II

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—Así que Manjōme fue el afortunado en encontrar el sándwich de huevo de oro... —repitió un incrédulo Jūdai tras enterarse por Sho. Ambos caminaban comiendo lo que les había tocado sin mucha emoción, regresando a la academia.
—Salió corriendo a presumírtelo. Por cierto, ¿qué castigo te dio el profesor Chronos?
—¿Castigo? Ah, un ensayo sobre... —el slifer se tocó el mentón intentando recordar sin éxito lo que le habían encargado.
—Anaki, aún me pregunto cómo es que duras aquí sin estudiar.
—Asuka se ofreció a ayudarme.
La expresión de Sho se volvió más divertida y comenzó a reírse con un extraño "jijiji" para molestarlo.
—¿Qué? —Jūdai parecía no captar lo que su amigo insinuaba.
—¿Tendrán una "cita" de tareas, Aniki?
—¡¿Qué?! ¡No! ¡No es una cita! —el castaño se sobresaltó al sentirse un poco avergonzado— ¿O sí? —consultó cambiando su tono por otro más curioso.
Antes que su compañero pudiera contestar, fueron interrumpidos por Manjōme que apareció por detrás para colar sus brazos en sus cuellos y cambiarles el rumbo de sus caminatas.
—Debemos hablar. 
—Pero... ¿y la clase? —preguntó el peliceleste con mucha preocupación.
—Será rápido.
—Yo no puedo, quedé con Asuka para hacer un ensayo. —Jūdai se detuvo consiguiendo zafar del brazo de Manjōme.
—Justamente se trata de Asuka. —Su respuesta fue suficiente para captar la atención de los dos.
—¿Qué pasa con Asuka? ¿Está bien? —Ahora el Slifer era el preocupado.
—No, no, es sólo que siempre estoy un paso más adelante que ustedes, perdedores. 
Sus oyentes suspiraron para no reírse del ego de su amigo.
—Y he notado que hay algo entre tú y ella. —Agregó mientras que una vena comenzaba a resaltar en su frente, visiblemente enfadado pero sin que se reflejara en su voz.
—Creo que... te equivocas... Asuka es sólo mi amiga. —El nerviosismo de Jūdai lo delataba, quien sacudía las manos en el aire intentando negar todo.
—No nací ayer. —El jefe de los Ojamas se cruzó de brazos intentando contener su enojo— Pero como soy un buen amigo... ¿te has cuidado?
—¡¿Cómo?! —preguntaron tanto Sho como el aludido.
—¿Sabes cómo se hacen los bebés, no? 
Sho estaba a punto de llorar de la risa hasta que el asombro de Jūdai lo dejó perplejo, ¿de verdad estaba creyendo lo que Manjōme le decía?
—Aniki... —las manos del bromista le cubrieron la boca para que no hablara y continuar con su juego.
—Felicidades, Jūdai, has puesto la semilla. 

—¿Anaki? —Preguntó Sho cuando pudo librarse de las manos de su amigo, intentando sacarlo de su estado de shock— ¡¿Anaki?! ¡Contesta! —Lo sujetó de la chaqueta para sacudirlo

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—¿Anaki? —Preguntó Sho cuando pudo librarse de las manos de su amigo, intentando sacarlo de su estado de shock— ¡¿Anaki?! ¡Contesta! —Lo sujetó de la chaqueta para sacudirlo. 
—¡Asuka! —fue lo único que exclamó el osiris al regresar en sí, antes de comenzar a correr lejos de sus compañeros.
—¡¿Por qué le dijiste eso?!
—Porque existen códigos entre amigos y él sabía que Asuka es mía. —El enfado de Manjōme fue superior.
—¡¡Asuka no es tuya!! —Reclamó el menor de los Marufuji. 

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—Yo... eh... no sé nada de bebés. —Reconoció el Slifer deteniendo su marcha, sintiendo cómo entraba en pánico otra vez, quedando varado en la entrada principal de la academia.
—¿Tienes un examen, Jūdai? —Misawa notó la palidez de su amigo y supuso que aquel sería el motivo.
El castaño se volteó para ver quién le preguntaba y al darse cuenta de que era el chico más listo de Ra, pensó que le serviría de ayuda.
—¡Misawa! —Exclamó volviendo a calmarse y con su sonrisa habitual que lentamente aparecía en su rostro— tú sabes mucho, ¿verdad? 
—Bueno... sí, puedo decir que sí. — Contestó receloso, temiendo que lo usaría para aprobar el "examen".
—¿Qué sabes sobre los bebés? 
—¿Bebés?... ¡¿Bebés?! —Repitió totalmente descolocado.
—Es algo complicado pero necesito saber lo que tú sabes. —Se intentó explicar el osiris, rascándose la nuca por la vergüenza.
—¿Me lo dices en serio? 
—Sí. —Su voz se volvió más suplicante y estaba apunto de ponerse de rodillas.
—¿Has metido la pata? —Misawa se había resignado.
—Sí... 

Buscaron uno de los bancos del patio externo para conversar con más tranquilidad.
—Bueno, como ya sabes cómo es el proceso de elaboración... —inició Misawa con incomodidad, incrédulo ante la idea de que Jūdai lo había hecho ya. 
El Slifer asintió con la cabeza rápidamente para que omitiera aquella información.
—Antes de seguir necesito saber con quién, ¿fue con Rei?
—¡No! ¡No! —sacudió sus manos en el aire como si fueran capaces de borrar aquél pensamiento de su mente.
—Espera... ¿¡Asuka!?... ¡¿Asuka?! —Acertó sin necesitar pistas.
El osiris ya había aceptado que se volvería público tarde o temprano, limitándose a confirmarle con otro movimiento de cabeza.
—Viejo... eres muy afortunado. —Había cierto lamento en su voz.
—Por favor, ayúdame ¿qué pasará ahora?
—¡Jūdai! —La joven Tenjoin lo llamó tras divisarlo a lo lejos.
—Creo que ya no puedo... —Misawa respondió apenado, devolviéndole el saludo con la mano a la reina del obelisco azul.
—Y yo tampoco. —Añadió el castaño volviendo a entrar en pánico tras verla acercarse.
—Jūdai, ¿aún necesitas ayuda con el ensayo? Puedo ayudarte ahora mismo. —La sonrisa de la rubia se borró al notarlo preocupado— ¿sucede algo?
—Oh, sí, verás... justo... yo... él, verás, íbamos a... ya sabes. 
—Le iba enseñar el nuevo método que tengo pare vencerlo, según mis cálculos tengo un 98,5% de probabilidades de vencer, lo que es bueno. —Lo interrumpió Misawa.
—Genial, ¿entonces van a tener un duelo? Quiero verlo.
—¡No! —exclamaron ambos, haciéndola brincar por la sorpresa.
—Bueno... —murmuró un poco molesta— lo entiendo, los dejaré solos. 
El osiris comenzó a hiperventilar preguntándose qué le asustaba más, saber a Asuka molesta o ser padre.
—Seré honesto... no sé cómo vas a salvarte. —Murmuró su amigo cuando la joven los abandonó con pasos firmes.
—Ni yo. —Murmuró Jūdai dejándose caer en el banco del patio.
—¡Ya sé! Johan te ayudará. 
—¡Johan! ¡Es verdad! —El rostro del Slifer recuperó su color y le sonrió agradecido— Ahora debo encontrarlo, ¡gracias, Misawa! Te debo una.
—No fue... nada. —Respondió sin saber si lo había oído, pues salió corriendo como si la vida se le fuera en ello. 

 

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