Max no podía dejar de ver a Stephan, ¿Era acaso su carisma? ¿Su cabello tan largo, suave y brillante? ¿Sus ojos de un simple color avellana? Quizás era un extraño comportamiento generado ante la falta de atención femenina sobre su persona, pero Stephan, ante los inocentes ojos de Max, era casi perfecto.
Casi perfecto, porque este apenas emitía sonido cuando compartían banco durante las actividades que debían hacer juntos, quizás porque Max era exasperante debido a su curiosidad o, simplemente era callado solo con él.
Pero Max quería abrazarlo, cada día de su vida anhelaba poder estar entre sus brazos. Quizás no sería tan fácil como acariciar a un lindo cachorro, pero valdría la pena intentarlo.
"¡Hey! Stephan, ¿Puedes darme un abrazo por cada carta que te daré?
¡Wow! Se siente tan liberador pedirlo de esta forma. No acepto un NO como respuesta.
Firma aquí tu respuesta:
Opción A: Sí.
Opción B: Sí.
No hay C, D, E, ni ninguna otra, ¡No vale hacer trampa!
Ya me extendí mucho
Atte: Maxine".
Stephan ladeó levemente la cabeza, confundido, no conocía a ninguna persona de nombre Maxine, quizás estaban confundiéndolo con otro Stephan. Suspiró, cediendo ante la rara petición rayó la opción A.
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Un abrazo por cada carta.
RomanceMax era reacio a creer que aquellas ganas de abrazar a Stephan cada día de su vida eran algo más que simple cariño por él.