Prólogo

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Antes era una casa bonita, de roble blanco, con bonitas ventanas azules i cortinas verdes. Ahora solo era un montón de escombros, tras el incendio que apenas hace una hora se había extinguido, todo quedo hecho cenizas. El espectáculo era inmemorable, las luces del techo de los bomberos i policías chocaba contra los últimos barrotes de madera que quedaban en pie que ya se habían descolorido i vuelto de un negro azabache, los últimos bomberos salían de alrededor de la casa después de haber dado la ultima vuelva de reconocimiento para ver si aun había un punto de calor, da igual lo que pasara solo querían salir de ahí.

El hijo de los Ruíz, un bello niño de 10 años de pelo castaño cobrizo i ojos azules se acerco a observar tal escena con su bicicleta “BMX” nueva. No sabía que había pasado, estaba desconcertado, no había motivo alguno para que alguien provocara un incendio, el barrio “Look Heaven” no era nada criminal además era uno de los más pacíficos de la ciudad, los adinerados de aquel barrio eran muy hospitalarios i cuidadosos con los invitados, porque alguien querría romper esa fama? Alán tenía que averiguar-lo. Dejo la bicicleta tirada en el suelo i rodeo a todo ese manubrio de coches i camiones estacionados de vivos colores i paso por debajo de la cinta amarilla la cual ponía “No thoroughfare” en letra negra i grande, pero él no hizo caso ya que su curiosidad hacia más caso que su sentido común. Camino por el jardín lleno de hierba mala i cenizas el cual cubría la luz de los coches policía i la luz tenue de una luna creciente. Avanzo hasta encontrarse con una ventana medio podrida en el lado izquierdo de la “ex casa” (el cual aún parecía mantenerse en pie), i sin pensar-lo subió lo que quedaba de ventana i penetró en el obscuro lugar.

Nada más poner un pie en esa casa vio lo frágil que era ya que solo poner el pie la madera rechinaba con ruido estruendoso, tenía que andarse con cuidado de que no le descubrieran por ese error. La luz blanca de la farola que entraba por la ventana que consiguió abrir le hizo darse cuenta del horror de tal lugar, el tufo de ese lugar era horrible era como ceniza i azufre bañados con alcohol, se tapo la nariz i la boca con la mano. Cuando los ojos se acostumbraron a la poca luz que podía dar la farola pudo ver que se situaba en una sala pequeña con el papel de las paredes azules rasgado i carbonizado por la parte delantera, aquí el fuego no puedo llegar muy lejos ya que las paredes laterales estaban medio intactas, se fijo que había una estantería en el lado izquierdo de la habitación rota i medio carbonizada llena de libros, alguno aún se podía leer su titulo, al lado de esa estantería una lámpara de estilo gótico con el palo de sujeción partido i seguramente la bombilla fundida da va paso a un sillón gris-blanco con una pata de madera partida. Al lado derecho, una mesa con el lado más cercano a la puerta estaba quemada, encima de ella unos libros de color bonito la adornaban. Alán estaba nervioso, pero se fue calmando cuando pudo comenzar a caminar sin escuchar ese chillido en la madera, se acerco a la puerta de madera quemada i toco el pomo de color dorado que pedía a gritos que le quitaran la ceniza de encima. Raramente el pomo no ardía, seguramente porque el aire había calmado ese calor, dudo que fuese el agua ya que la sala no estaba empapada, o se había evaporado. Giro el pomo con cuidado i abrió la puerta.

Otra sala quemada, pero esta estaba en peor estado solo se podía reconocer la cocina que se encontraba en la otra punta i  un sofá partido en dos por culpa de un tacón de madera inmenso que pertenecía al techo. No se podía pasar por culpa de tanta madera rota que se ponía en medio. Alán quiso abandonar, pero la luz que entraba por la puerta i el resto de ventanas le dio a ver por el rabillo de su ojo un brillante en la encimera (que se había salvado de tal abrasión) de la cocina. Rápidamente la curiosidad invadió su mente, “¿Sera un tenedor de plata? O mejor aún, algo especial?” pensó. A Alán le gustaba coleccionar cosas, siempre había querido inmortalizar cada momento de su vida con un objeto. ¿Quien no quiere recordar la entrada a una casa carbonizada con algo brillante i de valor que procede de ella? Alán avanzo  por la sala, agachándose i pasando por debajo de las ventanas para que no le viesen los policías del exterior. Le costó un poco cruzar el enorme tacón de madera que partía el suelo i le dividía de él i su objetivo, pero él lo ignoro, i aunque se rompiera su jersey gris a rayas, lo ignoro. Llego a la encimera con un par de arañazos en los brazos causados por los tornillos de los trozos de madera i sus pantalones agujereados, agarro una silla que se había transformado en un taburete, pero seguía en pie, i se subió a tal encimera de mármol negro. Era una caja plateada el objeto de “valor” que se había inventado su tierna mente. Al principio no le dio mucha importancia, ya que al ser una caja no sería de valor, además ese color plateado era falso, se notaba de cerca que había sido rociado por un espray de grafiti plateado, seguramente para atraer a los curiosos como él. La examinó con sus pequeñas manos de pre-adolescente i  se dio cuenta que no era una caja, era una cajón pequeño, de aquellos que se encuentra en las típicas cajitas de música, ese cajón pertenecía al dueño de tal casa i a una caja de música. Abrió el cajón i observo en él un fondo rosado con corazones i un sobre. Un sobre blanco, sin sello ni nada, un simple sobre. Metió su mano en el cajón i agarro con cuidado el sobre, ya que se podía romper por culpa del incendió pero, sorprendentemente, no lo hizo. Dejo el cajón en la encimera i miro con los ojos abiertos el sobre, no era ni muy grande ni muy pequeño i rebosaba de un blanco amarillento el cual llamaba la atención del pequeño. Lo abrió con cuidado de no romperlo i vio que había un papel doblado en su interior, una carta que no puedo ser enviada quizá. La cogió i tiro el sobre, desplego el papel doblado en vertical. No se podía leer casi nada, pero una luz que procedía de una linterna del exterior alumbro por la parte trasera el i papel i se pudo leer “Carta de Suicidio”.

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