74 Lunar entre los dedos (I)

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En el extremo suroeste a las afueras de la muralla del Distrito Qingping, cruzando toda la Montaña Boji, hay un río ancestral que desemboca directamente en el gran río, este río se llama Xiao Ming Yeya.

Existían rumores en Qingping acerca de este río desde tiempos inmemorables, desde el principio se extendió el rumor de que en ese río había un dios, esta deidad podía los bendecir cultivos de esa área, también los peces y mariscos de ese río eran deliciosos. Además, se decía que las personas que no conocían la zona, habían querido rellenar el río y construir sus casas ahí, como resultado, nunca pudieron edificar nada ahí.

Conforme pasó el tiempo, las leyendas se volvieron más y más fascinantes, y las personas construyeron un templo para el dios del río en uno de sus bancos, donde la gente de los alrededores y de lugares lejanos ofrecían sacrificios y ofrendas para recibir bendiciones.

Sin embargo, este río estaba a la mitad de la nada después de todo y era poca la gente que visitaba el templo durante el día, pero en la noche era un lugar extremadamente desolado, la obscuridad era cegadora, haciéndolo un lugar perfecto para los espíritus y fantasmas.

Esa noche, las luces dentro del templo del dios del río estaban inesperadamente encendidas a mitad de la noche, las llamas de las dos lámparas de aceite se balanceaban suavemente a los pies de la estatua de piedra, iluminando tenuemente la habitación. Había dos personas sentadas sobre los cojines dentro del templo, una era un hombre chaparro de mediana edad y la otra persona era un muchacho joven, frágil y delgado.

Un monje joven que llevaba unas ropas blancas como las nubes y la nieve estaba parado al lado de una de las lámparas y colocó un talismán amarillo sobre la mesa de ofrendas. Sosteniendo el borde de sus mangas, remojó un pincel en la tinta y escribió unas cuantas palabras sobre el talismán.

Jiang Shining.

El séptimo día de agosto del año Bingyin.

Debajo de un viejo árbol al lado de la entrada del templo estaba un hombre vestido de negro, sentado sobre una rama gruesa y torcida, con la espalda apoyada contra el tronco, una pierna doblada y la otra colgando perezosamente, con una apariencia ligeramente indolente. Su rostro pálido lucía más cálido con la luz que provenía del interior del templo, los contornos astutos de sus cejas y ojos se suavizaban un poco, dándole un aire de gentileza poco común.

No era nadie más que Xue Xian.

No era frecuente que los residentes de la Residencia Fang permanecieran despiertos hasta muy avanzada la noche, tanto los jóvenes como los viejos bebieron sin parar hasta que todos se quedaron profundamente dormidos con una ligera embriaguez. Xue Xian y los demás salieron por la puerta trasera de la residencia cuando todo el ajetreo había terminado.

"¿No tienes miedo de que tu hermana te lo reproche cada vez que queme papel moneda para ti en el futuro?" Xue Xian puso su codo sobre su rodilla y con su otra mano jaló las hojas que colgaban cerca de su mano.

Jiang Shining estaba parado debajo del árbol, lo miró, negó con la cabeza y dijo. "Mi hermana tiene un buen corazón, no me guardará rencor."

"Estas dispuesto a marcharte sin despedirte." Xue Xian agarró dos hojas y las dobló.

"Si no aprovecho la noche para marcharme, no podré irme durante el día, ella lloraría por mi culpa y ciertamente no puedo soportarlo." Jiang Shining sonrió. "El dolor a largo plazo es peor que el dolor momentáneo, siempre supo que tenía que marcharme, además le dejé una carta."

Xue Xian asintió. "De acuerdo, es tu hermana, no la mía."

Inclinó la cabeza y miró al delgado ñoño que estaba parado debajo del árbol, lo miró de arriba abajo, y luego dijo. "¿De verdad quieres hacerlo? No hay vuelta atrás en este asunto."

-Monedas de Cobre- Libro 5 Sin ArrepentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora