Hoy, cuando te escribía una carta con las manos temblorosas, pasaste por las nubes grises de mi cabeza.
El pánico recorrió mi sangre, alterando todo mi cuerpo.
Pero no eras tú a lo que temía.
Era al amor que te tengo, ese amor que ya no te demuestro, ese amor al que has dejado aislado para no lamentar su pérdida.
Y ahí va la pregunta que causa un temblor en mis pensamientos, me ahoga en mis ojos hasta llorar por todo y por nada.
¿Y sí no logro amar a alguien, como te amo a ti?¿y sí la muerte llega por mi cuando aún te amo?
Tal vez he nacido para amarte y he de morir llorando por ti.
¿Como explicarlo, cariño?
No me imagino olvidando las olas de tus ojos que explotan en los míos.
Como olvidar esos labios, que sólo en la poesía he logrado besar.
Es que nunca podré borrarte de mi vida.
Y nunca podré querer a otro corazón, porque sólo anhelo que me quiera el tuyo.
Soy tan cobarde en decirte esto y fue eso lo que me hizo perderte.
Y ahora, me perderé a mi también.
>Kisedri.