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"No hay mal que por bien no venga"

Dean Winchester no opinaba lo mismo, no lo creía en lo absoluto la noche que Sam y su padre discutieron al punto de llegar a una mudanza directo a California, no lo creyó cuando sus padres se divorciaron poco después y no lo creería el día que su amado auto se averiara demasiado cerca del campus de la Universidad de Stanford.

Los Winchester eran personas algo caóticas, su padre Jhon, era un habilidoso mecánico que fomento a lo largo de los años el gusto de su cachorro mayor por los autos, pero cuyo carácter autoritario y tosco, chocaba demasiado con su hijo menor, la relación con sus hijos era complicada, más que nada por ser los tres de la misma casta. Mary una beta apacible y tranquila, jamás se dejaría amedrentar por ningún alfa, mucho menos por su ahora ex esposo.

Aun así, el intento por pasar una navidad en familia no pasaría desapercibido para los hijos de 23 y 19 años, siendo Dean, un el hermano mayor rubio de ojos verdes, el encargado de traer a Sammy a casa. Ese día hubiera sido como cualquier otro para los universitarios; a excepción de la escena que el frustrado joven protagonizaba, husmeando dentro del motor de un Impala negro, seria ignorado y luego olvidado, pero en un intento de arranque, dio contra el vehículo estacionado delante.

Miguel, el maestro más joven, popular y perseguido por estudiantes omegas, llego justo a tiempo para ver la abolladura en su bonito Renault. No era un buen día para el maestro Novak, ya iba tarde a una reunión y su madre no dejaba de llamar, Dean nunca fue demasiado razonable cuando llegaban a él con una mala actitud.

La pelea estaba servida, solo faltaba el primer golpe, hasta que alguien se interpuso entre ellos, el omega tendría la misma edad que Sam, el aroma a cachorro era tenue, dejaba al alfa de Dean percibir el aroma a manzanas y café por la mañana; tan sorprendente como su presencia, el aspecto de Castiel era lo suficientemente llamativo para que cualquier molestia o enojo anterior se disipara. Ahora solo dominaba la instintiva curiosidad de un león que persigue la luz cual minino.

Sam no supo qué hacer con las 2 horas que su hermano tardo en ofrecerse a llevar a los Novak, una excusa barata y cordial para conseguir el nombre y número del omega con brillantes ojos azules.

Fue la Navidad más extraña y cálida desde el divorcio.

El año siguiente, Dean se mudó a California "para cuidar a Sam", empezó a trabajar en un taller mecánico y logro pagar un pequeño departamento con muebles heredados de su abuelo Campbell.

Por otra parte, Castiel no prestaba demasiada atención a sus relaciones personales, su amiga Hanna y uno de sus hermanos eran los únicos que brindaban cierta compañía; ni siquiera recordaba el incidente por el cual Miguel se quejó durante algunos días en la enorme casa familiar, Lucifer ya estaba harto de escucharlo y Gabriel simplemente se burlaba haciendo muecas a sus espaldas.

Fue terminando Enero que llego el primer mensaje. Un simple "Hey ¿Qué tal?" del alfa olor a cuero de auto y menta picante, lo puso nervioso y extasiado, como si estuviera al borde de un peligroso risco dispuesto a caer. Los mensajes eran frecuentes y pronto pasaron a citas.

El cambio en la pareja lo registraron primero los más cercanos; como Bobby, quien veía como el alfa pasaba de molesto por no poder encontrar el desperfecto de un motor, a un dulce cachorrito cuando el omega vino por primera vez al taller.

Cuatro meses después, Mary viajaría a California para el cumpleaños de Sam y pediría a su hijo mayor que trajera a Castiel con él, por el simple afán de conocerlo.

"Todos mienten"

Naomi Novak, en medio de sus viajes apenas estaba enterada de aquel cortejo, su esposo, Chuck, tampoco se había molestado en mencionárselo más allá de una amistad frecuente, al menos hasta que esa noche vio por la ventana como la pareja se despedía con un apasionado beso. Aquella alfa no dudo en abordar a su hijo apenas colgara su gabardina en la percha.

"Maternity" SPN HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora