Bien... esto es raro. Tenía al extraño parado frente a mi sin decir nada, solo estaba ahí, mirándome. Su pelo extremadamente largo caía sobre su espalda y cadera como una cascada, era de un color negro algo diferente a lo que estaba acostumbrada.
Aunque después de ver sus ojos no sabría decir si algo en él me sorprendería más.
- ¿Cómo sabes mi nombre?- Indagué varios minutos después.
- Amigos.- ¿Qué?
- ¿Estas buscando a tus amigos?- Pregunté alzando una ceja. Lo vi negar.
- Vos, yo.- Respondió señalándonos.- Amigos.
- Perdón, no te entiendo.- Suspiré.
- Nosotros.- Tartamudeó.- Amigos.
- ¿Somos amigos?- Pregunté con confusión, asintió feliz al escuchar mis palabras.- Creo que te estas confundiendo...
Negó con la cabeza y se acercó hacía mi, por inercia retrocedí. Lo vi suspirar y volver a su posición inicial, a unos metros de mí. Su rostro se veía triste y casi logró ablandar mi corazón, sino fuera porque mide al rededor de cuatro cabezas más que yo y con solo un golpe puede mandarme al hospital... Definitivamente tenía razones para estar alerta.
- Promesa.- Murmuró sacando algo de uno de sus bolsillos, parecía un extraño anillo de raíces.
- Dios, no te entiendo.- Bufé. Nunca fui buena para entender a la gente hablar, menos a alguien que solamente habla con monosílabos.
- Nosotros... tener promesa.- Bien, acaba de sonar como un jodido indio.
- ¿Qué promesa?- Pregunté soltando el pincel que hasta ahora tenía preso en mi pecho. Lo vi caer sobre la gama a unos pocos metros del extraño.
- Casar.
- ¿Vamos a ir a cazar?
- Nosotros, casar.
- ¿Quien se va a casar?- Definitivamente no entendía nada. El extraño bufó con pesadez al notar mi confusión, bueno lo siento amiguito pero si hablas como la mierda a mi se me dificulta entender.
- Nosotros nos casar.
- ¿Nos vamos a casar?- Asintió. Sin poder evitarlo comencé a reír ¿Cómo carajos me iba a casar con alguien que no conozco? Es ilógico.
Frunció el ceño y acercó aquel extraño anillo hacía mí, tomó mi mano con fiereza y me lo colocó en el dedo mayor.
- Casados.- Sonrió. Cesé mi risa y luego de limpiar una pequeña lagrima que había salido producto de las carcajadas tomé el anillo. Lo examiné por unos segundos, se veía viejo y sucio pero aún así se notaba un fino trabajo al trenzar las raíces.
- Amigo, primero; el anillo va en otro dedo.- Corregí.- Y segundo... no tengo idea quien sos.
- Dixon.- Respondió señalándose con el dedo indice.
- Bien, Dixon.- Suspiré.- Aún no tengo idea de quien seas y la verdad, me estas asustando un poco.
- ¡Amigos, en bosque!- Chilló tomándose la cabeza entre sus manos, se veía verdaderamente exasperado.- Abandono...
Y de pronto, como si sus piernas fallaran se dejó caer sobre el pasto. Un golpe seco resonó al momento en que su cuerpo colisionó contra la grama, pero él ni siquiera se inmutó.
- ¿Estas bien?- Pregunté empujándolo levemente con el pie.
- Un día desapareciste.- Oh por Dios ¡Su primer frase, traigan la cámara!
Me acuclille a su lado, llámenme loca pero sentía que en ese momento mi vida no corría ningún tipo de peligro. Acerqué mi mano derecha hacía su cabeza y comencé un suave vaivén sobre esta; mamá me calmaba de la misma forma así que supuse que con él también funcionaría.
Y al parecer lo hizo ya que después de algunos minutos logré escuchar un lento suspiro.
- ¿Dixon?- Murmuré al notar su suave respiración.
- Casados...- Susurró adormilado.- Juntos, promesa...
Me lleva la caca ¿Por qué todos los locos me tocan a mí? ¿Ahora que carajos iba a hacer con un extraño merodeando mi casa? ¿Qué diría mi mamá? Bueno, conociéndola se podría feliz por verme relacionar con seres humanos al fin.
Nos quedamos varios minutos en el mismo lugar, él sobre el pasto y yo haciéndole suaves caricias sobre la cabeza. Mis piernas comenzaban a entumecerse producto de la posición en la que me encontraba así que opté por levantarme y obviamente me lo traje conmigo ya que no lo dejaría sobre el pasto sin más.
- ¿Donde vivís?- Pregunté una vez que volvimos a estar de pie. Dixon sin dudar señaló al bosque.- ¿Vivís pasando el bosque? Dios, estas muy lejos de casa.
- No.- Bufó.- En bosque, casa.
- ¿Qué?
- En árbol.- Respondió señalando el bosque con más insistencia.
- ¿Vivís en un árbol?- Pregunté alzando una ceja. Asintió feliz, giró su rostro hacía mi y me dedicó una media sonrisa.
- ¿Y donde esta ese árbol?
- En bosque.
- Hay muchos en el bosque.- Rodé los ojos.
- Especial.- Sonrió volviendo su mirada hacía la extensa y frondosa vegetación frente a nosotros.
- ¿Por qué no vas a tu árbol?- Murmuré girando la cabeza hacía donde sus ojos miraban, por mi parte no veía más que miles de árboles iguales.
- ¿Conmigo?- Preguntó.
- No, vos solo.
- No, Sea viene conmigo.- Bufó como si fuera un niño pequeño. Rodé los ojos por milésima vez y me permití mantenerme en silencio un momento.
- No puedo ir contigo.- Suspiré tratando de no alterarme.
- Entonces quedo.- Respondió girando hacía mí, pronto la luz del sol se disipó de mi rostro producto que el enorme cuerpo de Dixon le impedía el paso.
Y yo que pensé que tendría un día tranquilo...
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Importado. (PRÓXIMAMENTE)
Teen FictionCuando Sea era tan solo una niña solía decir que todos los días iba al bosque a jugar con su amigo, según ella un niño de su edad. Sus padres nunca tomaron esas palabras como ciertas ya que los niños en su infinita imaginación logran inventar y cree...