i. we only see each other at funerals and weddings

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▞░.。.:*✧ I. SOLO NOS VEMOS EN FUNERALES Y BODAS. ▞⚟

La luz de la luna se relucía en forma de una hermosa y acogedora noche, digna de ser plasmada y pintada para así poder ser recordada por el resto de la eternidad. Se podía visualizar al astro blanco como la nieve, pero, con toques grisáceos deslumbrando como siempre, reflejada en los verdosos ojos de la niña.

Andrómeda aún reposando en el árbol que conectaba con su habitación, admiraba el tenue pero intenso brillo de la Luna, era una de las pocas cosas que amaba del mundo de los humanos. Extrañaba el Infierno, su hogar, por más tenebroso que se escuchara, la realidad era otra. El hombre había decidido pintarlo de esa forma tan macabra, y detestaba aquello.

No todo era fuego infernal, sí, había un poco de calor alguna veces, y el Diablo tampoco era tan cruel, después de todo, primero había sido un ángel, uno de los hijos de Dios.

Andy, ¿no puedes dormir?—la voz de su hermano la hizo voltear, su sonrisa se ensanchó un poco más y batiendo sus alas lo más silencioso que pudo, llegó hasta él.

¿Y tú, Cinco?—regresándole su propia pregunta, Andrómeda tomó del brazo a Número Cinco y lo llevó hasta el árbol—. ¿Ya viste la Luna, Cinco?

Cinco sabía que cuando su hermana, Andrómeda, se quedaba viendo en aquel roble la Luna era por dos posibles razones, extrañaba el abrazador fuego del Infierno o, pesadillas, y atestiguando la ensanchada sonrisa y sus verdosos ojos llenos de admiración ante la Luna, era la primera opción, extrañaba su hogar.

¿Extrañas el Infierno, Andrómeda?—no era sorpresa para Número Ocho que Cinco, la conociera a la perfección, incluso más que su padre.

Desde luego, Cinco—musitó en respuesta, sin dirigirle la mirada—, es mi hogar después de todo.

—¿Y éste lugar no lo es?

Sí, lo es. También lo es, Número Cinco, no negué que no lo fuera.

Cinco se quedó callado, Andrómeda le sonrió y abriendo sus alas, él se acomodó junto a ella sobre las mismas.

¿Y yo soy tu familia también, Andy?—él cuestionó en un murmuro, viendo nada en específico.

Sí, Número Cinco, también lo eres.

ANDRÓMEDA MORNINGSTAR parada frente al bar lux que una vez su padre manejó—, vestía un elegante pero provocativo vestido negro y unos tacones del mismo color, miró la fachada, todo seguía igual de despampanante y con clase.

Adentrándose al bar, el recuerdo que a diario la atormenta se esfumó. No estaba de más decir que extrañaba a Cinco, sabía que no estaba muerto porque no estaba en los Infiernos sufriendo y con eso, su padre no estaba gozando por ello, Klaus no podía hallarlo y en el Cielo no había lugar para su querido hermano, y si fuera así estaba segura que Dios, su querido abuelo, ya lo habría mandado a los Infiernos.

 𝐅𝐀𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 ↺ TUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora