucharse gemidos audibles.

Meti una mano dentro de mi pantalón, y suavemente me toque. Yo me excite aún más, y me le acerqué.

—¿Necesitas ayuda?— me vio, me inque y empecé lamiendo. Me miraba atónito, pero cuando empecé lamiendo y tocando su pene, radicalmente pasó a una de placer.

Fui detallando con mi lengua cada parte de este, circulos con la lengua en su punta, pequeños apretones con la boca y las manos, mientras lo miraba a los ojos. Sus gemidos no paraban, aún siendo susurros fuerte, sabía que estaba haciendolo bien.
Metió sus manos dentro de mi blusa y quitandome el sostén, empezó a tocar mis senos, los apretaba, los jalaba fuerte, y mis lamidas eran acompañadas de gemidos.
Y se corrió en mi boca, manchando mi blusa, bebí lo que pude, cada gota.

Me tomó de las caderas, subiendo mi falta y haciendo a un lado mi bragas me penetro, mi saliva en su verga y mis flujos hacían que entrara más fácil, gemi fuerte, sin importarme que alguien pufiera oírlo. No me importaba pasar mi parada.

Con pequeños brincos impulsados por sus manos en mis caderas, se escuchaba el chapoteo de nuestros cuerpos, los dos gemiamos, hasta que paró, y me corrí en su pene. Aún dentro de mí, beso mi cuello, dejando un camino humedo entre mordidas y lametadas.

—¿Que tal si llevamos la diversión a otro lugar? —susurro en mi oído mordiendo el lóbulo de mi oreja, su voz era ronca, me encantaba.

—Vamos—dije, aún exitada, por todo.

Subió su pantalón manchado de mis flujos, y mis pierna chorreaban de lo caliente que estaba, no me importaba que algún alma pudiera verme, al contrario, me ponía más. Salimos de allí y nos dirigimos al baño.

Me acorralo, y enrrollando mis piernas en sus caderas, ataco mis labios, mientras bajaba mi bragas, y metía dos dedos en mi, en su boca gemia exitada. Metía y sacaba sus dedos dentro de mi, me penetraba con su dedo, agregando uno más lo hizo más rápido, hacia mi cabeza hacia atrás mientras aprovechaba a dejar besos en mi cuello, gemi de dolor y placer al sentir 4 dedos dentro de mi, arañe sus nuca, así como dolia un chingo era lo mismo que el placer. Terminé acostumbrandome a eso.

Me corrí, en sus dedos, mientras jadeaba.

Me sentó en el lavabo, chupo uno, dos, tres y antes de llevarse el cuarto a la boca, lo lami yo. Río, y se arrodilló a lamarme la vagina, con su lengua recorria cada extremo de esta, me penetro con solo usar su lengua, mordió mi clitoris, provacando un dolor placentero, y volví a correrme.

—Se ve que te gusta mucho —me miró con picardia.

—Solo me gusta como se siente—río relamiendo sus labios con flujos.

—Que bien, por que esto aún no se acaba—dicho esto tomó mi caderas, y en un movimiento brusco me penetro, grite, al sentirlo más fondo que antes.

Levantó mi blusa, y fue a chupar mis senos, era salvaje, mordía y pellizcaba haciendome gemir. Me empujaba con cada penetracion, y mordía mis senos que no paraban de rebotar. El en el reducido cuartos de oía tanto chapoteos como gemidos, y era lo mejor.

Los dos nos corrimos al mismo tiempo, el dentro de mi, no me preocupaba, tenía mis pastillas, y yo me corri en su verga. Nos miramos entre jadeos.

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