12. Sobre el traidor (2)

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SOBRE el traidor parte 2

Parecía que estaba en un sueño. Una pesadilla encajaba mejor para lo que sentía. No recordaba mucho sólo una época en la que era feliz, donde él era feliz. Un tiempo en donde solía caminar al lado de sus amigos. Donde sonreía cada vez que Mew le contaba de sus planes infructuosos por acercarse a un ángel de cabellos negros bastante lindo y tierno, no conocía al ángel que su amigo deseaba, no sabía ni su nombre; pero por como Mew hablaba de él debía ser alguien muy interesante.

¿Cómo es que las cosas cambiaron tanto? ¿En qué momento él comenzó a tener sentimientos más profundos por su amigo? ¿En qué momento comenzó a aborrecer al pequeño Fluke?

Todo era tan confuso. Aquellos tiempos eran ahora tan lejanos.

Su cabeza dolía mucho. Su cuerpo estaba agotado. No había escuchado que los ángeles se agotaran así. No podía reponerse. Quería abrir los ojos pero no podía. Estaba en una pesadilla sin fin. Como una alucinación donde él se veía a si mismo atacando al ser celestial que traía al mundo a los ángeles recién nacidos.

Lo veía correr, huir de algo monstruoso. Huía de él. ¿Quién era? ¿Era un monstruo acaso? Gulf se vio a mismo perseguirlo y disparar el arma puntiaguda, una flecha, que atravesó su cuerpo. Una parte de él quería sanarlo y protegerlo. Pero lo que hizo fue sonreír con satisfacción. No se reconocía. No parecía ser él. Sus ojos eran carentes de sentimientos. Estaban vacíos, vacíos y tristes.

Pero no era el único recuerdo que lo atormentada. Diablos, quería morir. Sus alas quemaban y dolían. Su garganta quería gritar pero nada salía de su boca. No sabía si aún podía hablar.

El otro recuerdo aterrador era verse a sí mismo abrir el vientre de Fluke de casi cinco meses de embarazo. Recordaba cortarlo y escuchaba sus gritos de dolor, veía sus lágrimas. Él quería detenerse pero había perdido el control de su cuerpo. Vio como sus manos intentaron sacar aquellas bolsas que contenían a dos pequeños seres en formación pero no podía. Cuando lo intentaba la bolsa que estaba adelante emitía electricidad y brillaba curando o protegiendo a su padre gestante, no lo sabía.

En sus memorias se vio intentándolo más de 4 o 5 veces y en cada intentó las corrientes eléctricas eran más intensas y más daño le hacían. Más tiempo pasaba y Fluke parecía recuperarse en lugar de desvanecerse. El brillo de la bolsa que contenía al primer bebé se iba apagando pero Fluke comenzaba a luchar. Otros dos hombres lo sujetaban con dificultad. Decidió sacar esa primera bolsa.

Cuando lo hizo, cuando lo arrancó del vientre de Fluke el bebé lo quemó, sus manos se quemaron. Fluke gritó de dolor y lloró. Y el sólo quería detenerse. Volver al pequeño a su lugar y pedir perdón. Pero su cuerpo no actuó así. Sus manos abrieron y rompieron el saco amniótico y tomaron el pequeño cuerpo. Dijo algo en alguna lengua muerta y el pequeño de no más de 20 centímetros dejó salir sus pequeñas alas, eran transparentes y parecían una muy delgada tela a punto de romperse.

Se vio a si mismo arrancarle sus pequeñas alas. Ese pequeño ser sangró. Gulf puso esas alas en una caja y dejó caer ahí mismo unas cuantas gotas de sangre. Luego saco un cuchillo y lo apuñaló en su pequeño corazón. Lo dejó en el suelo y Gulf se levantó dispuesto a irse. Algo lo obligó a girarse y vio con sorpresa que Fluke lloraba con el pequeño en sus brazos. El cuchillo estaba a un lado y el bebe brilló por última vez terminando de sanar a su padre. Fluke todavía estaba débil, tendría dolor pero su cuerpo internamente había sanado.

Observó como Fluke gritaba y llamaba a su bebé, vio como intentaba devolverle la vida usando todo lo que quedaba de su poder y lo vio fracasar. Vio a los otros dos hombres intentar atacarlo y supo que el ángel Fluke sería implacable en su venganza porque un solo movimiento de sus manos acabó con ellos. El demonio que tenía por pareja le había enseñado algunos trucos.

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