Prólogo

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La tenues luz de las antorchas que se daba a ver a través de las gigantescas ventanas, el sudor que recorría todo su rostro hasta caer por su barbilla y ese pequeño bulto entre sus manos que pesaba como el demonio en un momento así, eran insoportables. Pero eso no la hacia parar, aun con su respiración agitada, ella seguía corriendo, seguía luchando por salir de aquél lugar, de aquél infierno.

--LA VI DOBLAR POR AQUÍ-- Grito la voz de un hombre detrás suyo, y de pronto comenzó a escuchar más a su espalda.

--SI, VENGAN, PUEDO ESCUCHAR SUS PASOS-- Dijo otra de aquellas voces y justo después vio como el camino se hizo más visible,  la luz aumento de repente y no pudo evitar mirar hacia su dirección, por dios, tenia que correr más rápido sino quería ser atrapada, porque ella sabía.

Sabía muy bien que le harían sino lograba escapar. El camino le parecía interminable, ya no lo soportaba, no aguantaba esta agonía, recordaba bien que cuando pequeña los chicos del pueblo la molestaban por se demasiado lenta en las carreras de competencias infantiles que se hacían cada año, durante los festivales, incluso se ganó el sobrnombre de Pánfilo, como la llamaban la mayoría de sus conocidos.

Por qué ella? Por qué justo ella? Por qué nadie más? Era duro, cansado, agotador e insoportable, podía buscar un si fin de adjetivos que describirían el como se sentía, pero debía dedicar toda su energía a continuar corriendo como si no hubiera un mañana, porque no lo habría, este seria el final, todo lo que conocía desaparecería delante de sus ojos si fallaba en cruzar esa puerta.

Pero cuando ya estaba apunto de rendirse, la vio, pudo divisar con dificultad a lo lejos su salvación, la había encontrado, a pesar de trabajar en ese lugar por poco menos de un año, solo pudo verla desde el interior una ves, el día que vino a trabajar como una de la sirvientas de su majestad. Aunque jamas se imagino que se la volvería a encontrar, nunca creyó que seria tan hermosa, lo más bello que sus ojos habían visto, una de sus sonrisas más felices, las cuales pocas veces daba a mostrar, fue el único gesto que hizo.

Cuando pudo llegar con un poco de dificultad su energía se había consumido en su totalidad, se dijo a si misma que este era el momento mas feliz de su corta vida.

Por qué, que tanto podía haber vivido una niña de tan solo 15 años, que fue criada desde su nacimiento para obedecer y servir a los demás?

Se detuvo un momento para poder respirar con calma, la poca que se podía dar el lujo de tener en una situación como en la que se encontraba. Pero cuando el salón se alumbró y volvió a escuchar aquellas voces, una ves más, las cuales la perseguían hace un momento antes de dejarlas atrás, a unos poco pasos suyo, supo en ese instante que ya no podía basilar, tenia que seguir. Rápidamente miro hacia todas las direcciones para lograr dar con algo que le sirviera de forma que pudiera habir esa puerta, la cual ya dejo de ser tan hermosa y se comenzó a convertir en el peor de los obstáculos que se interponía entre ella y el mundo exterior.

Agarro el pequeño bulto con uno de sus brazos teniendo mucho cuidado, luego de encontrar algo que colgaba en el centro, podía servir de ayuda para su escape, entonces fue lo que hizo, lo tomo en sus manos y empujo con todas sus fuerzas.

Fueron unos insufribles segundos, pero lo logró, pudo ver el tan esperado exterior, para seguir corriendo, ya su primer objetivo esta hecho, pero el segundo, que era salir de aquel pueblo, solo lo podía hacer si cruzaba todo el infierno delante de sus ojos.

Era muy triste y cruel, el nada más poder observar el fuego salir desde el interior de las casas, el oír los gritos de angustia y sufrimientos de las personas llorando la muerte de un ser querido que fue asesinado delante de  ellos ya sea atravesado por una espada, lanza o estrangulado, era insufrible el lamento de las madres, cuando delante de ellas, les cortaban el cuello a sus hijos. Todo eso y mas tuvo que presenciar cuando lo único que podía hacer era correr, solo correr.

GéminiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora