III

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A Jūdai no le costó localizar a Johan gracias a su Kuriboh, quien estaba ansioso por encontrarse con la bestia de cristal Rubí para la revancha.
—Hey, ¿qué pasa? —Preguntó sonriendo el peliazul al ver que su amigo se acercaba para saludarlo, notando la preocupación en su rostro.
—Necesitamos hablar...
—¿Estamos en peligro otra vez? —El tono se le volvió más serio.
—No, bueno... yo sí... o no tanto, no lo sé.
La extraña respuesta de Jūdai lo confundió, no imaginaba qué más podía preocuparle si los asuntos académicos estaban descartados.
—Bueno, será mejor que me lo cuentes porque no sé cómo ayudarte.
El osiris tomó una gran bocanada de aire antes de soltar, sin pausas, el asunto:
—Bueno, Asuka y yo... cosas, ya sabes, y Manjoume me preguntó sobre la protección y la verdad es que no, entonces estoy perdido. —El semblante del Slifer se tornó tan rojo como su chaqueta que se cubrió con ambas manos en un gesto desesperado.
El largo silencio de Johan lo obligó a destaparse para poder observar si seguía ahí, encontrándolo con la misma cara de shock que minutos antes él había puesto.
—¿Están bien, muchachos?
—¡Fubuki! —Gritó Jūdai con terror.
—¿Por qué esas caras? —El mayor de los Tenjoin sacudió su mano frente al rostro de Johan para intentar llamar su atención sin éxito.
—No, eh... nosotros... —Ahora el Slifer movía sus manos para restarle importancia al asunto— nada, no pasa nada.
—Mhm... ¿es por mi hermanita? —No dejaba pasar oportunidad de relacionarla con Jūdai desde que comenzó a sospechar el comportamiento extraño de la misma.
—¡¿Asuka?! —Exclamó el castaño todavía más nervioso.
—No, no. Ahora si nos disculpas... —Johan había vuelto en sí para salvar a su amigo de aquél cuestionario, sujetándolo por los hombros para dirigirlo a la dirección opuesta de Fubuki— debemos irnos.
—¡Adiós! Los veré después. —se despidió el mayor con una inesperada ocurrencia, alejándose a paso veloz. Comenzó a sospechar que algo había pasado entre los dos enamorados y debía sacar esa información a como de lugar.

Johan continuó empujando a Jūdai por los hombros a lo largo del pasillo hasta que al llegar a una de las esquinas, se cruzaron con la mismísima Asuka.
—Oh, aquí estabas. —Comentó la rubia al encontrarlo y se alarmó por la cara petrificada del osiris, cuestionando en silencio a Johan.
—¡Hola, Asuka! —Saludó el aludido mientras sacudía a su amigo para intentar reanimarlo.
—¿Qué le pasa? ¿Está bien?
—¡Sí!, ¡sí! Él sólo...
Jūdai suspiró, cansado de los nervios que cargaba por haberla evitado desde un principio cuando lo mejor habría sido conversarlo con ella.
—Asuka... escucha, espero que no me odies pero... prometo ser un buen padre y estar para ti en todo lo que necesites y...
Fue el turno del rostro de la rubia para pasar por todos los colores a la vez que lo escuchaba boquiabierta, con una mezcla de vergüenza y asombro por pillarla tan desprevenida.
—¡Jūdai! —Chilló para callarlo.
—Lo siento, de verdad. —Lamentó el castaño.
Mientras tanto Johan sonreía incómodo, rascándose la nuca al debatirse entre huir o quedarse para arrastrar a su amigo hasta la salida en caso de que las cosas terminaran mal.
—Agh, ¿me puedes explicar a qué te refieres con lo de padre? —Asuka no estaba molesta, simplemente no estaba cómoda aclarando el tema frente a un tercero.
—Verás, Manjoume me contó lo de la semilla y... —el osiris no pudo continuar, los ojos de su amiga se abrieron tanto que temía saberla enfadada y sin saber muy bien el por qué.
—¿Manjoume? ¡Jūdai! ¿Quién más lo sabe? —Estaba por perder la paciencia pero luego lo miró con cierta pena, era un poco más lista al sospechar que había sido víctima de una broma tras oír la palabra "semilla". Con un suave movimiento de cabeza comenzó a negar los intentos del castaño de explicarle lo que hizo mal, después lo calmó una dulce sonrisa y sujetándolo del hombro, se acercó para susurrarle la verdad.

Al terminar comenzó a reírse por la cara avergonzada del inocente de Jūdai

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Al terminar comenzó a reírse por la cara avergonzada del inocente de Jūdai.
—¿Qué pasó? —Preguntó Johan un poco confundido.d
—Falsa alarma, mi amigo, falsa alarma... —contestó sintiendo cómo se recuperaba de la montaña rusa de emociones que padeció por una simple broma.

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