Prólogo

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Nadie entendió bien que paso ese día... todo era muy confuso y extraño.

Aoba Johsai fue invitada por Karasuno a un partido de práctica en su escuela, como grandes rivales obviamente habían aceptado. Todo hasta ahí iba bien, los juegos habían sido difíciles pero divertidos, cada equipo daba lo mejor de sí, y entonces, llegó el descanso.

Kindaichi y Kunimi le habían pedido a Yamaguchi que les mostrara donde había una canilla para rellenar sus botellas de agua, el chico los había acompañado amablemente, con su propia botella en mano. Todo parecía ir bien, estaban charlando tranquilamente, cuando una voz, detrás suyo les llamó la atención.

-Disculpen, ¿podrían decirme hacia donde queda el gimnasio del equipo de vóley? –

Los tres chicos se voltearon, eh inmediatamente se quedaron congelados. Kunimi y Kindaichi no podían creer lo que estaban viendo, su peor pesadilla se había hecho realidad. El Kageyama de la secundaria estaba parado delante de ellos, mirándolos tranquilamente, ¡¿acaso eso era normal?! Ambos chicos contuvieron la respiración.

Yamaguchi, por otra parte, al escuchar esa amable pregunta, se dio la vuelta, listo para responder, y se quedo con las palabras en la boca, mientras observaba a un chico apenas un poco más bajo que él, idéntico a su compañero de equipo. El niño tenia el mismo cabello negro que Kageyama, peinado de la misma manera; tenia los mismos ojos azules con un brillo agresivo, y hasta tenia el mismo ceño fruncido en la cara. La única diferencia que encontró Yamaguchi, fue la campera que tenia puesta, azul y branca, con la inscripción Kitagawa Daiichi High School en ella.

- ¿Kageyama? -La pregunta salió de su boca antes de que pudiera detenerla. El pequeño asintió.

Los tres chicos se quedaron en silenció mirando al niño frente a ellos, como si fuera un extraterrestre. Esté se empezó a poner nervioso y decidió volver a hablar.

-Disculpen, realmente no quiero molestarlos, pero necesito ir al gimnasio del equipo de vóley y no tengo idea de donde queda. –

La voz sacó a Yamaguchi de su parálisis momentánea y le sonrió al niño.

-Sí, lo siento. Nosotros te llevamos. -Le contesto, y extendió su mano, esperando que el chico la tomara.

El niño, en lugar de tomar la mano, solo se quedo mirándola, sin entender que era lo que quería que hiciera.

Yamaguchi miro a sus compañeros, quienes seguían congelados, con los ojos fijos en el niño. No es que pudiera culparlos, él mismo apenas podía apartar la mirada.

Como el niño seguía sin agarrar su mano, Yamaguchi la movió en un ademan de que lo siguiera, agarro a los chicos de Aoba Johsai por el brazo y empezó a caminar.

-Sabes, yo soy parte del club de vóley. -Le comento al pequeño, quien se relajo un poco al saber eso.

Kunimi y Kindaichi caminaron al lado de Yamaguchi, sin desviar la mirada del chico, hasta que llegaron al gimnasio. A penas pusieron un pie dentro, se soltaron y corrieron a abrazar a su vicecapitán como si su vida dependiera de ello.

Iwaizumi estaba hablando con sus compañeros de tercero, cuando dos personas lo abrazaron fuertemente de la cintura y ocultaron sus cabezas en su pecho, murmurando que su peor pesadilla se había hecho realidad. Él los miro, reconociendo enseguida a sus kohais de primer año, y les devolvió el abrazo, sin embargo, ninguno de los dos lo quiso soltar. Notó entonces, al primer año de Karasuno en la puerta, tieso mirando fijamente alrededor, el resto de sus compañeros también lo miraron.

Yamaguchi al verse libre de los primeros años de Aoba Johsai se sintió expuesto, los miembros del equipo lo estaban mirando, junto con los de su propio equipo sin entender qué pasaba. Él busco alrededor a Kageyama, hasta encontrarlo, lo miro fijamente, y se volteó hacia niño que tenía detrás. Eran completamente iguales.

El misterio de Kageyama TobioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora