Parte 1

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Stanley Snyder. Ese era el nombre del fascinante hombre que parecía sacado de una revista de moda, y que sin embargo estaba ahí delante de mí, tomando un vaso de cerveza mientras hablaba con unos amigos. Estábamos en la casa de un amigo en común, Xeno, celebrando su cumpleaños, aunque era una reunión bastante tranquila. Conocía a Stanley por unos pocos encuentros, él era el mejor amigo de Xeno desde su infancia, así que ese hombre de belleza irreal era una cara conocida ya. Yo era amiga del científico, nos habíamos conocido en la universidad, pero me dediqué a otra especialidad, y seguimos en contacto porque teníamos buena química e interesantes charlas. Pero desde que mis ojos se posaron en Stanley por primera vez, nunca más pude olvidarlo. Era un hombre tranquilo, estoico casi, pero al mismo tiempo siempre tenía una pequeña sonrisa en su rostro. Eso, y un cigarrillo, eran su marca insignia.

Xeno sabía que yo estaba fascinada con él, se lo había admitido, más bien porque el científico era demasiado directo, y me lo afirmó él mismo un día, ni siquiera fue una pregunta. Pero nunca me había animado a seducirlo, me parecía tan perfecto e inaccesible, que reconozco que eso me intimidaba. Sin embargo, habíamos tenido un par de charlas interesantes, él era muy inteligente, y sus acotaciones eran siempre brillantes, también admiraba eso de él. Hermoso, e inteligente, ¿cómo podía no desearlo? Fui a esa reunión poniéndome uno de mis mejores vestidos casuales, que marcaban con fineza todas mis curvas. "Elegante", me había aprobado Xeno cuando me vio, aunque era una palabra que usaba tanto que no lo tomé como un cumplido especial. No sabía si Stan tenía pareja, pero esa noche me sentía particularmente confiada y decidida, y pensé que al menos podía captar su atención, luego vería cómo dar el siguiente paso.

Y funcionó, porque luego de su saludo cordial pero amigable, noté que su mirada me seguía cada tanto, siempre con mucha sutileza. Pero en un momento dado, cuando estábamos a cierta distancia, cada uno hablando con un grupo distinto de amigos, respiré hondo y fui yo la que lo miró directamente. Su cuerpo seguía apuntando a sus interlocutores, pero eventualmente sus preciosos ojos claros de envidiables largas pestañas se enfocaron en mí, e hice todo lo que pude por no correr la mirada. Costó, mucho, pero ninguno la corrió varios segundos después, y haciendo como si nada, comencé a caminar, yendo hacia un pasillo. La segunda habitación de ese departamento era el dormitorio de Xeno, donde había dejado mi cartera porque teníamos confianza, así que me metí ahí con la excusa de ir a buscar algo.

Las piernas me temblaron de nervios, fue muy intensa esa mirada que compartimos. Primer paso, exitoso. Ahora tendría que ver cómo continuar normalmente, si es que podía. Pero lo que no esperaba, tan pronto, es que la puerta de la habitación se abriera, y quien entró no fue otro que Stanley. Cerró la puerta detrás de él, tenía esa mínima sonrisa en sus cincelados labios, que ciertamente encendió una alarma en mi cerebro...una alarma bastante caliente que se propagó por todo mi cuerpo, en especial cuando vi como accionó la traba de la puerta. Se acercó a mí, quedando solo a unos pocos pasos de distancia.

- Aquí me tienes. ¿Qué quieres hacer conmigo ahora?

Esa pregunta tenía muchas respuestas posibles, ninguna de las cuales me animaba a decir porque eran bastante indecentes, y mi boca quedó ligeramente entreabierta por lo directo que fue, no me esperaba eso, para nada. Como quedé muda, él prosiguió hablando.

- Digamos que una fuente confiable me contó que te gusto. Y prefiero ahorrarme las vueltas y los trucos baratos de seducción. Si quieres algo, vas a buscarlo, ¿no te parece?

- Sí –Inspiré, y me paré bien derecha, imitando su postura erguida y confiada– Así es. Prefiero la sutileza a ser tan directa, pero ya que estamos, no voy a negarlo. Aunque no pensé que te interesaría, no me conoces tanto.

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