[ Donde Taehyung ya no sabía si podría seguir jugando a ser fuerte. ]
- Cero copias.
- Si desean hacer alguna adaptación, hacer el favor de pregúntarme.
Espero que les guste ♡.
Esta historia fue mi primer fic, por lo tanto, cue...
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Una hermosa mañana de un miércoles, el resplandeciente sol se asomaba cada vez más, los pájaros revoloteaban sus alas con alegría, la brisa movía las hojas de los árboles con un bonito compás, el delicidoso olor a café recién hecho inundaba la cocina de aquella casa, la radio en la sala encendida mientras pasaba alguna buena música de sus días de juventud y su amado esposo sentado con elegancia en una de las sillas del comedor mientras leía el periódico y bebía de su taza de café, si, definitivamente una mañana hermosa. Y hubiera seguido siendo perfecta de no ser por los golpes algo bruscos en su puerta, desconcertada, la señora Kim dejó de limpiar el vaso de cristal que tenía en la mano y miró a su esposo en busca de alguna respuesta, su esposo, por su parte, se levantó de la silla y caminaron juntos hacia la puerta para descubrir al causante de interrumpir su paz mañanera.
Pero cuando abrieron la puerta no se imaginaron a quienes se encontrarían del otra lado, frente a ellos estaban tres policías y un abogado.
- Buenos días caballeros, ¿Se les ofrece algo?- preguntó el señor Kim con voz amigable, mas las tres personas delante de ellos no dijeron nada.
-Muy buenos días señor y señora Kim, soy el abogado Byun Baek Hyun- el hombre sacó de su maletín un tipo de carnet que lo representaba como abogado profesional.
- ¿Y qué puedo hacer por usted, señor abogado?-el hombre desvió por un segundo su vista hacia los policías y volvió a mirar al frente.
El abogado sacó de su maletín un portafolio y del portafolio sacó un papel - Señor y Señora Kim, quedan arrestados por agresión física y mental hacia su hijo menor de edad Kim Taehyung. Tienen derecho a quedar callados, todo lo que digan puede ser utilizado en su contra.
Los policías, aprovechando el estado de shook de los dos adultos, se acercaron a ellos dos y colocaron en sus muñecas las esposas en cada par de manos. La mujer, recuperando los sentidos intentó decir algo, más sin embargo ya era tarde, ella y su esposo estaban sentados en la patrulla de la policía rumbo a la comisaría.
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- ¿Sabes que no tenías que haber venido?
- Ajá, ¿Acaso crees que me quedaría sentado hecho un manojo de nervios mientras tú estabas aquí?, yo obviamente que vendría a hacerte compañía en este momento crucial para tu vida.
