Capítulo 3: Acuerdo justo II.

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Lincoln logró llegar sano y salvo a su escuela, pero decidió esperar unos minutos para entrar. Una vez dentro y en su salón de clases, él trató de relajarse y pasar el resto del día sin ningún otro inconveniente. Pero no podía dejar de pensar en lo que podría llegar a suceder.

El tiempo pasó y ya era hora de volver a casa. Lincoln decidió hacer caso al plan de Luna y comenzó a caminar a casa con Clyde, lleno de miedo ya que el plan podría fracasar.

Ambos amigos hablaron de diferentes temas cotidianos en su vuelta a casa, el albino pudo sentirse tranquilo ya que logró dejar de darle tanta importancia al suceso que había ocurrido en el parque, horas atrás.

La charla se hizo tan extensa que Lincoln no logró darse cuenta que ya habían llegado, por lo que se despidió de Clyde y entró en su casa. Para su sorpresa, las hermanas todavía no habían llegado. Deberán haberse retrasado por el tráfico, pensó el albino mientras se preparaba la merienda ya que estaba agotado por la loca tarde que había vivido.

Una vez terminó, se dirigió hacia su habitación para leer algunos de sus cómics. Él había olvidado completamente lo que había sucedido por lo que pudo relajarse, echarse en la cama y comenzar a leer con tranquilidad mientras el tiempo pasaba rápidamente sin que él lo notara.

Él fue interrumpido en mitad de su lectura por el estruendo de la puerta al abrirse, pero para su fortuna no era más que Luna. Ella había entrado para chequear el estado de su hermano quien parecía estar de maravilla.

—¡Te ves bien, bro!—. Dijo Luna mientras frotó su cabello para despeinarlo y tratar de molestarlo un poco.

Lincoln rió y agradeció a Luna una vez más por ayudarle con sus problemas, él confiaba mucho en ella y sabía que no había reto para su hermana.

—Escúchame. Luego de salir de tu habitación hablaré con Lynn y Luan acerca de todo lo que ha pasado y trataré de llegar a un acuerdo para que todo vuelva a la normalidad—. Ella tomó a Lincoln de los hombros—. Todo estará bien, bro. Confía en tu hermana—. Agregó con un tono suave que tranquilizó a su hermano.

Lincoln abrazó a su hermana y volvió a agradecerle por los esfuerzos que ella estaba haciendo para ayudarlo, luego de eso Luna se despidió de él para salir de la habitación. El albino volvió a tomar el cómic que había dejado en su cama para continuarlo, todo parecía ir perfectamente.

Una vez terminado el cómic, Lincoln suspiró y comenzó a pensar lo difícil que le sería a Luna hablar con sus dos hermanas a la vez ya que ellas eran muy diferentes. Por lo que comenzó a preocuparse, imaginaba situaciones en las que todo salía mal por su culpa y no había forma de remediarlo seguidas de más y más peleas. Él estaba por enloquecer.

Pero Lincoln se distrajo por el sonido de la puerta abriéndose otra vez. ¿Habrá tenido éxito Luna?, pensó el albino quien seguía tenso por las hipotéticas situaciones que había imaginado. Él levantó la vista, pero nadie estaba allí. ¿Se habrá abierto la puerta por el viento? Se preguntó para luego levantarse y cerrarla.

—Hola Lincoln...—. Una voz pudo oírse detrás de él, esta le generó tanto pánico que lo hizo saltar del susto y golpearse contra su propia puerta.

El albino estaba un poco mareado por el golpe, había sido uno bueno... Al recuperarse un poco, lo primero que pudo ver fue la cara de preocupación de Lucy.

—¿L-Lucy, sólo eras tú?—. Preguntó Lincoln quien todavía estaba mareado por el golpe.

—Sí, lo siento mucho. Suspiro, debería haber tocado antes.

Ella se había disculpado pero su tono parecía diferente esta vez. ¿Lucy se sentirá mal o solamente se estaba preocupando por mí?, pensó Lincoln mientras se tomaba la cabeza por el dolor a causa del impacto.

El dilema de las hermanas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora