Ashido's cibercafé

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Izuku cumplía con la etiqueta de afeminado. Sus facciones, su cuerpo, su voz, sus ojos y labios; todo en él era perfecto.

Era envidiado por chicas, deseado por chicos, y, aunque no lo admitiera, odiado por la mayoría de sus conocidos.

No era un ladrón o algo por el estilo, solo tenía gustos distintos, ¡¿a quién rayos le afectaba?!. Solo había aceptado su manera de ser,  aceptado su homosexualidad, aceptado el ser un blanco para las burlas; pero eso no le importaba,

Su situación parecía sacado de una película barata; un joven que lucha por conseguirla aprobación de la sociedad, que se siente frustrado y abrumado, repleto de problemas y desgracias, pero, a él le valía coño todo lo que ocurría a su alrededor. Su mejor amigo lo había persuadido lo suficiente; Denki, con el que no necesitaba ser alguien que no era, que podía estár contigo en las buenas y las malas, después de todo, los dos compartían la misma mentira.

Los dos eran casi hermanos; caminaban a la escuela juntos, se peinaban, hacían pijamadas, jugaban, hacían guerras de agua e incluso compartían los mismos gustos y comportamientos.

La mejor amistad que han tenido.

Pero no todo eran flores de colores ni arcoíris.

Habían hablado acerca de decirle su situación a sus padres; decidieron que lo harían el mismo día, y en caso de que no funcionara para alguno de los dos, podían vivir en la casa del que le fuera mejor. En este caso tenían mayor esperanza sobre los padres de Izuku, pero nada sale como queremos.

Izuku llegó a casa como todos los días, subió a su cuarto para cambiarse de ropa, comió con sus padres y, en el momento familiar, les dejó caer la bomba.

Mamá, papá, quiero hablar con ustedes acerca de algo. Puede que...puede que no les guste mucho, pero igual creo que tienen derecho a saber.

Izuku, estás sudando mucho. ¿De qué se trata?.—dijo el delgado hombre.

Toshinori ya cumplía diez años con la madre del pecoso, no era la mejor persona del mundo, pero era un buen hombre que cuidaba de él y su madre, supuso que si era así con ellos, no habría problema en decirles su orientación sexual.
Tantos recuerdos felices, el apoyo emocional y los abrazos que le brindó de niño fueron muestra de ese cariño, si eso era una mentira, definitivamente se rompería por completo.

— Izuku, ya llevas un tiempo callado, ¿estás bien?.-preguntó con preocupación la peli verde.

Miren, no voy a dar más rodeos. Después de esto me gustaría...que no me odien.—Izuku tomó aire, sacó una bandera LGBT y miró a sus padres directamente de manera neutral.- Me gustan los chicos.

Talvez tomar literal lo que mencionó su amigo fue mala idea; su padrastro se cubrió el rostro mientras se apoyaba con los codos sobre sus rodillas, exhaló fuerte y chasqueo la lengua. Su madre, por otro lado, palideció y se levantó del sofá, paseándose por la sala tratando de recuperar el aire, mientras que su hijo esperaba una respuesta.

— A ver, Izuku, sé que estás en la edad donde quieres experimentar cosas nuevas, quieres volverte rebelde y todo eso.— dijo el rubio— Pero que hagas una broma como esa es demasiado extremo.

No es ninguna broma, papá, ya he pensado bien acerca de esto y estoy cien porciento seguro de mis palabras.

Inko se sentó después de casi dejar marca de sus pasos, la palidez de su cuerpo se podía ver desde el sofá donde se encontraba y sus ojos estaban abiertos como platos.
Izuku no esperaba esa clase de comportamiento, ¿pensaban que era una etapa?, talvez no debía impresionarse, después de todo recién había cumplido los diez y seis años.

Hetarenaide yo oniichanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora