Kitty Gang x Agust D (ParkLava version)

VII

Traté de evitar su mirada lo máximo posible pero ese maldito siempre lograba captar mi atención, siempre me amenazaba con cualquier cosa.

Se acercó a mí con un plato de fideos, agarro unos pocos y los acercó a mi boca a lo que yo me negué.

+ Oh vamos gatito, no quiero matarte de hambre, tienes que comer algo.

Volvió a intentarlo al ver que me negué de nuevo se acercó a mi rostro peligrosamente.

+ Mira gatito~ Si no me haces caso a partir de ahora cambiaremos las reglas, ¿está claro?~

Gruñí de furia hasta que su mano acarició mi entrepierna haciendo que un gemido saliese de mis labios por ese imprevisto.

+ Haz lo que te digo gatito, a no ser que quieras convertirte en mi juguete sexual~

Quise gritar, quise morderlo, quise golpearlo hasta que no pudiese recordar quien era, sin embargo yo seguía atado y no podía hacer nada.

Abrí mi boca dejando que metiese los fideos en mi boca.

+ Eso es gatito~

En cuanto pensó que al fin iba a comer sus malditos fideos, se los escupí a la cara.

Imbécil de mí que pensó que eso iba a resultarle repugnante pues fue aún más repugnante cuando él pasó sus dedos con delicadeza por su rostro y se comió parte de lo que le escupí.

- ¡¡Estás enfermo!!

Escuché una risa macabra salir de sus labios, lo vi acercarse a los míos y fundirlos en un asqueroso beso con lengua del que no me permitió escapar.

Tras varios largos minutos se separó del beso y acarició mi mejilla, separó un poco mis piernas para sentarse entre ellas y recostó su cabeza sobre mi pecho

+ Deberías dormir, amor~

Gruñí deseando que se marchara pero en lugar de eso hizo un puchero mirandome.

+ ¿No quieres dormir? ¿no estás cómodo? No importa, cuando te enamores de mí estaremos cómodos durmiendo juntos sobre una preciosa cama de terciopelo rosa~

Rodé los ojos, algo me decía que iba a permanecer atado toda la maldita eternidad.

Sentí un masaje sobre mi cabeza, él estaba dandome masajes, maldita sea.

+ Tal vez esto te ayude a dormir, es relajante, a todos los gatitos callejeros les gusta.

Gruñí de nuevo y seguidamente bostecé, la verdad es que era demasiado relajante, maldita sea.

No debo dormir.

No debo dormir.

No debo...

No debo...

Terminé quedandome profundamente dormido, atado de aquella manera en aquel mugriento lugar, extrañaba mi vida común, jamás debí meterme en esto, jamás debí ser asesino.

Maldita sea, ya aprendí la lección.

Dios, ya aprendí la lección.

¿Cuánto más tiempo debo permanecer aquí?