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░.｡.:*✧ II. BIENVENIDO DE VUELTA AL INFIERNO, IDIOTA.░
ANDRÓMEDA DUDÓ por un momento en avanzar y entrar a su vieja habitación o dar media vuelta e irse de ahí, esta vez sin dudarlo, sin ver hacia atrás, esta vez sin volver al mundo de los humanos.
Y es que, ¿cómo hacerlo cuando el alcohol y las relaciones carnales eran lo máximo? No, esa no era la razón por la que Morningstar pequeña aún no se marchaba.
Cinco sí que lo era, ese pequeño engendro de Dios era su verdadera razón por la que no se iba de aquí. Tenía la esperanza aún latente de que él volvería. Tarde o temprano pero lo haría y ella solamente estaría ahí para que cuando eso sucediese lo viera, golpeara fuertemente en su rostro una sola vez e irse.
Claro que no era su mejor idea pero su cabeza no daba para más.
—¿Está todo bien, Andy?
—Sí, todo bien, Morgan—sonriéndole a su hermana, Andy limpió las lágrimas que le jugaron una mala pasada resbalándose por sus mejillas—. ¿Y tú? ¿Cómo estás?
—Perfecta, aunque disgustada por mi físico.
Morgan se adentró a la habitación de Andrómeda, tomando un portaretrato entre sus manos y sin poder evitarlo, sonreír.
—¿Recuerdas esto, Ocho?—cuestionó enseñándole la foto enmarcada.
—Claro, cómo no recordarlo, comimos donas hasta vomitar.—sonrió.
Mirando aún la foto entre sus manos, una canción muy conocida para ambas empezó a sonar por toda la casa Hargreeves y sin poder evitarlo, rieron y empezaron a bailar alegres, olvidando por un momento absolutamente todo aquello que realmente no valía la pena.
Morgan cantó al son de la canción, Andrómeda volvió a mirar la foto y sintió aquella presión en su pecho ya tan conocida, las lágrimas bajaron por su rostro y Morgan quien las vio se acercó hasta ella.
—Yo no lo detuve, Morgan—susurró.
—Todo está bien, Andy. Lo está.
Abruptamente, la canción se detuvo y antes de reaccionar un relámpago resonó, una intensa luz azul se asomó por la ventana de la habitación que conectaba con el jardín y el portaretrato fue jalado de sus manos como un imán directo a una pared contraria a la de ellas, justo a la dirección de la luz.
Y sin pensarlo con detenimiento, ambas salieron de la habitación.
Al estar en el exterior se encontraron con Luther, Diego, Vanya y Allison que mantenían una distancia prudente ante aquella cosa mientras Andrómeda batallaba por acomodar su abrigo, el cual se movía en todas las direcciones posibles gracias al intenso viento que azotaba al jardín.
—¿Qué es eso?—gritó Vanya.
—¡No se acerquen!—gritó Allison al ver a Morgan y Andy avanzar hasta la luz.
—¡Qué buena idea!—exclamó Diego sarcásticamente, que vio que aunque Allison dijo que no se acercaran, Andrómeda seguía acercándose hasta la luz—¿¡Qué diablos crees que haces, Andrómeda!?
Número Dos la tomó del brazo atrayéndola hacia su cuerpo, tratando de protegerla.
—Parece una anomalía temporal—trató de explicar Uno por sobre el ruido—. Es eso o un mini agujero negro, una de dos.
—¡Hay un gran diferencia, Paul Bunyan.
—¡A un lado!—gritó Klaus que llevaba un extintor.
—¿Qué haces?—preguntaron Luther y Morgan al unísono.
Klaus al ver que no funcionó en algo, lo lanzó hacia el vórtice.
—¿Y en qué ayudará eso?
—Yo qué sé, ¿tienes alguna mejor idea?—respondió Cuatro encogiéndose de hombros, inmediatamente la anomalía comenzó a moverse aún más violenta, por lo que Andrómeda jaló a Klaus tratando de ponerse frente a sus ocho hermanos.
—¡Detrás de mi, Andrómeda!—ordenó Uno.
—¡Sí, detrás de nosotros!
—Yo voto por correr, ¡vamos!—pero al ver que nadie se movía, Klaus también se quedó.
—No estás entendiendo, Luther.—murmuró ella, volviendo a ponerse frente a ellos y haciendo lo que en años no había hecho, desplegar sus alas.
Todos vieron con asombro sus alas, al igual que los distinguidos cuernos que inevitablemente heredó del Diablo. Las alas cubrieron a los ocho y Andrómeda sin poder evitarlo, sintió incomodidad por mostrar de nuevo sus alas.
Y fue ahí cuando Andrómeda vio una figura intentar salir de aquella anomalía. Atenta trató de averiguar quién era pero al ver la figura con mejor nitidez se quedó paralizada.
Morgan jaló de ella pero no consiguió nada, por otra parte, Andrómeda avanzó aún cubriendo a sus hermanos. Fue ahí cuando aquella persona logró salir del vórtice y caer al piso, y la luz y relámpagos desaparecieron.
Con cautela los ocho Hargreeves se acercaron, en cambio Andrómeda lo ayudó a levantarse.
—¿Alguien más está viendo al... pequeño Número Cinco, o solo es idea mía?
—No, Klaus—respondió Andy quien sonrió falsamente hacia Cinco—, todos lo vemos.
Cinco le echó una mirada a Andrómeda y sus alas, algo dentro de él se removió y por una parte de alegró de saber que había vuelto y podía cambiar las cosas.
—¡Carajo!
—Bienvenido de vuelta al Infierno, idiota.—escupió hacia él con notable odio para después adentrarse a la mansión.
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