Capitulo 1.

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Domingo, 16 de Noviembre.

Tengo la capacidad de pensar como ira mi vida antes de empezar  a vivirla, en un principio siempre suelo pensar en lo negativo que podría pasar, para que después cuando pase algo peor de lo pensado no me venga tan de golpe. Pero hubo una situación en la cual mis pensamientos más nocivos no llegaban a tal realidad.

Había obras en aquella carretera, mi madre tuvo que coger un atajo para no llegar tarde a la entrevista de ese trabajo, esa ocupación era lo más importante para ella en ese momento, profesora de piano en uno de los conservatorios más importantes de Barcelona, desde pequeña me ha ido enseñando como colocar las manos ante las teclas y sé que le hacía ilusión verme delante de su preciado piano, le di toda la suerte que pude antes de que saliera de casa, pero lo que no sabía es que en ese atajo iba a perder algo tan grande como la vida.

Al llegar al hospital permanecí inmóvil al ver que ella se encontraba en coma, tuve la esperanza de que aquel suceso se quedara como un susto  y que mañana volviera a escucharme cuando tengo bajones por amor o por suspender algún examen y poder fallarle, que volviera a levantarme los ánimos cuando no conseguía alguna meta, o verla con enormes pancartas en las gradas cuando salía a darlo todo en la pista de patinaje, cuando no me salía alguna nota y ella la hallaba, que por la noche me viniera a dar el beso de buenas noches, aunque yo le dijera que no viniera que ya era demasiado mayor para tales cosas y que mañana juntas pudiéramos recordar esto como un mal pasado.

Espere con mi padre en la sala de espera a la noticia que podrían darnos, me intente entretener con cualquier cosa que podía para que no se me hiciera tan largo, pero no podía dejar de pensar en que esto podría cambiar muchas cosas. Al fin lo dijo, y en ese momento hasta mis peores pensamientos parecían los más agradables.

Al volver a casa no pronuncie ni una palabra, estaba confusa, con un silencio algo incomodo, hasta que mi padre intento animarme, aunque él tampoco tuviera muchas ganas de recordar lo sucedido, diciéndome que todo lo que hacemos en la vida es para evitar morir, que si la muerte no existiera habría mucho que ver y mucho tiempo, pero muy poco que hacer y nada en que pensar, pero por mucha razón que tuviese con esas palabras no lograba llenar el vacío que tenía en aquel momento. No tardamos mucho en llegar a la puerta de casa, las palabras de mi padre al entrar fueron muy directas, según él, mudarse era lo mejor, y yo también lo creí, con el tiempo todo empezó a llamarme, cada mísera cosa de aquella casa me creaba nostalgia  hacia ella, aunque por otra parte no me gustaba la idea de tener que deshacerme de los recuerdos de mi madre como si fuera un pantalón roto o pasado de moda.  Y después de todo, aquí estoy sentada en el asiento derecho del coche dirigiéndome a Valencia a intentar volver a empezar de cero, a intentar volver a hacer amigos, a acostumbrarme a la nueva vida, aunque eso se me va a hacer algo difícil.

-Papá, ¿Tú crees que estaremos igual de bien que en Barcelona?

-Elena, añorar el pasado es correr tras el viento, encontraras lo mismo que encontraste en Barcelona o más.

-¿Y si no es así? ¿Y si la gente de Valencia es totalmente diferente, y no me aceptan?

-Cariño si no te aceptan, es que no valen la pena, todas las personas son diferentes seguro que encuentras a alguien que conecte contigo.

Las sinceras palabras de mi padre lograron tranquilizarme bastante aunque seguía sintiendo una extraña sensación de que algo no iría bien.

Me acerque hacia esta que parecía ser mi futuro hogar, era reflejo del sol radiante, los cuales mis ojos contemplaban, una bella fachada y adornada con curiosas siluetas, rodeada por un pequeño y cuidado jardín; al entrar… En aquel recibidor, mis sensaciones de nostalgia fueron desapareciendo como la niebla al mediodía, tras dar una breve vuelta a donde iba a residir, me fui dando cuenta, que el corazón no olvida tan fácilmente, y que mi padre no acertó plenamente con su idea de venir aquí, por mucho que intentemos alejarnos de aquella morada en la cual compartimos momentos junto a ella siempre sentiremos que falta cuando no sepa a quien contarle mis movidas por el instituto, cuando no tenga quien me despierte con un cubo de agua o a la hora de comer, no volver a probar uno de sus míticos platos.

En Tiempo de sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora