*Narra April*
-Era un día caluroso, o más bien me parecía eso en mi pequeña casa de Seattle. Yo era una chica sencilla, tranquila y paciente, de esas que esperan que venga el perfecto príncipe azul ( No de los que se tiran eructos y pedos tan panchos sin preocuparse si la chica se ha molestado), y que me lleve con él a su castillo y que comamos perdices y vivamos felices. Lo difícil es que la realidad es otra, vivo en un pueblo donde la única posibilidad que tengo de que venga y quiera casarse conmigo un príncipe azul es remota.-
-¡April, es la última vez que te lo digo, deja de soñar y ven a ayudarme!-Me gritó mi madre y yo bajé corriendo de mi habitación, me había escapado de la realidad, últimamente me pasaba mucho. Estaba preocupada, eso significaba que los nervios afloraban mi piel. En ese instante tocaron la puerta con dos leves golpecitos con los nudillos, supe que eran Alice y Katherine, siempre llamaban así a la puerta, era una costumbre.
-¡Mamá, tengo que irme, ya vinieron a buscarme Katherine y Alice!- Le grité saliendo corriendo.-
-¿Te has escaqueado de ayudar a tu madre en el bar?¿Otra vez?-Dice riéndose Alice.-
Cuando me lo dijo me paré a pensar en cuantas veces se lo había hecho y se me escapó una risita en voz baja.
-Yo si fuera tu madre ya te hubiera mandado a freír espárragos- Interviene Katherine, la tierna del grupito que hacemos las tres. Alice es la atrevida y extrovertida, Katherine la tierna y dulce y yo la coherente y pensativa. Se puede decir que somos completamente diferentes pero, un puzzle no se completa con piezas iguales, ¿No?.
-Por cierto Katherine, ¿Qué tal con Alan?, ¿Sigue en su línea de ‘creído’ y ‘arrogante’?- Le dije yo puesto que no me caía lo que se puede decir ‘genial’ ya que yo sabía que le tiraba la caña a todas las chicas del pueblo, aunque no fueran muy agraciadas físicamente.
-No es creído ni arrogante April, simplemente le caes mal porque dice que estás esperando que venga el típico chico de cuento de hadas.- Dijo en ese momento Alice, que sabe de sobra que Alan es el típico ‘metefichas’ ya que intentó flirtear con ella pero ella no se dejó ya que es de lo más incondicional a Katherine.
-Exacto Alice, es por eso.- Se defiende Katherine. Gira la cabeza y se queda blanca de lo que ve. Al ver ponerse así a Katherine, nosotras imitamos el gesto de girar la cabeza y lo vemos. No puede ser. Eso no ha pasado nunca desde que pusieron robots a defender las cárceles en la ciudad.
Es un preso huído.(Se les pueden identificar por los carteles que están distribuídos por la policía.)
Es Alec Miller.
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Lekwa.
Ficção AdolescenteEsta puede ser una historia como otra cualquiera para ti, pero para otros puede que no. Es una historia que demuestra que el amor es ciego e incondicionable, pero también traicionero y doloroso. Aquí conocerás a Alec y a April que vivirán los pasati...