Capitulo 8

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Pasaron varios meses en los que hubieron complicaciones de distintas maneras, Horacio ya tenía un año y ya se encontraba próximo a decir su primera palabra y ante este hecho Conway se mostraba mas apegado a su hijo, no quería por nada del mundo perderse aquel momento. 

los agentes ya estaban acostumbrados a ver al pequeño la mayoría del tiempo en  comisaria, también se habían acostumbrado a cuidar como si se tratara de un hermano pequeño.

La vida de Jack había cambiado para bien desde que lo encontró en el porque de su casa, agradecía de corazón que aquella joven chica le haya dado el honor de cuidar a su hijo, a veces se ponía a pensar sobre ella y de como estaría. 

Le hubiera gustado ayudarla en algo, pero la vida no se lo permitió, lo único que podría hacer es cuidar a Horacio y quererlo tanto como ella lo quiso. 

Se encontraba en el salón de su ahora colorida casa recostado en el suelo con su bebe sobre su pecho, intentaba que el pequeño le llamara papá pero este parecía mas interesado en morder su corbata. 

-¿Que pasa horacio?- le pregunto mirándolo- ¿Papá ya no es la sensación?- 

-Tiene un año Jack, claro que eres la sensación- hablo Gustabo que se encontraba sentado leyendo en uno de los sillones.- Pero ahora tiene cosas mas importantes en las que pensar-

-claro que si, dime al menos tres cosas mas importantes-

-Los colores, bob esponja- menciono señalando con sus dedos- Oh, y el gato del vecino-

-No puedo creerlo, sustituido por aquel gato gruñón-

La risa de Gustabo y la de Horacio era lo único que se escuchaba en el luegar, refunfuñando Jack se sentó en el suelo y acomodo a su hijo entre sus piernas para que estuviera cómodo, mientras el pequeño enterraba sus deditos en la alfombra estiro su mano para tomar el oso de peluche que tanto le gustaba a su hijo.

Se lo entro ganándose una sonrisa de felicidad del pequeño, Jack alzo su vista hacía Gustabo que le miraba con cariño, esto provoco que cubriera la mitad de su cara detrás de la cabesita de su hijo que ya tenía un poco mas de cabello.

-Que lindo te vez tomate Conway- Se burlo del tono rojizo que mancho la cara del superintendente.

-Cierra la boca anormal- paso su mano por su cara como si pudiera quitarse el color.

Gustabo sonrió y cerro la carpeta donde se encontraban los documentos que antes leía, se levanto y se acerco hasta Jack donde se puso de cuclillas para quedar a la misma altura.

-Tengo que irme, ¿Nos vemos en la cena?- pregunto para después dejar un casto beso sobre la cabeza del bebé.

-De acuerdo- asintió- y compra helado, hoy es jueves después de todo.- 

-Cierto, noche  de postres- recordó- bueno me voy, tengan cuidado mientras no estoy- se acerco para dejar un beso sobre los labios del mayor- 

-Ya vete capullo- le dijo con las orejas rojas.

El rubio se levanto y tomo las cosas que había dejado en el mueble de la entrada, salio con tranquilidad por la puerta principal y se dirigió hacia la acera para esperar a que pasara un taxi que lo llevara a su destino. 

Espero varios minutos mientras veía cosas en su celular y contestaba algunos mensajes que le habían llegado desde hace días, cuando tuvo todo en orden guardo el dispositivo en el bolsillo trasero de su pantalón. 

A la lejanía observo como el taxi que esperaba se acercaba, estaba apunto de alzar su brazo cuando una sonido fuerte se escucho detrás suya, exaltado se volteo y observo al que actualmente era su pareja acercarse hacia el con Horacio en brazos.

-¡Gustabo, me dijo papá!- grito emocionado cuando estuvo ya mas cerca de el.

-¿Que?-

-Me dijo papá hace un segundo- aseguro- ¿Verdad hijito?, ¿quien soy yo?-

-Pa...¡Papá!- dijo Horacio con felicidad. 

Jack cargo a su hijo sobre su cabeza mientras reía contento y daba suaves saltitos por todo el jardín frontal, el rubio le miraba sonriendo mientras festejaba en voz baja, el Superintendente se acerco a el para abrazarlo dejando a Horacio entre ellos. 

Se quedaron juntos tanto tiempo que no sabían cuanto había pasado, el mas bajito sabía que su pareja había llorado un poco sobre su hombro, los suaves temblores que sintio se lo confirmaban, le acaricio la espalda y dejo cariñosos besos en su mejilla que le sacaron una sonrisa.

Horacio admiraba a los dos grandes hombres que lo cuidaban y le daban la calidez que le hacía feliz, ellos eran sus padres y los quería mucho, se acurruco mejor entre los dos cuerpos y se quedo dormido con una sonrisa en su pequeña carita.

Los tres recuperaron lo que algún día perdieron, una familia. 



carolcons

26/08/2020

Yo seguiré aquí amigues. 

Nos quedan muchas historias por apreciar. 

Rayo de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora