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El sonido de una máquina fue lo que despertó a la chica de ese ensueño abrupto en el que había estado sumergida durante un largo tiempo. ¿Horas? ¿Días? ¿Meses? O peor aún, ¿por años? Nada tenía sentido en el momento en el que la rubia abrió sus ojos color violeta, y se segó por la intensa iluminación del lugar. El único sonido presente era un bip, bip, bip y su propia respiración acelerada. Su corazón palpitaba dolorosa y frenéticamente en su pecho. Estaba anonadada y perpleja frente a la situación que estaba enfrentando; no entendía qué estaba ocurriendo. El sabor a metal en su lengua fue cautivador y dulce. Tanto, que la asustó un poco. Mediante entraba en razón, sus sentidos y sus nervios se exaltaron en cuestión de segundos.

Trató de levantarse de esa incómoda cama, pero unos tubos transparentes le dificultaban el movimiento.

- ¿Qué...? – dijo de repente, y el sonido de su propia voz la hizo sobresaltar.

Estaba tan perdida, que no lograba reconocer su voz. No solo su voz, sino a sí misma. Su cabeza se sentía como un enredo de cables: sin sentido y haciendo corto circuito sin obtener una respuesta. No sabía quien estaba acostada en la cama estrecha y blanca, ni qué hacía en aquella habitación de tonalidades claras.

Dio una mirada a su vestimenta y se percató que no llevaba más que una simple bata blanca alrededor de su menudo cuerpo. Su muñeca derecha estaba marcada con una cinta que decía "ANG 01" y se amoldaba a ella como una segunda piel; por otro lado, su muñeca izquierda estaba conectada a una máquina mediante un tubo delgado.

Bip, bip, bip.

Su cerebro quemaba y ardía al escuchar aquel sonido, además de sentir un escalofrío por todo su cuerpo al observar el tubo en su muñeca. Armarse de valor para saltar de la cama y salir de ese lugar fue una idea tentadora, pero arriesgarse a encontrarse con algo que le impidiera salir de allí fue lo único que la frenó. Trató de tragar saliva, pero su garganta se sentía seca y áspera. Lo que puso sus nervios más de punta fue escuchar la puerta de la amplia habitación abrirse.

Un sujeto entró a la habitación y la inocente chica se encogió en su lugar, tratando de desaparecer en ese instante. Al igual que ella, el chico iba vestido con una bata completamente blanca que lo cubría casi por completo. Lo llamativo del sujeto era su cabello negro puro. Tal y como un agujero negro pensó la chica. Ella no tenía idea de cómo sabía cómo lucía un agujero negro, sólo sabía que la persona frente a ella transmitía lo mismo: la belleza en la oscuridad. La apariencia del hombre le causó a la chica una sensación extraña y ajena, de tal manera que tuvo que apartar la mirada hacia otro lugar de la habitación.

-Has despertado – habló el extraño. Su tono era grave y causó en ella un cosquilleo en su estómago. Trató de no mirarlo, pero algo en su apariencia enigmática la cautivaba cada vez más -. Cuando me dijeron que me preparara para observar tu belleza, no creí que... - siguió hablando el sujeto, pero paró.

La chica estaba tan recogida en su lugar que se veía como un perrito asustado. Su cabello rubio contrastaba con su piel pálida y su bata blanca. Todo en ella lucía tan puro e inocente, que a cualquier persona le daría miedo si quiera pensar en arruinar tal perfección.

- ¿Qué... qué hago aquí? – inquirió con un susurro.

El sujeto siguió caminando hacia ella, pero la chica siguió con su mirada perdida en los muebles blancos del fondo. Se rehusaba a sentir lo que estaba empezando a sentir.

-Ha funcionado, entonces – dijo el sujeto, tal vez muy emocionado, evadiendo su pregunta previa -. No recuerdas nada, ni quien eres, ¿cierto?

La chica por fin levantó la mirada y se fijó en unos iris verdes oscuros. No eran comunes, sino que eran de un tono peculiar y fuera de lo común que la dejó desconcertada.

La imperfección dentro de un ángel - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora