Capitulo 1: Un Vistazo Rápido

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A diferencia de la mayoría de sus compañeros de clase, Izuku y Momo madrugaban cada día de academia con todas las ganas del mundo. Haciendo a un lado el hecho de que tenían una asistencia perfecta en su expediente, el par disfrutaba genuinamente el tener las horas de silencio en la mañana para ellos solos.

La clase de juegos que tenían entre sus supuestas acomplejadas y superiores mentes no era nada fuera de este mundo.

Desde ver quien despertaba al otro primero, a veces incluso llegando al punto de entrar a la habitación del otro, una sonrisa cálida se formó en el rostro de la pelinegra a la vez que se arreglaba en su baño personal. El recordar la vez en la que decidió entrar a cuclillas al cuarto de su pareja, casi le provoca un ataque de risa y una sensación de agradecimiento infinito al universo por darle un novio tan comprensivo.

Había sido un largo y atareado día para el ya estresado peliverde esa vez... el pobre había quedado dormido en su hombro a penas esta lo recibió en la sala de los dormitorios. El que uno esperara la llegada del otro en la antecámara era algo que los dos realizaban en el deseo de por lo menos ver a su pareja una vez al día antes de descansar.

Así de estrechos eran sus horarios a veces. Los dos tenían responsabilidades que no podían ser obviadas ni siquiera una sola vez.

Momo durmió con preocupación toda la noche, intrigada por el exhausto muchacho y su gesto deteriorado. No se le ocurría otra mejor idea que ser ella quien le de los primeros buenos días al día siguiente, con todo el buen humor del mundo la joven se dirigió reluciente a la habitación de Izuku. Sin hacer el más mínimo sonido esta logro adentrarse al conocido lugar.

Las buenas vibras con las venia mutaron a una carcajada contenida al ver a su pareja durmiendo en una pose casi incomprensible por la raza humana. Ni siquiera Kaminari, quien Kyouka le había relatado y mostrado fotos de como dormía, se le comparaba al peliverde y su extraña forma de roncar en un profundo sueño.

Con su rostro completamente hundida en su almohada, sus manos sosteniendo su aun prendido celular y sus piernas en el piso, ya hacia Izuku arrodillado frente a su cama.

Después que se le pasaran las ganas de morir de risa, la muchacha hizo un esfuerzo descomunal y agotador para poder cargar al pesado joven al suave colchón de su lecho. Había valido la pena que sus temblorosas piernas soportaran el peso del peliverde, porque justo después de cubrirlo bien y contemplarlo por unos segundos... Momo se puso a dormir junto a él.

Pequeñas anécdotas que le hacían reír y enternecerse.

Desayunar... o mejor dicho, prepararse el desayuno juntos era lo que le seguía a su pequeña interacción mañanera. No había mucho que decir o recordar en esa parte de sus mañanas, por lo menos... nada que ella quisiera recordar.

Los colores se le subieron a Momo al mismo tiempo que se vestía con sus nuevas ropas hogareñas. Ser adolescentes llenos de hormonas en verdad podía llegar a ser un inconveniente cuando no vivían en completa privacidad. Dejarse llevar en lo que teóricamente era uno de sus besos fugaces de siempre, tuvo un desenlace radicalmente distinto a lo que esperaban.

Cuando menos se lo esperaban, el pobre y colorado de Iida ya hacía con la mandíbula en el piso, tembloroso y tartamudo ante su acalorado toqueteo previo. El par juro ver como su presidente perdía los colores.

Avergonzados y apenados estos recibieron la reprimenda de sus vidas por parte de un furiosísimo pelinegro, el cual evitaba su hemorragia nasal le impidiera regañarles con un montón de papel en mano. No hubo reclamos, comprendían que su compañero haya reaccionado de esa manera.

Cualquiera se hubiera sentido algo disgustado de ver como el lugar donde la mayoría se sentaba a desayunar era usado como base para lo que pudo haber sido un apasionado encuentro amoroso.

El show debe continuarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora